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    Prólogo

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    La epidemiología del dolor en España

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    El dolor es una experiencia humana universal. Afecta, de forma relevante, la calidad de vida de la población general con importantes consecuencias personales, familiares y laborales. Es también uno de los principales problemas de salud pública por su gran repercusión socioeconómica y constituye una problemática que sobrepasa el marco estrictamente personal y sanitario para convertirse en un problema o enfermedad social. En el año 2004 la Internacional Association for the Study of Pain (IASP) y la World Health Organization (WHO) anunciaronel alivio del dolor como uno de los derechos humanos fundamentales. Los estudios epidemiológicos permiten establecer la dimensión del problema y podrían ayudar al desarrollo de medidas específicas para su solución. En los últimos veinte años se ha determinado la presencia de dolor en la población general, la mayoría de estudios realizados en países de influencia anglosajona. El primero realizado en España sobre prevalencia del dolor en la población general, características, opciones terapéuticas y repercusiones, se llevó a cabo en Cataluña en 1999 por Bassols et al1. Este estudio estableció que la prevalencia de dolor durante los últimos seis meses era elevada (78,6%), significativamente superior en mujeres y con tendencia a aumentar con la edad, aunque solo el grupo de más de 71 años presentó una prevalencia inferior al grupo de 30 años. Las localizaciones más mencionadas fueron la espalda (50,9%, más en mujeres y en todas las edades), la cabeza (42%, sobretodo en mujeres y personas jóvenes) y las piernas (36,8%, preferentemente en personas mayores). Las etiologías más citadas fueron las enfermedades osteoarticulares (26,2%), la migraña (16,5%) y las relacionadas con la actividad profesional (7,8%).Predominó el dolor de larga evolución (84% iniciado más de 6 meses atrás) y destacóun36,1% que refería dolor más de la mitad de los días. Las mujeres manifestaron dolor con más frecuencia y con episodios de más duración, mientras que los dolores breves predominaron en hombres. El 23% de personas calificó el dolor entre muy intenso e insoportable. El estudio realizado por el Gabinete de Estudios Sociológicos Bernard Kief2 determinó una prevalencia en los dos meses anteriores del 54,9% con un predominio en mujeres y personas de más de 61 años. El tercer estudio, publicado por Catalá et al.3, mostró una prevalencia del 29,6%(día de las entrevista) y 43,2% (semana anterior). También confirmó la mayor prevalencia en las mujeres y su relación con la edad. En el estudio de Bassols et al.1 el dolor motivó el seguimiento de diversas opciones terapéuticas, la más utilizada fue la visita médica (66,3%), seguida de la automedicación (27,6%), las terapias complementarias (20,5%), la rehabilitación física (13,8%) y el ingreso hospitalario (2,6%), pero un 10,6% se abstuvo de seguir algún tratamiento. Consultaron más al médico las mujeres, las personas con dolores intensos y localizados, sobretodo en la espalda, en las piernas o en la cabeza. El tratamiento más prescrito fue el farmacológico. Se automedicaron más las mujeres, les persones jóvenes, con dolores de mediana intensidad y predominantemente por dolor de cabeza y odontalgias. El ácido acetilsalicílico fue el analgésico más escogido para la automedicación, seguido de paracetamol. La elección del fármaco varió según la edad (menos paracetamol las personas mayores) y el sexo (los hombres, más ácido acetilsalicílico). En el estudio de Bernard Krief2 consultaron al médico entre un 24% y 60% de personas y la mayoría siguieron algún tratamiento farmacológico. El trabajo de Català et al.3 evidenció que la mitad de personas también siguieron algún tratamiento farmacológico. El dolor afectó la actividad habitual de los entrevistados (31,7%) y durante un largo período de tiempo. Las actividades más limitadas fueron andar deprisa, trabajar, estudiar, realizar las tareas del hogar, dormir y subir y bajar escaleras, que estuvieron casi imposibilitadas en un 10,4%. El dolor motivó el reposo en cama en un 19,6% de personas, la baja laboral en un 10,2% de trabajadores remunerados y la incapacidad total en un 3,3% de la población con dolor. El dolor de espalda fue el que causó más repercusiones tanto personales, laborales como sociales. En conclusión, la prevalencia del dolor es elevada con predominio en mujeres. Las localizaciones más frecuentes son la espalda y la cabeza, predomina el dolor de larga evolución y el de intensidad elevada. A pesar del seguimiento de múltiples terapias con muchas consultas a diferentes profesionales y un consumo elevado de fármacos, el dolor genera importantes repercusiones personales, laborales y sociales

