12 research outputs found

    Cómo empezar a trabajar. Cómo se trabaja en seguridad del paciente en un equipo de atención primaria. Implementando la respuesta. Implicando a todos los profesionales del equipo. La misión y el contexto

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    El Institute of Medicine (IOM) define la calidad de los servicios sanitarios como "el grado en que los servicios de salud destinados a los individuos y a las poblaciones aumenta la probabilidad de conseguir unos resultados de salud óptimos y comparables con los conocimientos actuales de los profesionales". Esta definición ha sido ampliamente aceptada y revela un concepto multidimensional. El análisis evolutivo de la calidad muestra como, a lo largo del tiempo, se ha dado diferente protagonismo a cada uno de estos componentes. En la década de los 90 empiezan a adquirir especial relevancia los problemas relacionados con la seguridad del paciente y diferentes organizaciones, como la Joint Commission la incorporan entre los factores importantes que determinaban los resultados de la calidad: orientación al paciente, la seguridad del entorno de la atención y la accesibilidad, adecuación, continuidad, eficacia, efectividad, eficiencia y oportunidad de la atención. Actualmente la seguridad del paciente es considerada como una dimensión fundamental de la calidad, la base sobre la que se construye el resto de dimensiones, y cuya ausencia afectaría negativamente a las demás. Calidad y seguridad del paciente son culturas estrechamente vinculadas donde la calidad, concepto más amplio, sirve de marco de referencia para la seguridad del paciente. Ambas comparten organización, objetivos, metodología y herramientas de trabajo, lo que facilita la implantación de actividades de seguridad del paciente en los centros de salud y su integración en los planes de mejora continua. La puesta en marcha de actuaciones para la mejora de seguridad del paciente requiere un análisis de situación del equipo de atención primaria (EAP), conocer su contexto, cómo se organiza, las circunstancias y el entorno en que se desarrolla el trabajo, todo ello será de gran utilidad para definir los objetivos y las actividades concretas a desarrollar. La definición de la misión, visión y valores del centro de salud nos permite sistematizar esta reflexión sobre el propio equipo, el rol que desempeña en el presente y cómo queremos que sea en el futuro. El análisis se completa con una valoración de la propia organización y de su entorno externo mediante la técnica DAFO que permite la identificación de sus Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades. El proceso de gestión para la mejora se inicia con la identificación de situaciones que pueden suponer un riesgo para las personas. Se propone combinar una estrategia reactiva que identifica los riesgos una vez que se ha producido el incidente o evento adverso, con otra proactiva mediante la cual se pueden conocer los riesgos potenciales de los procesos antes de que se produzca cualquier efecto no deseable. Todas las etapas del proceso asistencial son susceptibles de presentar problemas relacionados con la seguridad, por lo que la National Patient Safety Agency (NPSA) propone un análisis estructurado de los siguientes factores: pacientes, profesionales, de tarea, sociales, de formación, de equipamiento y recursos, condiciones de trabajo, organizativos y de comunicación. La identificación de los riesgos específicos puede realizarse con las herramientas clásicas utilizadas para la mejora continua (técnicas creativas, encuestas, sistemas de notificación, auditorías, monitorización de indicadores, etc.). La priorización de riesgos, el análisis de los mismos y la implementación de propuestas pueden acometerse con técnicas propias de la gestión de riesgos como son la Matriz de Riesgos (MVR), el Análisis Causa Raíz (ACR), o el Análisis de los Modos de Fallos y sus Efectos (AMFE) que, aunque comparten algunos procedimientos con las herramientas clásicas, se describirán con más detalle en otros artículos de esta monografía. La gestión de riesgo guarda un estrecho paralelismo con el ciclo de mejora continua o ciclo evaluativo, en ambos casos se trata de identificar los problemas o áreas de mejora, analizar las causas que los originan, implantar las actividades correctoras, evaluar el efecto de los cambios introducidos y valorar nuevas acciones. Esta orientación de la mejora de la calidad basada en la realización de ciclos de mejora o PDCA (planificar, hacer, evaluar y corregir), se contempla en todos los Modelos de Gestión de la Calidad, certificación ISO, acreditación JCAHO, autoevaluación mediante el modelo EFQM, y de manera especial en la Gestión por Procesos. Además, los EAP pueden llevar a cabo otros proyectos esenciales para la seguridad del paciente como son: la difusión de la cultura de seguridad, la implantación sistemas de notificación, análisis de incidencias, higiene de manos, conciliación terapéutica, monitorización de indicadores, colaboración con pacientes, etc. Para afrontar la mejora de la seguridad del paciente en el centro de salud es preciso contar con una estructura básica que se encargue de su planificación y despliegue como, por ejemplo, una Comisión para la Mejora de la Calidad multidisciplinar y un responsable que se encarguen de: planificar las actividades, desarrollar las diferentes fases del proceso de gestión de riesgos, comunicar los resultados, etc. Este modelo se extendió a finales de los 90 en los EAP para el desarrollo de Programas de Mejora de Calidad y puede seguir siendo válido

