27 research outputs found

    Variation in neurosurgical management of traumatic brain injury

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    Background: Neurosurgical management of traumatic brain injury (TBI) is challenging, with only low-quality evidence. We aimed to explore differences in neurosurgical strategies for TBI across Europe. Methods: A survey was sent to 68 centers participating in the Collaborative European Neurotrauma Effectiveness Research in Traumatic Brain Injury (CENTER-TBI) study. The questionnaire contained 21 questions, including the decision when to operate (or not) on traumatic acute subdural hematoma (ASDH) and intracerebral hematoma (ICH), and when to perform a decompressive craniectomy (DC) in raised intracranial pressure (ICP). Results: The survey was completed by 68 centers (100%). On average, 10 neurosurgeons work in each trauma center. In all centers, a neurosurgeon was available within 30 min. Forty percent of responders reported a thickness or volume threshold for evacuation of an ASDH. Most responders (78%) decide on a primary DC in evacuating an ASDH during the operation, when swelling is present. For ICH, 3% would perform an evacuation directly to prevent secondary deterioration and 66% only in case of clinical deterioration. Most respondents (91%) reported to consider a DC for refractory high ICP. The reported cut-off ICP for DC in refractory high ICP, however, differed: 60% uses 25 mmHg, 18% 30 mmHg, and 17% 20 mmHg. Treatment strategies varied substantially between regions, specifically for the threshold for ASDH surgery and DC for refractory raised ICP. Also within center variation was present: 31% reported variation within the hospital for inserting an ICP monitor and 43% for evacuating mass lesions. Conclusion: Despite a homogeneous organization, considerable practice variation exists of neurosurgical strategies for TBI in Europe. These results provide an incentive for comparative effectiveness research to determine elements of effective neurosurgical care

    Déficit neuropsicológicos en la hidrocefalia crónica del adulto : definición y recomendaciones para su diagnóstico

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    En 1965, Hakim y Adams publican la descripción clínica de un nuevo síndrome, la hidrocefalia “normotensiva” o hidrocefalia crónica del adulto (HCA), caracterizado por alteración de la marcha acompañada de deterioro cognitivo y de trastorno en el control de los esfínteres, junto con la presencia de dilatación ventricular. Los pacientes con HCA presentan un patrón de deterioro neuropsicológico fronto-subcortical. La presencia de signos corticales sugiere la existencia de una demencia añadida. Esta situación puede explicar la amplia variación existente en la gravedad y tipo de déficit cognitivos presentados por los pacientes con HCA antes y después del tratamiento quirúrgico. El tratamiento quirúrgico de la HCA puede revertir o al menos reducir la sintomatología que presentan estos pacientes. Sin embargo, hay una gran heterogeneidad en los resultados tras el tratamiento que ha sido principalmente atribuida a los criterios de selección de los pacientes. Por este motivo y por los posibles riesgos que acompañan a la cirugía, existe abundante literatura que pretende encontrar o mejorar los instrumentos diagnósticos. En este artículo se hace una revisión de la investigación existente en torno a los déficit neuropsicológicos que presentan los pacientes con una HCA y sus métodos diagnósticos

    Métodos globales de monitorización de la hemodinámica cerebral en el paciente neurocrítico: fundamentos, controversias y actualizaciones en las técnicas de oximetría yugular

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    El papel relevante que la hipoxia tisular cerebral juega en la fisiopatología de los pacientes con un traumatismo craneoencefálico (TCE) justifica la necesidad de complementar la monitorización de estos pacientes con sistemas que aporten información sobre el flujo sanguíneo y el metabolismo cerebral. En la búsqueda de sistemas útiles en la cabecera del paciente, se han utilizado extrapolaciones del principio de Fick al encéfalo, utilizando métodos que estiman el flujo sanguíneo cerebral (FSC) a partir de la obtención de muestras de sangre del bulbo de la yugular. En los últimos años, las técnicas de oximetría yugular se han convertido en elementos de uso frecuente en las unidades que tratan pacientes con un TCE u otros pacientes neurocríticos, como los pacientes con una hemorragia subaracnoidea o con infartos masivos de la arteria cerebral media. El uso frecuente de estas técnicas en las últimas dos décadas, junto a la incorporación de otros sistemas de neuromonitorización, permiten en la actualidad matizar la información que estos métodos globales proporcionan y definir mejor tanto sus indicaciones como sus limitaciones. El objetivo de esta revisión es presentar los fundamentos y los conceptos básicos relacionados con la utilización clínica de las técnicas de oximetría yugular en el paciente neurocrítico. También presentamos y discutimos la evidencia más reciente que indica que determinadas variables, obtenidas de muestras de sangre del bulbo de la yugular, tales como las diferencias arterio-yugulares de lactatos (AVDL) y el índice lactato-oxígeno (LOI), a pesar de su amplia utilización en la práctica clínica diaria, no ofrecen una información fiable sobre el metabolismo cerebral que permita la toma de decisiones terapéuticas

    Déficits neuropsicológicos en la hidrocefalia crónica del adulto: Definición y recomendaciones para su diagnóstico

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    En 1965, Hakim y Adams publican la descripción clínica de un nuevo síndrome, la hidrocefalia "normotensiva" o hidrocefalia crónica del adulto (HCA), caracterizado por alteración de la marcha acompañada de deterioro cognitivo y de trastorno en el control de los esfínteres, junto con la presencia de dilatación ventricular. Los pacientes con HCA presentan un patrón de deterioro neuropsicológico fronto-subcortical. La presencia de signos corticales sugiere la existencia de una demencia añadida. Esta situación puede explicar la amplia variación existente en la gravedad y tipo de déficit cognitivos presentados por los pacientes con HCA antes y después del tratamiento quirúrgico. El tratamiento quirúrgico de la HCA puede revertir o al menos reducir la sintomatología que presentan estos pacientes. Sin embargo, hay una gran heterogeneidad en los resultados tras el tratamiento que ha sido principalmente atribuida a los criterios de selección de los pacientes. Por este motivo y por los posibles riesgos que acompañan a la cirugía, existe abundante literatura que pretende encontrar o mejorar los instrumentos diagnósticos. En este artículo se hace una revisión de la investigación existente en torno a los déficit neuropsicológicos que presentan los pacientes con una HCA y sus métodos diagnósticos