    La evaluación clínica del dolor

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    La evaluación del dolor constituye uno de los elementos más importantes para conseguir un tratamiento eficaz. Al contrario de lo que sucede con otros cuadros clínicos, el dolor tiene unas características subjetivas que obligan con frecuencia a depender de la valoración del paciente para establecer su intensidad y sus características, así como la respuesta al tratamiento analgésico. En el ámbito clínico existen diferentes instrumentos psicométricos para valorarlo de forma adecuada y algunos de ellos han demostrado poseer una validez y una fiabilidad adecuada para ser de utilidad en la práctica diaria. En general, se distinguen tres tipos de métodos, los fisiológicos, los conductuales y los autovalorativos. Los primeros tienen una limitada utilidad debido a las numerosas situaciones que pueden influenciar sus resultados y a que sólo se alteran de forma importante cuando la intensidad del dolor es elevada. Los métodos conductuales son de elección en niños sin capacidad verbal o en personas adultas que son incapaces de comunicarse de forma adecuada. Su principal problema es que los comportamientos que se evalúan pueden carecer de especificidad dolorosa, lo que dificulta la determinación adecuada de la intensidad del dolor. Finalmente, los autovalorativos son aquellos en que la información se obtiene del propio paciente. Por esta razón, son eminentemente subjetivos pero han mostrado ser los más útiles en las condiciones de práctica médica habitual. Se distinguen dos grandes grupos, los unidimensionales y los multidimensionales. Los primeros evalúan la intensidad del dolor y los más empleados son las escalas verbales, las numéricas y las analógicas visuales. Todas ellas son válidas y fiables, pero presentan también limitaciones relacionadas con la elección de los términos para describir la intensidad del dolor (descriptores) y en algunos casos, como en la escala analógica visual, determinados pacientes pueden tener dificultades para comprender qué se pide de ellos. Junto a los instrumentos unidimensionales, se encuentran los multidimensionales, como el McGill Pain Questionnaire (MPQ). Estos instrumentos evalúan las características del dolor, además de la intensidad, y permiten disponer de una descripción más completa de la situación motivo de estudio. En ocasiones, permiten incluso el diagnóstico etiológico del proceso que refiere el paciente. En su contra tienen la necesidad de realizar validaciones en cada idioma y el tiempo necesario para su aplicación, lo que las hace menos útiles en el dolor agudo. Se dispone de una versión española del MPQ desarrollada por Lázaro y cols. y llamada McGill Pain Questionnaire - Spanish Version

    La larga relación entre medicina y literatura (y viceversa)

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    Dallas Buyers Club: medicamentos, ética y ley en los primeros tiempos del sida

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    Cine-fórum como medio para discutir los principios éticos y metodológicos en Investigación Clínica. Cine y medicina. Dallas Buyers Club. Medicamentos, ética y ley en los primeros tiempos del Sida.Universidad de Málaga. Campus de Excelencia Internacional Andalucía Tech

    Oliver Sacks: un extraordinario médico-escritor, un escritor-médico irrepetible

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    From Marcus Welby, M.D. to The resident: The changing portrayal of physicians in TV medical dramas

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    Over the years, the way medical dramas represent health professionals has changed. When the first medical dramas were broadcasted, the main characters were good, peaceful, intelligent, competent, empathic, and successful physicians. One of the most famous, even outside the US, was Marcus Welby M.D. (1969-1976) of David Victor –which this year marks 50 years since its first emission. This depiction began to change in the mid-1990s. While maintaining the over positive image of medical doctors, TV series started to put more emphasis on their negative characteristics and difficulties in their interpersonal relationships, such as ER (TV) by Michael Crichton (United States) and House MD (TV) by David Shore (United States). In these series, physicians were portrayed as arrogant, greedy, and adulterous, and their diagnostic and therapeutic errors were exposed. The last two series are The Good Doctor (TV) by David Shore (United States), with a resident of surgery with autism and Savant syndrome, and The Resident (TV) by Amy Holden Jones, Hayley Schore and Roshan Sethi (United States), where serious institutional problems appear. These series can be useful as a method to discuss medical ethics through positive or negative examples, and also help to represent changes in the image of physicians in recent decades, discussing the reasons for these changes.La forma en que las series de televisión representan a los médicos ha cambiado a lo largo de los años. En las primeras, los personajes principales eran buenos, pacíficos, inteligentes, competentes, empáticos y exitosos. Por ejemplo, Marcus Welby M.D. (TV) de David Victor (Estados Unidos), que este año cumple 50 años desde su primera emisión. Esta representación comenzó a cambiar a mediados de la década de 1990. Mientras mantenían una imagen positiva, se comenzó a poner más énfasis en sus características negativas, y sus dificultades en las relaciones interpersonales, como ER (TV) de Michael Crichton (Estados Unidos) y Doctor House (TV) de David Shore (Estados Unidos). Los médicos fueron descritos como arrogantes, codiciosos y adúlteros, y se mostraban sus errores. Las últimas dos series estrenadas son The Good Doctor (TV) de David Shore (Estados Unidos), con un residente de cirugía con autismo y síndrome de Savant, y The Resident (TV) de Amy Holden Jones, Hayley Schore y Roshan Sethi (Estados Unidos), donde aparecen serios problemas institucionales. Estas series pueden ser útiles como un método para discutir problemas de la ética médica mediante ejemplos positivos o negativos, y también ayudan a representar los cambios en la imagen de los médicos en las últimas décadas, discutiendo las razones de estos cambios./

    Reading during the COVID-19 Pandemic

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    ¿Leer a Tolstói nos hace mejores médicos? Reflexiones en torno a «La muerte de Iván Ilich»

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    La comprensión del proceso de enfermar, el descubrimiento de la propia enfermedad y la actitud de las personas que rodean al que la sufre es un tema de notable importancia en la formación médica. No obstante, la comprensión de los complejos elementos psicológicos que aparecen en estas situaciones no es un tema sencillo para aquellos que no han estado enfermos o no han tenido familiares que hayan sufrido enfermedades graves. La lectura de un ensayo que teorice sobre las complejas relaciones fruto de la enfermedad no suele dar una imagen próxima de lo que sucede en realidad. La muerte de Iván Ilich es una obra capital para aproximarse a los sentimientos que se presentan en las personas que se ven afectadas por una grave enfermedad, que va mermando sus capacidades físicas y les produce, además, un insoportable dolor físico y moral. Este último se agrava además si los familiares ignoran el sufrimiento que el enfermo experimenta. La obra de Tolstói es una contribución muy importante para comprender todas estas situaciones desde la ficción.</p

    Eugene Garfield, análisis de citas y premios Nobel de literatura

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