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    La cuestión del Sáhara Occidental como factor de impulso del proceso de descentralización marroquí

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    Esta contribución analiza los procesos de descentralización administrativa que han tenido lugar en Marruecos durante las últimas décadas poniéndolo en relación con la evolución de la política marroquí hacia la cuestión del Sáhara Occidental, orientada a intentar obtener el reconocimiento internacional de su soberanía sobre el territorio. El proyecto de regionalización del país, vinculado a una solución a la cuestión del Sáhara Occidental, que ratificase internacionalmente la soberanía marroquí sobre el territorio, está presente en la agenda política marroquí desde principios de los años ochenta cuando Hasán II aceptó en la cumbre de la OUA de Nairobi la celebración de un referéndum de autodeterminación “controlado”. Los avances en ese proceso se retrasan, sin embargo, hasta 1997 cuando es promulgada una Ley sobre la Región en un contexto de bloqueo del proceso de identificación de los electores con derecho a voto en el referéndum que la ONU preparaba. El decoupage regional integraba en una misma región a territorios del Sáhara Occidental –Esmara- con otros territorios del sur de Marruecos (Guelmin, Tan Tan…) poblados por tribus que Marruecos intentaba que fueran aceptadas como saharauis ante la Comisión de identificación de la ONU. La destitución del ministro del Interior Dris Basri tras la subida al trono de Mohamed VI en 1999 va a ir acompañada del abandono de la idea de que un “censo a la medida” era la mejor vía para consagrar la soberanía marroquí sobre el territorio. Este giro se traduce en un alejamiento de la defensa del “referéndum confirmativo” y en una defensa cada vez más abierta de una “tercera vía” a través de un proyecto de autonomía para el Sáhara Occidental en el marco de un Estado marroquí soberano. Tras el fracaso de los Planes Baker I y II, la posición de Marruecos se decanta claramente por una solución autonómica que excluya la celebración de un referéndum de autodeterminación. En este contexto la cuestión de la regionalización regresa a la agenda política nacional. Anunciada por Mohammed VI en 2008 y 2009, la creación de un Consejo Consultivo sobre la Regionalización (CCR) no se concretó hasta enero de 2010. Este consejo tiene el encargo de presentar un informe al soberano en diciembre de 2010 en el que deberá fijarse no sólo el estatus propuesto para el territorio del Sáhara Occidental sino también para otras regiones, como el norte, que aspiran a ver concretados sus particularismos culturales y lingüísticosThis paper focuses on the administrative decentralization processes that have taken place in Morocco in recent decades in relation to the evolution of the Moroccan policy towards the Western Sahara issue, trying to achieve the international recognition of its sovereignty over this territory. The proposed regionalization of the country is part of the Moroccan political agenda since the early eighties when Hassan II agreed a "controlled" self-determination referendum at the OAU summit in Nairobi, as part of a solution to the issue of the Western Sahara, trying to achieve the international ratification of Moroccan sovereignty over the territory. The advances in this process are delayed until the empowerment in1997 of a region law when the process of identification of voters for the referemdum supported by the UN was blocked. The regional decoupage integrated in the same region territories of Western Sahara, Smara, with other areas of southern Morocco (Guelmin, Tan Tan ...) populated by tribes that Morocco was trying to be considered as Sahrawis by the UN Commission working on the identification process. The dismissal of Interior Minister Driss Basri after Mohammed VI ascend the throne in 1999 will be followed by the abandonment of the idea that a "controlled census" was the best way to achieve the Moroccan sovereignty over the territory. This shift has to be considered as a drift apart from the defense of "confirmatory referendum" and an increasingly support of a "third way" through an autonomy plan for Western Sahara under Moroccan sovereign State. Morocco opts for a regional solution after the failure of the Baker Plan I and II, excluding the possibility of holding a referendum. In this context the issue of regionalization returns to the national political agenda. The creation of an Advisory Council for the Regionalization (CCR) was announced in 2008 and 2009 by Mohammed VI and became true in January 2010. The commitment of the council is to present in December 2010 a report not only regarding the status for the Western Sahara but also for other regions like the Northern regions, who seeks to prove their linguistic and cultural particularitie

    Argelia tras la reelección de Abdelaziz Buteflika

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    El 8 de abril de 2004 Abdelaziz Buteflika fue reelegido presidente de Argelia en la primera vuelta con el 84,9% de los votos emitidos. Abdelaziz Buteflika fue reelegido presidente de la República de Argelia en la primera vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el 8 de abril de 2004. Las reiteradas declaraciones de neutralidad del Ejército, así como la disponibilidad formulada por el jefe del Estado Mayor, Mohamed Lamari, de aceptar la victoria de cualquier candidato –incluida la del líder del partido islamista Islah, Abdallah Yabala– contribuyeron a aumentar el interés de los observadores internacionales por estos comicios. En esta ocasión, a diferencia de las elecciones presidenciales de 1999, no se produjo la retirada de los otros candidatos, lo que ayudó a proyectar la imagen de unas elecciones relativamente abiertas y disputadas. El peso del Ejército dentro del sistema político argelino sigue siendo un factor decisivo en cualquier análisis sobre la vida política y económica de Argelia. La victoria de Buteflika refuerza su posición en el sistema, aunque la inesperada magnitud de la misma resta credibilidad a unos comicios que pretendían proyectar hacia el exterior una renovada imagen de apertura democratizadora, tras más de una década de guerra civil, en un contexto internacional marcado por los atentados del 11 de septiembre y la guerra contra el terrorismo