    La seguridad del paciente : cultura de seguridad en Atención Primaria

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    "Primun non nocere" (lo primero no hacer daño) es una máxima aplicada en el campo de la medicina desde al menos el siglo XIX. Aunque atribuida al médico griego Hipócrates, siglo V a.C., el origen de la frase no se conoce con certeza y, frente a una extendida creencia, no se encuentra en el tradicional Juramento Hipocrático, existiendo diversas teorías que tratan de explicar sus orígenes. Sin embargo, en la práctica, esto no hace más que recordar al médico que debe considerar los posibles daños que sus acciones puedan provocar y que los actos médicos hechos con las mejores intenciones puedan tener consecuencias indeseables, además de las consecuencias buscadas. No hay actuación sanitaria totalmente inocua y cualquiera supone en sí misma un riesgo para el paciente, haciéndose esto más patente con el progreso científico y tecnológico. El interés por la seguridad del paciente se vió claramente acrecentado cuando en 1999, se publicó el conocido informe "To err is human: building a safer health system" que basándose en los primeros trabajos mencionados, estimó el número de pacientes que anualmente sufrían lesiones o fallecían en los hospitales estadounidenses. En España, el estudio ENEAS (Estudio Nacional de Efectos Adversos) abrió el camino en el estudio de los eventos adversos en nuestro país. La incidencia de pacientes con EAs relacionados directamente con la asistencia hospitalaria (excluidos los de atención primaria, consultas externas y ocasionados en otro hospital) fue de 8,4% (473/5.624); IC95%: 7,7-9,1%. El 42,8% de los EAs se consideraron evitables. En atención primaria desarrolló el estudio APEAS que será descrito en el capítulo siguiente. De la misma forma que ocurría en los hospitales, los estudios en Atención Primaria han mostrado también una amplia variabilidad en las tasas de error por su diversa metodología, variando desde 5 hasta 80 por cada 100.000 visitas. De ellos, entre el 60 y el 83% pueden ser considerados prevenibles. Vista la dimensión del problema, la Organización Mundial de la Salud (OMS) está liderando a través de la Alianza Mundial por la Seguridad del Paciente un conjunto de actividades para promover una prestación de cuidados más segura. Entre ellas destaca la campaña de Manos limpias, salvan vidas. Programas de formación en seguridad del paciente en formato online y la propuesta de las nueve recomendaciones para mejorar la seguridad del paciente. Los sistemas sanitarios del resto de países del mundo ha comenzado a trabajar en la seguridad del paciente, desarrollando las propuestas de la OMS y creando agencias nacionales para la seguridad del paciente. Es de destacar la National Patient Safety Agency del Reino Unido(URL: http://www.npsa.nhs.uk/). En España, el Ministerio de Sanidad y Política Social está liderando la estrategia de seguridad del paciente, facilitando formación online, acceso a artículos de impacto, subvencionando investigaciones y colaborando con las comunidades autónomas en la implantación de proyectos como la higiene de manos, bacteriemia cero, checklist de cirugía, traducción y validación de la encuesta MOSPS de la AHRQ sobre cultura de seguridad del paciente para atención primaria(http://www.ahrq.gov/qual/patientsafetyculture/mosurvindex.htm), entre otras actividades

