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El discurso pro EZLN, las reivindicaciones y los proyectos neozapatistas ¿Cuestionamientos pertinentes o soslayables?
Se analiza, a través de distintas interrogantes, la viabilidad económica de las reivindicaciones del ezln y se cuestiona la coherencia de algunos discursos neozapatistas en torno al Estado, mercado, productividad y derechos humanos. Se sustenta que el apoyo eficaz a los grupos sociales excluidos de nuestra historia debe consistir en potenciar entre los indígenas tres renglones: el productivo, el de mercado y el sanitario, incluida la salud reproductiva
Historia natural del tifo epidémico: comprender la alta incidencia y rapidez en la trasmisión de la Rickettsia prowazekii
El tifo humano, como la viruela o la peste, es responsable de millones de muertes: su letalidad ―proporción de muertos entre los que enferman― podía alcanzar el 50%. Variables epidemiológicas como ésta, en cuanto a la letalidad de una enfermedad, debe permitirnos diferenciar históricamente una epidemia de otra. La letalidad del tifo murino es del 2% y la del tifo humano puede alcanzar el 70% entre los adultos6: el tifo humano ―no el murino― debió ser el responsable de las catastróficas epidemias novohispanas hasta ahora identificadas como tabardetes, tabardillos, matlazahuatl o tifos, es decir, prácticamente todas las sobremortalidades adultas entre el siglo XVII y el fin de la Colonia. Dada la baja letalidad reseñada, la mortalidad causada por el tifo murino muy difícilmente podría verse reflejada en una curva anual de entierros, ni siquiera como sobremortalidad endémica en una gráfica de entierros de adultos: justamente, buscamos explicar los campanarios epidémicos de nuestras gráficas de entierros de la segunda mitad de la Colonia. Una razón más para sustentar que las epidemias catastróficas entre adultos de Nueva España son de tifo humano, a partir de la segunda mitad del siglo XVII, lo constituye el hecho de que el tifo murino no se contagia de hombre a hombre, requiere siempre al vector, la pulga de la rata que transmite al hombre el microorganismo, Rickettsia typhi: la pulga, Xenopsylla cheopis, no sobrevive en el hombre pues la temperatura corporal de este no es adecuada para ella ni es la sangre humana el alimento que requiere. Así, muy pronto quedaba rota la cadena de contagio. De cualquier manera, aunque el piojo humano pudiera contagiarse y convertirse en vector ―no hallamos investigación rickettsiosa al respecto―, el tifo murino ―dada su baja letalidad― no podría provocar una epidemia humana detectable como sobremortalidad anual: “La contamination de l’homme exige des contacts répétés avec les rats, c’est dire sa rareté, sa survenue sous forme de cas sporadiques, et presque exclusivement sur les navires et dans les ports”.7 Y esto, aun cuando la principal mecánica del contagio es idéntica a la del tifo humano: las rickettsias depositadas con el excremento de la pulga ―en su caso, del piojo humano― se introducen en el torrente sanguíneo al aliviarse el hombre el prurito rascándose la irritación del piquete del vector al alimentarse. Por otro lado, dado que la Rickettsia typhi del tifo murino y la Rickettsia prowazekii del tifo humano “son anatomopatológicamente muy semejantes”, y que de ellos se derivan “inmunidades relacionadas”,8 los contagiados y no fallecidos por tifo murino habrían permanecido inmunes ―al menos temporalmente― al tifo humano: el tifo murino habría podido servir parcial y eventualmente de contención epidémica contra el tifo humano. Sin embargo, como hemos visto, el tifo murino tiene bajísima incidencia: no pudo haber servido de “vacuna natural” eficaz, como sí lo había hecho, justamente, la viruela de la vaca a los ordeñadores ―observación sistematizada por Jenner― para no contraer la viruela humana. Empero, haber sustentado que es el tifo humano y no el murino el que explica las sobremortalidades adultas en cuestión, no constituye tal vez suficiente argumento para explicar las muy altas tasas de mortalidad: regresaré sobre esto. Abundo antes en citas historiográficas y contemporáneas coloniales sobre la identificación del tifo como causante de las frecuentes epidemias coloniales, como lo he sustentado ya
Elegía a Ruggiero Romano. El mejor humanismo pasa por el rigor intelectual
Ruggiero, el hombre, el intelectual,
el maestro, el historiador,
el humanista, el amigo, ya no
está con nosotros.
Ya no está el hombre de carácter
para quien la vida era en primer lugar
un reto intelectual de comprensión
y acción, enérgica, coherente, lúcida:
prefería sin duda el desacuerdo, incluso
rudo pero inteligente y amistoso, que la
mediocridad. La presentación de un libro
suyo, o de sus amigos, no era menos
la ocasión de celebrar que de polemizar.
¿Es necesario recordar que
casi todos —por no decir todos—
sus textos implicaban una discusión,
mejor aún, una polémica?