    Actualizaciones en los métodos de monitorización cerebral regional en los pacientes neurocríticos: presión tisular de oxígeno, microdiálisis cerebral y técnicas de espectroscopía por infrarrojos

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    El resultado final de los pacientes que han presentado un traumatismo craneoencefálico (TCE) depende de las lesiones primarias, pero también, y en gran medida, de las lesiones secundarias. El diagnóstico de un gran número de lesiones secundarias, y en especial de la isquemia cerebral, se centra en la monitorización simultánea de diversas variables encefálicas y sistémicas. En el momento actual, la monitorización continua de la presión intracraneal (PIC) se considera una medida indispensable en el manejo de los pacientes con un TCE grave que presentan cualquier tipo de lesión intracraneal. Sin embargo, la información que ofrece esta variable es insuficiente para diagnosticar los complejos procesos fisiopatológicos que caracterizan a las lesiones neurotraumáticas. Por ello, cada vez es más frecuente complementar la neuromonitorización de los pacientes con un TCE con métodos de estimación del flujo sanguíneo cerebral (FSC) como el Doppler transcraneal o las técnicas de oximetría yugular. Sin embargo, en el momento actual y en la cabecera del paciente, el conocimiento de la repercusión de las lesiones tisulares y de las medidas terapéuticas sobre el metabolismo cerebral requiere un acceso directo al parénquima encefálico. En esta revisión nos centraremos en tres métodos de monitorización cerebral ¿regional¿: la presión tisular de oxígeno, la microdiálisis cerebral y las técnicas transcutáneas de espectroscopía por infrarrojos. En cada caso se expondrán los fundamentos del método en cuestión, los valores de referencia de los parámetros monitorizados y una serie de recomendaciones sobre cómo pueden interpretarse sus resultados a la luz de los conocimientos actuales.El resultado final de los pacientes que han presentado un traumatismo craneoencefálico (TCE) depende de las lesiones primarias, pero también, y en gran medida, de las lesiones secundarias. El diagnóstico de un gran número de lesiones secundarias, y en especial de la isquemia cerebral, se centra en la monitorización simultánea de diversas variables encefálicas y sistémicas. En el momento actual, la monitorización continua de la presión intracraneal (PIC) se considera una medida indispensable en el manejo de los pacientes con un TCE grave que presentan cualquier tipo de lesión intracraneal. Sin embargo, la información que ofrece esta variable es insuficiente para diagnosticar los complejos procesos fisiopatológicos que caracterizan a las lesiones neurotraumáticas. Por ello, cada vez es más frecuente complementar la neuromonitorización de los pacientes con un TCE con métodos de estimación del flujo sanguíneo cerebral (FSC) como el Doppler transcraneal o las técnicas de oximetría yugular. Sin embargo, en el momento actual y en la cabecera del paciente, el conocimiento de la repercusión de las lesiones tisulares y de las medidas terapéuticas sobre el metabolismo cerebral requiere un acceso directo al parénquima encefálico. En esta revisión nos centraremos en tres métodos de monitorización cerebral ¿regional¿: la presión tisular de oxígeno, la microdiálisis cerebral y las técnicas transcutáneas de espectroscopía por infrarrojos. En cada caso se expondrán los fundamentos del método en cuestión, los valores de referencia de los parámetros monitorizados y una serie de recomendaciones sobre cómo pueden interpretarse sus resultados a la luz de los conocimientos actuales

    Lactate and the lactate-to-pyruvate molar ratio cannot be used as independent biomarkers for monitoring brain energetic metabolism: a microdialysis study in patients with traumatic brain injuries.

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    BACKGROUND: For decades, lactate has been considered an excellent biomarker for oxygen limitation and therefore of organ ischemia. The aim of the present study was to evaluate the frequency of increased brain lactate levels and the LP ratio (LPR) in a cohort of patients with severe or moderate traumatic brain injury (TBI) subjected to brain microdialysis monitoring to analyze the agreement between these two biomarkers and to indicate brain energy metabolism dysfunction. METHODS: Forty-six patients with an admission Glasgow coma scale score of ≤13 after resuscitation admitted to a dedicated 10-bed Neurotraumatology Intensive Care Unit were included, and 5305 verified samples of good microdialysis data were analyzed. RESULTS: Lactate levels were above 2.5 mmol/L in 56.9% of the samples. The relationships between lactate and the LPR could not be adequately modeled by any linear or non-linear model. Neither Cohen's kappa nor Gwet's statistic showed an acceptable agreement between both biomarkers to classify the samples in regard to normal or abnormal metabolism. The dataset was divided into four patterns defined by the lactate concentrations and the LPR. A potential interpretation for these patterns is suggested and discussed. Pattern 4 (low pyruvate levels) was found in 10.7% of the samples and was characterized by a significantly low concentration of brain glucose compared with the other groups. CONCLUSIONS: Our study shows that metabolic abnormalities are frequent in the macroscopically normal brain in patients with traumatic brain injuries and a very poor agreement between lactate and the LPR when classifying metabolism. The concentration of lactate in the dialysates must be interpreted while taking into consideration the LPR to distinguish between anaerobic metabolism and aerobic hyperglycolysis
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