    ¿Cómo podemos aprender de los errores para evitarlos? Análisis reactivo en seguridad del paciente

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    Algunas de las técnicas que se usan para hacer análisis reactivo tras un evento adverso o incidente, son el Análisis Causa Raíz (ACR), el Modelo Causal Oganizativo de Accidentes o Protocolo de Londres y la Auditoria de Evento Significativo. Usar una u otra técnica depende del tipo de evento a analizar y también del entrenamiento que el equipo que vaya a hacer dicho análisis, tenga en las distintas técnicas. Las tres siguen una metodología rigurosa y sistemática, además utilizan diversas herramientas de calidad para completar el estudio. El objetivo de cualquier análisis de eventos adversos y / o incidentes es averiguar qué factores contribuyentes o latentes/ subyacentes han podido ocasionarlos y una vez se conocen estudiar las medidas de mejora o barreras más adecuadas y factibles para evitar de nuevo su producción. El ACR es una técnica utilizada para eventos centinela que son los que se definen según la Joint Commissión on Accreditation of Healthcare Organizations (JCAHO) como: "aquellos incidentes o sucesos inexplicados que producen la muerte o secuelas físicas y/o psicológicas importantes, o bien el riesgo de éstas a un paciente". Requiere de un grupo entrenado y de tiempo para averiguar la causa o causas raíces. El Modelo Causal Organizativo de Accidentes o Protocolo de Londres, se usa de manera indiferente tanto para eventos adversos graves como para simples incidentes que no han provocado daño, por ello en función del tipo de evento a analizar precisa de un grupo o de una sola persona en ambos casos entrenados en la metodología de la técnica y más o menos tiempo en llevar a cabo todo el análisis. La Auditoria de Evento Significativo, es una técnica con sistemática similar a las anteriores en cuanto a cómo se desarrolla, se usa para eventos adversos poco graves y/o incidentes sin daño. La deliberación de las causas subyacentes las hace un grupo que mantiene reuniones periódicas en las que valorar si se han llevado a cabo las recomendaciones dadas en eventos previos. Sin embargo y a diferencia de las otras dos técnicas, las recomendaciones que da son más generales y no tan específicas. En atención primaria pueden usarse las tres técnicas de análisis, pero dado que los eventos adversos que se producen en este nivel asistencial no suelen provocar efectos graves en el paciente, las técnicas más recomendadas de análisis son la Auditoria de Evento Adverso y el Protocolo de Londres

    Interventions in health organisations to reduce the impact of adverse events in second and third victims

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    Background Adverse events (AE) are also the cause of suffering in health professionals involved. This study was designed to identify and analyse organization-level strategies adopted in both primary care and hospitals in Spain to address the impact of serious AE on second and third victims. Methods A cross-sectional study was conducted in healthcare organizations assessing: safety culture; health organization crisis management plans for serious AE; actions planned to ensure transparency in communication with patients (and relatives) who experience an AE; support for second victims; and protective measures to safeguard the institution’s reputation (the third victim). Results A total of 406 managers and patient safety coordinators replied to the survey. Deficient provision of support for second victims was acknowledged by 71 and 61 % of the participants from hospitals and primary care respectively; these respondents reported there was no support protocol for second victims in place in their organizations. Regarding third victim initiatives, 35 % of hospital and 43 % of primary care professionals indicated no crisis management plan for serious AE existed in their organization, and in the case of primary care, there was no crisis committee in 34 % of cases. The degree of implementation of second and third victim support interventions was perceived to be greater in hospitals (mean 14.1, SD 3.5) than in primary care (mean 11.8, SD 3.1) (p?<?0.001). Conclusions Many Spanish health organizations do not have a second and third victim support or a crisis management plan in place to respond to serious AEs

    The aftermath of adverse events in spanish primary care and hospital health professionals

