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    El campesinado y la distribución de la tierra en la Atenas del siglo IV a.C.

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    The article proposes a study of the Athenian rural economy in the fourth century B.C., assuming that devastations during the Peloponnesian War did not have permanent effects on Attic agriculture, which recovered quickly. In this context, the situation of the peasantry is examined in relation to the other socio-economic sectors of the citizen population living in Attica. A quantitative analysis of the distribution of land is formulated in order to weigh the possible decline of the importance of the peasantry (a traditional view that associates this with the immediate impacts of war). For this, information about population and wealth from the censuses of Antipater and of Demetrius of Phaleron is considered and a relative proportion emerging from the rationes centesimarum is used. The figures obtained are pulled together with other data series, including an inference about the burden sharing among taxpayers of the eisphora system. The results are weighted by calculating the Gini coefficient and by comparative approaches. The conclusion is that the distribution of land in fourth-century Athens was reasonably egalitarian, compared to other cases, and that the peasantry continued to have a significant role.El artículo propone un estudio de la economía rural ateniense en el siglo IV a.C., asumiendo que las devastaciones durante la Guerra del Peloponeso no tuvieron efectos permanentes sobre la agricultura ática, que tuvo una rápida recuperación. En este marco, se examina la situación del campesinado en relación con los demás sectores socioeconómicos que pueden distinguirse dentro de la población de ciudadanos residentes en el Ática. Para sopesar el posible declive de la importancia del campesinado, que una visión ya tradicional asocia con las consecuencias inmediatas de la guerra, se formula un análisis cuntitativo de la distribución de la tierra. Se parte para ello de los datos sobre población y riqueza de los censos de Antípatro y Demetrio de Falero y se usa una equivalencia que se desprende de las rationes centesimarum. Esta información es compaginada con otra serie de datos en la que se incluye una inferencia sobre el reparto de las cargas de la eisphorá entre los tributarios. Los resultados obtenidos se ponderan mediante un cálculo del coeficiente de Gini y enfoques comparativos. La conclusión es que en la Atenas del siglo IV a.C. la distribución de la tierra era razonablemente equitativa, cotejada con otros casos, y que el campesinado continuó teniendo un rol protagónico

    Nota editorial

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    Lealtades y conflictos en una sociedad campesina: los vínculos políticos e ideológicos entre el Estado espartano y las comunidades rurales lacedemonias

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    Los términos de la relación entre las sociedades campesinas y la política constituyen el tema central de este artículo. Apresurémonos a aclarar que esta relación implica otros factores que componen el marco constitutivo que posibilita la vinculación entre el mundo campesino y la política: por un lado, la articulación de las comunidades rurales con sistemas sociales más amplios; por el otro, las prácticas ideológicas de los campesinos en relación con un imaginario social colectivo definido desde la estructura de la sociedad global en la que ellos se incluyen. A partir de esto último resultará importante poder precisar si esas prácticas ideológicas constituyen una verdadera cultura popular, y si dicha cultura puede ser algo subalterno o alternativo dentro del sistema de lugares en el que se encuentra emplazada.Departamento de Letra

    Atenas, entre el amor y la anarquía: la democratización de los placeres y las contingencias de la política popular

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    <p In Republic, Plato identifies democracy as a political regime that is anarchic, manifold and pleasant (hēdeia), because it distributes the same equality for everyone. This generates an excess of freedom that provokes each one to do what he wishes (ti bouletai), which Plato considers one of the main evils of democracy, and Aristotle in Politics explains it from the fact that is pleasant (hēdion) for the multitude to live in disorder and not in moderation; but if the latter prevails, so pleasure and desire would be restricted, or even canceled. Thus, democratic politics is characterized by the pleasure it produces, while enabling the possibility to materialize in and by the desire of each one. From different perspectives, this is what has been studied as an erotics of politics (e.g. Victoria Wohl, Love among the Ruins: The Erotics of Democracy in Classical Athens; Andrew Scholtz, Concordia Discors: Eros and Dialogue in Classical Athenian Literature), one of whose obvious dimensions is the loving relationship, a paradigmatic symbol of the intersection between pleasure and desire, unless these are controlled or suppressed. These are the alternatives that Thucydides enables in the Funeral Oration attributed to Pericles by him, whose proposal the Athenians to be lovers (erastas) of the polis refers the question to an abstract entity without there being any pleasure in that loving resource. In Knights, Aristophanes reinstates the pleasure-desire principle and inscribes it in the exchanges between the Athenians themselves based on the figure of the erastēs tou dēmou, playing with the active and passive roles in pederastic relationships and turning into prostitution the metaphorical loving relationship between the demagogue and the people. Plato is mounted on this understanding in Gorgias and in the first Alcibiades, where the term dēmerastēs is coined. The intent is to demonstrate that all these expressions seek to dis-invest the people of their power because of their lack of qualification, their mess, their disorder, incapacitated as they are to practice true love, in short, by the anarchy that democracy depicts.p> En República, Platón describe a la democracia como un régimen anárquico, abigarrado y placentero (hedeîa), porque reparte la misma igualdad para todos. Esto genera un exceso de libertad que conduce a que se pueda hacer lo que se desee (ti bouletai), que Platón al igual que Aristóteles en Política consideran uno de los males principales de la democracia, y que este último explica a partir del hecho de que para la multitud es placentero (hedion) vivir en desorden y no con moderación. Si esta última primara el placer y el deseo quedarían restringidos o incluso anulados. De esta manera, la política democrática se caracteriza por el placer que produce, en tanto que habilita la posibilidad de que se materialice en y por el deseo de cada quien. Esto es lo que se ha planteado, desde diferentes perspectivas, como una erótica de la política (e.g. Victoria Wohl, Love among the Ruins: The Erotics of Democracy in Classical Athens; Andrew Scholtz, Concordia Discors: Eros and Dialogue in Classical Athenian Literature), una de cuyas dimensiones más evidentes es la relación amorosa, símbolo paradigmático de esta intersección entre placer y deseo, excepto que se los controle o se los suprima. Estas alternativas son las que Tucídides encarna en el Discurso Fúnebre que atribuye a Pericles, cuya propuesta de que los atenienses sean amantes (erastas) de la polis remite la cuestión a una entidad abstracta sin que haya placer en ese recurso amoroso. Aristófanes en Caballeros repone el principio del placer-deseo y lo inscribe en los intercambios entre los propios atenienses a partir de la figura del erastês toû démou, jugando con los roles activo y pasivo de las relaciones pederastas y transformando en prostitución la metafórica relación amorosa entre el demagogo y el pueblo. Sobre esta construcción se monta Platón en Gorgias y en Alcibíades I, donde acuña el término demerastês. El recorrido propuesto busca demostrar que todas estas expresiones tratan de des-investir al dêmos de su poder por su falta de cualificación, su mescolanza, su desorden, incapacitado como está de practicar el verdadero amor, en definitiva, por la anarquía que la democracia representa

    Bibliografía Picassiana

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    Trazar un balance de la bibliografía picassiana en un homenaje al gran pintor en su muerte tiene algo seco y antipático, burocrático y frío, de recaudador o de notario, que viene a recordarnos, con voz monótona, que la vida sigue cuando el hombre muere, y que una vez marchitos los crisantemos y los laureles de las coronas fúnebres, una vez retirados el paño rico y las cuatro tablas del catafalco, una vez ventilada la nave del fétido olor de los cirios, una vez intercambiados pésames y cotilleos con personas que jamás habíamos visto antes, llega el momento de hacer cuentas y de saber lo que heredamos, si es que heredamos algo
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