Solía decir, en
su proverbial franqueza,
que no era
modesto. Disfrutaba
el reconocimiento
y reconocía la fidelidad,
pero le molestaba
la pleitesía y
el excesivo obsequio. También así se entiende su profundo
desagrado ante la mínima evocación
de haber formado una escuela. Si no le
gustaban los ismos ni las capillas tampoco
le agradaban las escuelas. Consideraba
esto desmedro de la libertad personal
—no hay otra—, insulto a la inteligencia
de los implicados: él mismo y
sus alumno
Elegí ser historiador para aprender a leer bien los periódicos : Ruggiero Romano
Del 23 al 25 de noviembre de
1998 nuestra Facultad, nuestra
Universidad, junto con
instituciones como El Colegio de
Michoacán, el Centro de Estudios
de Historia de México Condumex,
el Instituto Mora, la UAM, e
investigadores de diversos horizontes
(Argentina, Brasil, Chile,
República Dominicana, Francia,
Guatemala, Italia, México, Perú),
participó en un homenaje acadé-
mico ofrecido al Maestro Ruggiero
Romano, en ocasión de su 75 aniversario,
director de tesis doctoral
de todos los ponentes, quienes participamos
en dicho homenaje académico
con trabajos en torno a la
obra y la temática del Maestro. Con tal motivo, a nuestra Facultad
de Humanidades correspondió
editar el cuaderno cuya portada
se ve en esta página, cuaderno
que fue ofrecido a todos los presentes
el primer día del acto y que
contiene una semblanza del Maestro Romano, su conferencia magistral con
que abrió el mencionado encuentro, y la
guía bibliográfica de los escritos editados
del propio R. Romano
Gerardo, amigo tolerante y filósofo humanista que extrañamos
La generosidad no es obligación, sino que está constituida por gestos más o
menos simples, más o menos pequeños, que van más allá del deber mínimo
con el prójimo.
Gerardo tuvo conmigo gestos de generosidad que no olvido. Su generosidad y la
amistad con que me honró me permiten estar hoy en compañía de ustedes y de él.
El respeto por sí mismo no es otra cosa que el respeto invariable de los propios
principios, cuando tales principios pueden volverse universales, es decir, cuando son
humanistas en el más incluyente sentido.
Gerardo era exigente consigo mismo por respeto a sus principios y, a la vez, tolerante
con sus amigos y colegas.
Pero la tolerancia hacia sus colegas —también por razones humanistas— no implicaba
ni ininteligencia ni ingenuidad: junto al respeto por sus principios trabajó y
defendió, con diáfana rectitud, su proyecto de universidad.
Soy testigo de su tolerancia y de su ecuanimidad, pues nuestras discrepancias
académicas —a pesar de, o precisamente por, una común formación temprana impregnada
de disciplina y cultura religiosa— no estorbaron nuestro diálogo, y menos nuestra
amistad.La generosidad no es obligación, sino que está constituida por gestos más o
menos simples, más o menos pequeños, que van más allá del deber mínimo
con el prójimo.
Gerardo tuvo conmigo gestos de generosidad que no olvido. Su generosidad y la
amistad con que me honró me permiten estar hoy en compañía de ustedes y de él.
El respeto por sí mismo no es otra cosa que el respeto invariable de los propios
principios, cuando tales principios pueden volverse universales, es decir, cuando son
humanistas en el más incluyente sentido.
Gerardo era exigente consigo mismo por respeto a sus principios y, a la vez, tolerante
con sus amigos y colegas.
Pero la tolerancia hacia sus colegas —también por razones humanistas— no implicaba
ni ininteligencia ni ingenuidad: junto al respeto por sus principios trabajó y
defendió, con diáfana rectitud, su proyecto de universidad.
Soy testigo de su tolerancia y de su ecuanimidad, pues nuestras discrepancias
académicas —a pesar de, o precisamente por, una común formación temprana impregnada
de disciplina y cultura religiosa— no estorbaron nuestro diálogo, y menos nuestra
amistad
Cuadros que hablan
Desarrollo socioeconómico de
América Central en la segunda
mitad del siglo XX. Universidad
Autónoma del Estado de
México/Asociación de Investigación
y Especialización sobre Temas
Iberoamericanos, Toluca/Madrid,
2000, 364 pp.
El libro de referencia responde
con creces a lo que su título nos
promete. En efecto, analiza en síntesis
el desarrollo social y econó-
mico de la región en cuestión, aná-
lisis sintético fundamentado en 23
cuadros de estadísticas económicas
y en 77 cuadros de estadísticas sociales,
construidos por el propio
autor. El libro merecería un subtí-
tulo que nos especificara esta muy
valiosa aportación. Por la misma
razón lamento que la página legal
no contenga lo que ya los libros actuales
contienen: los datos de catalogación
internacional (en cifras y
en lista de conceptos clave) que facilita
a las bibliotecas su ubicación correcta
en los estantes y en los ficheros
La aceleración de la historia y la reducción del presente
In the article the autors carry out an analysis of relationship and difference between the history and the philosophy of history. The central idea is the reduction of the present, that is, the decrease of the experience of the past that can be useful for the present and for the future as the consequence of condensation of innovationes. The authors put the problem about the consciousness of the challenges that come from the accumulation of the colateral negative effects of the human activity
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