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    Background Adverse events (AEs) cause harm in patients and disturbance for the professionals involved in the event (second victims). This study assessed the impact of AEs in primary care (PC) and hospitals in Spain on second victims. Methods A cross-sectional study was conducted. We carried out a survey based on a random sample of doctors and nurses from PC and hospital settings in Spain. A total of 1087 health professionals responded, 610 from PC and 477 from hospitals. Results A total of 430 health professionals (39.6%) had informed a patient of an error. Reporting to patients was carried out by those with the strongest safety culture (Odds Ratio –OR- 1.1, 95% Confidence Interval –CI- 1.0-1.2), nurses (OR 1.9, 95% CI 1.5-2.3), those under 50 years of age (OR 0.7, 95% CI 0.6-0.9) and primary care staff (OR 0.6, 95% CI 0.5-0.9). A total of 381 (62.5%, 95% CI 59-66%) and 346 (72.5%, IC95% 69-77%) primary care and hospital health professionals, respectively, reported having gone through the second-victim experience, either directly or through a colleague, in the previous 5 years. The emotional responses were: feelings of guilt (521, 58.8%), anxiety (426, 49.6%), re-living the event (360, 42.2%), tiredness (341, 39.4%), insomnia (317, 38.0%) and persistent feelings of insecurity (284, 32.8%). In doctors, the most common responses were: feelings of guilt (OR 0.7 IC95% 0.6-0.8), re-living the event (OR 0.7, IC95% o.6-0.8), and anxiety (OR 0.8, IC95% 0.6-0.9), while nurses showed greater solidarity in terms of supporting the second victim, in both PC (p?=?0.019) and hospital (p?=?0.019) settings. Conclusions Adverse events cause guilt, anxiety, and loss of confidence in health professionals. Most are involved in such events as second victims at least once in their careers. They rarely receive any training or education on coping strategies for this phenomenon

    Percepción del Informe de Continuidad de Cuidados al alta quirúrgica en Enfermería.

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    Main objective: To know the perceptions of nursing staff with respect to the continuity of patient care at discharge in the Surgery Plant of the Hospital Nuestra Señora de Gracia in Zaragoza. Methodology: The qualitative methodology has been used, through the open interview in depth until reaching the concept of saturation. Other tools used with the Ishikawa Diagram and Brainstorming. MAXQDA was used for the coding. Results: The nursing professionals of the Hos-pital Nuestra Señora de Gracia have highlighted the scarcity of communication channels between Primary Care and Spe-cialized Care with respect to the Continuity of Care Report (CCI). They have also pointed out the scarcity of computer resources and problems to transcribe the information, as well as the ignorance of the existing evidence regarding the ICC and work overload. Conclusion: The Continuity of Care Report on surgical discharge increases patient safety, allows the involvement of the patient-family nucleus, prevents readmissions and shows the autonomous role of responsibility of the nursing staff in the face of such care. Offering this continuity is complex due to the variability in clinical practice, few communication channels in Primary and Specialized Care and the compartmentalization of services.Objetivo principal: Conocer las percepciones del personal de Enfermería con respecto a la continuidad de cuidados de los pacientes al alta en la Planta de Cirugía del Hospital Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza. Metodología: Se ha realizado un estudio fenomelógico hermeneútico utilizando la metodología cualitativa, a través de la entrevista abierta en profun-didad hasta alcanzar el concepto de saturación. Otras herramientas utilizadas con el Diagrama de Ishikawa y el Brains-torming. Para la codificación se ha utilizado MAXQDA. Resultados: Los profesionales de enfermería del Hospital Nuestra Señora de Gracia han destacado sobre todo la escasez de canales de comunicación entre Atención Primaria y Atención Especializada con respecto al Informe de Continuidad de Cuidados (ICC). También han señalado la escasez de recursos in-formáticos y problemas para transcribir la información, así como el desconocimiento de la evidencia existente con respecto al ICC y sobrecarga de trabajo. Conclusión: El Informe de Continuidad de Cuidados al alta quirúrgica aumenta la seguridad del paciente, permite la implicación del núcleo paciente-familia, evita reingresos y muestra el rol autónomo de responsa-bilidad del personal de enfermería ante esos cuidados. Ofrecer esta continuidad resulta complejo debido a la variabilidad en la práctica clínica, escasos canales de comunicación en Atención Primaria y Especializada y la compartimentalización de los servicios. s