    Las relaciones con Marruecos tras los atentados del 11 de marzo

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    Los atentados del 11 de marzo y la llegada del PSOE al Gobierno afectarán necesariamente a las relaciones hispano-marroquíes tras la larga crisis bilateral de 2001-2003. Las relaciones hispano-marroquíes han pasado una prolongada crisis que llegó a su punto álgido con la ocupación marroquí del Islote Perejil en julio de 2002. El proceso de normalización bilateral desde entonces no ha sido fácil y se vio impulsado por la solidaridad generada tras los atentados terroristas de Casablanca en mayo de 2003 y la celebración de la Reunión de Alto Nivel en diciembre de ese mismo año. La implicación de ciudadanos marroquíes en los atentados del 11 de marzo introduce en la agenda bilateral el reforzamiento de la cooperación en materia de seguridad y confirma la necesidad de restablecer la prioridad en las relaciones con Marruecos, punto recogido en el programa electoral con el que PSOE ganó las últimas elecciones legislativas

    La transformación del Instituto Hispano-Árabe de Cultura

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    El Sáhara Occidental, obstáculo en la construcción magrebí

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    La década de los noventa se inició en el Magreb con aires de cambio. Los procesos de reforma política con los que los regímenes políticos intentaban contrarrestar su creciente déficit de legitimidad política fue acompañado en el ámbito de las relaciones intermagrebíes por la puesta en marcha de un proyecto de integración regional: la Unión del Magreb Árabe (UMA). La creación de esta organización regional fue, en gran medida, una respuesta a los cambios que habían comenzado a producirse en el ámbito internacional y regional

    Doomed Regionalism in a Redrawn Maghreb? The Changing Shape of the Rivalry between Algeria and Morocco in the Post-2011 Era

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    Since independence, intra-Maghrebi relations have been marked by a pattern of bilateral rivalry between Morocco and Algeria, which has conditioned the construction of the Maghreb and hampered regional integration initiatives. This article discusses the impact of political transformations on this longstanding pattern of behaviour since 2011. While shared perceptions of threat initially prompted a short-lived ‘defensive détente’ between the two countries, this rapprochement soon yielded to a new period of rivalry. Moreover, the sub-regional context in the area is tumultuous, due to the deterioration of the security situation in Mali and Libya. Once again, the zerosum perspective that characterises Moroccan-Algerian relations has prevailed, preventing both countries from cooperating in tackling regional crises. Additionally, new arenas of rivalry have emerged in the Sahel, what some have called the ‘new security border for Europe’ and a space in which both countries are competing for the roles of stabilising force and regional mediator. Morocco has taken advantage of the growing interdependence around security issues between the Sahel and Maghreb after the collapse of the Libyan state and the instability in Mali to reposition itself as a regional actor in the Sahel space, challenging Algeria’s traditional role in the region. The article examines the competition between the two countries to be seen by the international community as good partners, exporters of security and stability in the region. The rivalry has been reshaped in two principle areas: the competition for the role of mediator in the conflicts in Mali and Libya, and the competition to show expertise in the fight against terrorism and the processes of religious radicalisation. Finally, the rivalry between the two countries has extended into the rest of the African continent since Morocco’s decision to abandon its empty-chair policy and join the African Union

    désaffection et défis à relever

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    Le processus de désaffection pour les institutions et la classe politique s’est accentué en 2018 en Tuni-sie, mettant en relief les limites du consensus autour duquel a tourné la vie politique du pays ces der-nières années.Même si la Constitution établit un système politique de type semi-présidentialiste, la dynamique consen-suelle qui s’est établie entre Nidaa Tounes et Ennah-da après les élections législatives de 2014 a permis à Béji Caïd Essebsi de renforcer le rôle du pré-sident de la République (Gobe, 2017). Élu au suf-frage universel, et possédant donc une légitimité personnelle venue des urnes, il a encouragé la for-mation de gouvernements de coalition et d’union na-tionale, mais dépourvus d’un fort leadership poli-tique. Tout au long de son mandat, les tentatives des chefs de gouvernement successifs d’acquérir un rôle plus autonome ont été source de friction. Ainsi, la démission forcée d’Habib Essid, technocrate qui a dirigé le gouvernement en 2015 et 2016, n’a pas empêché ces tensions de se reproduire sous son successeur à la tête du gouvernement d’union natio-nale, Youssef Chahed (Gobe, 2018). Ces tensions, placées aux côtés de la détérioration de la situation économique et des inégalités régionales qui étaient à l’origine de la révolution en 2011, ont contribué à élargir la fracture existante entre la population et l’élite politique. Cet écart a été mesuré dans l’en-quête réalisée par Afrobarometer en 2018
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