    Prioridades en seguridad del paciente en Atención Primaria

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    Desde finales del siglo XX se ha evaluado el impacto de los eventos adversos ligados a la asistencia sanitaria (EAs). Ya sabemos que muchos de ellos son irreversibles, costosos y evitables en ambos niveles asistenciales. Paralelamente han sido formuladas varias propuestas de prácticas seguras (PS) para mejorar la seguridad del paciente (SP), algunas bien estructuradas para el primer nivel asistencial, como «Siete pasos para la seguridad del paciente en atención primaria (AP)»..

    Cómo empezar a trabajar. Cómo se trabaja en seguridad del paciente en un equipo de atención primaria. Implementando la respuesta. Implicando a todos los profesionales del equipo. La misión y el contexto

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    El Institute of Medicine (IOM) define la calidad de los servicios sanitarios como "el grado en que los servicios de salud destinados a los individuos y a las poblaciones aumenta la probabilidad de conseguir unos resultados de salud óptimos y comparables con los conocimientos actuales de los profesionales". Esta definición ha sido ampliamente aceptada y revela un concepto multidimensional. El análisis evolutivo de la calidad muestra como, a lo largo del tiempo, se ha dado diferente protagonismo a cada uno de estos componentes. En la década de los 90 empiezan a adquirir especial relevancia los problemas relacionados con la seguridad del paciente y diferentes organizaciones, como la Joint Commission la incorporan entre los factores importantes que determinaban los resultados de la calidad: orientación al paciente, la seguridad del entorno de la atención y la accesibilidad, adecuación, continuidad, eficacia, efectividad, eficiencia y oportunidad de la atención. Actualmente la seguridad del paciente es considerada como una dimensión fundamental de la calidad, la base sobre la que se construye el resto de dimensiones, y cuya ausencia afectaría negativamente a las demás. Calidad y seguridad del paciente son culturas estrechamente vinculadas donde la calidad, concepto más amplio, sirve de marco de referencia para la seguridad del paciente. Ambas comparten organización, objetivos, metodología y herramientas de trabajo, lo que facilita la implantación de actividades de seguridad del paciente en los centros de salud y su integración en los planes de mejora continua. La puesta en marcha de actuaciones para la mejora de seguridad del paciente requiere un análisis de situación del equipo de atención primaria (EAP), conocer su contexto, cómo se organiza, las circunstancias y el entorno en que se desarrolla el trabajo, todo ello será de gran utilidad para definir los objetivos y las actividades concretas a desarrollar. La definición de la misión, visión y valores del centro de salud nos permite sistematizar esta reflexión sobre el propio equipo, el rol que desempeña en el presente y cómo queremos que sea en el futuro. El análisis se completa con una valoración de la propia organización y de su entorno externo mediante la técnica DAFO que permite la identificación de sus Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades. El proceso de gestión para la mejora se inicia con la identificación de situaciones que pueden suponer un riesgo para las personas. Se propone combinar una estrategia reactiva que identifica los riesgos una vez que se ha producido el incidente o evento adverso, con otra proactiva mediante la cual se pueden conocer los riesgos potenciales de los procesos antes de que se produzca cualquier efecto no deseable. Todas las etapas del proceso asistencial son susceptibles de presentar problemas relacionados con la seguridad, por lo que la National Patient Safety Agency (NPSA) propone un análisis estructurado de los siguientes factores: pacientes, profesionales, de tarea, sociales, de formación, de equipamiento y recursos, condiciones de trabajo, organizativos y de comunicación. La identificación de los riesgos específicos puede realizarse con las herramientas clásicas utilizadas para la mejora continua (técnicas creativas, encuestas, sistemas de notificación, auditorías, monitorización de indicadores, etc.). La priorización de riesgos, el análisis de los mismos y la implementación de propuestas pueden acometerse con técnicas propias de la gestión de riesgos como son la Matriz de Riesgos (MVR), el Análisis Causa Raíz (ACR), o el Análisis de los Modos de Fallos y sus Efectos (AMFE) que, aunque comparten algunos procedimientos con las herramientas clásicas, se describirán con más detalle en otros artículos de esta monografía. La gestión de riesgo guarda un estrecho paralelismo con el ciclo de mejora continua o ciclo evaluativo, en ambos casos se trata de identificar los problemas o áreas de mejora, analizar las causas que los originan, implantar las actividades correctoras, evaluar el efecto de los cambios introducidos y valorar nuevas acciones. Esta orientación de la mejora de la calidad basada en la realización de ciclos de mejora o PDCA (planificar, hacer, evaluar y corregir), se contempla en todos los Modelos de Gestión de la Calidad, certificación ISO, acreditación JCAHO, autoevaluación mediante el modelo EFQM, y de manera especial en la Gestión por Procesos. Además, los EAP pueden llevar a cabo otros proyectos esenciales para la seguridad del paciente como son: la difusión de la cultura de seguridad, la implantación sistemas de notificación, análisis de incidencias, higiene de manos, conciliación terapéutica, monitorización de indicadores, colaboración con pacientes, etc. Para afrontar la mejora de la seguridad del paciente en el centro de salud es preciso contar con una estructura básica que se encargue de su planificación y despliegue como, por ejemplo, una Comisión para la Mejora de la Calidad multidisciplinar y un responsable que se encarguen de: planificar las actividades, desarrollar las diferentes fases del proceso de gestión de riesgos, comunicar los resultados, etc. Este modelo se extendió a finales de los 90 en los EAP para el desarrollo de Programas de Mejora de Calidad y puede seguir siendo válido

    ¿Cómo podemos aprender de los errores para evitarlos? Análisis reactivo en seguridad del paciente

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    Algunas de las técnicas que se usan para hacer análisis reactivo tras un evento adverso o incidente, son el Análisis Causa Raíz (ACR), el Modelo Causal Oganizativo de Accidentes o Protocolo de Londres y la Auditoria de Evento Significativo. Usar una u otra técnica depende del tipo de evento a analizar y también del entrenamiento que el equipo que vaya a hacer dicho análisis, tenga en las distintas técnicas. Las tres siguen una metodología rigurosa y sistemática, además utilizan diversas herramientas de calidad para completar el estudio. El objetivo de cualquier análisis de eventos adversos y / o incidentes es averiguar qué factores contribuyentes o latentes/ subyacentes han podido ocasionarlos y una vez se conocen estudiar las medidas de mejora o barreras más adecuadas y factibles para evitar de nuevo su producción. El ACR es una técnica utilizada para eventos centinela que son los que se definen según la Joint Commissión on Accreditation of Healthcare Organizations (JCAHO) como: "aquellos incidentes o sucesos inexplicados que producen la muerte o secuelas físicas y/o psicológicas importantes, o bien el riesgo de éstas a un paciente". Requiere de un grupo entrenado y de tiempo para averiguar la causa o causas raíces. El Modelo Causal Organizativo de Accidentes o Protocolo de Londres, se usa de manera indiferente tanto para eventos adversos graves como para simples incidentes que no han provocado daño, por ello en función del tipo de evento a analizar precisa de un grupo o de una sola persona en ambos casos entrenados en la metodología de la técnica y más o menos tiempo en llevar a cabo todo el análisis. La Auditoria de Evento Significativo, es una técnica con sistemática similar a las anteriores en cuanto a cómo se desarrolla, se usa para eventos adversos poco graves y/o incidentes sin daño. La deliberación de las causas subyacentes las hace un grupo que mantiene reuniones periódicas en las que valorar si se han llevado a cabo las recomendaciones dadas en eventos previos. Sin embargo y a diferencia de las otras dos técnicas, las recomendaciones que da son más generales y no tan específicas. En atención primaria pueden usarse las tres técnicas de análisis, pero dado que los eventos adversos que se producen en este nivel asistencial no suelen provocar efectos graves en el paciente, las técnicas más recomendadas de análisis son la Auditoria de Evento Adverso y el Protocolo de Londres
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