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    Investigación sobre la arqueología de la muerte en Pompeya. Investigating the archaeology of death in Pompeii

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    En el año 2008 Mary Beard publicaba: "Pompeii: the life of a Roman town" , el libro comienza narrando la huida durante la erupción del Vesubio de un grupo de quince fugitivos que se aventuró a escapar por una de las puertas al este de ciudad, se trataba concretamente de Porta Nola. Beard relata detalladamente cómo fue aquella fuga desesperada, los objetos que acompañaban a aquellos desafortunados pompeyanos y de qué forma perecieron finalmente en el área funeraria, apenas al salir de la ciudad. Beard también describe lúcidamente el monumento funerario de Esquilia Polla y la tumba de Marcus Obellius Firmus, su inscripción y los jocosos grafitis garabateados en sus paredes. Para nosotros, la lectura de aquellas primeras cinco páginas representó un momento revelador y el inicio de la investigación que presentamos en este volumen. Nuestra relación científica y sentimental con Pompeya había comenzado en el año 2004, con la participación en el proyecto de excavaciones en la Casa de Ariadna coordinado por el Servicio de Investigación Municipal de Valencia y la Universidad de Innsbruck, el cual nos permitió tomar conciencia del inmensurable manantial de conocimiento que significaba Pompeya. No obstante, fue a partir de nuestra participación durante los años 2006 a 2008 en las excavaciones de la necrópolis de Porta Nocera, organizadas por la École Françoise de Rome cuando descubrimos la potencialidad de las áreas funerarias de Pompeya para crear nuevo conocimiento sobre la arqueología romana de la muerte, funeraria y mortuoria y donde adquirimos una importante base metodológica para poder documentar e interpretar de forma satisfactoria los contextos funerarios pompeyanos. Por esta razón, cuando el proyecto de la necrópolis de Porta Nocera se detuvo en 2009, lo consideramos una gran pérdida para Pompeya como centro ideal para la investigación arqueológica y por tanto, era necesario continuar indagando en las áreas funerarias de la ciudad, siguiendo el camino abierto por el proyecto de Porta Nocera. En ese momento, tras leer aquellas primeras páginas del libro de Beard, y adentrarnos posteriormente en el estudio de Porta Nola, ya estábamos convencidos de que era un área funeraria óptima para el estudio e interpretación de los testimonios arqueológicos que revelan como murieron, vivieron y se enfrentaron al momento trascendental y dramático de la muerte los habitantes de Pompeya. En efecto, Pompeya fue una de tantas ciudades romanas situadas en un lugar costero estratégico. Lo que hace de Pompeya especial y única es su extraordinario estado de conservación, causado además, por un desastre natural, la trágica e impactante erupción del volcán Vesubio que preservó el lugar y su vida cotidiana detenidos en el tiempo, capturados en el día 24 de octubre del año 79 e.c. . Pompeya ha evocado intensas emociones desde su descubrimiento en 1748 y desde entonces ha sido una referencia para artistas, escritores e intelectuales que ha perdurado hasta nuestros días, cuando continúa siendo un lugar de máximo interés para millones de personas. Este excepcional estado de conservación hace de Pompeya una fuente inagotable de conocimiento y el lugar ideal para la investigación de arqueólogos, científicos y estudiosos de la cultura clásica y de otras diversas disciplinas, como por ejemplo, la vulcanología o la bioantropología. Si en muchas ocasiones, los especialistas en arqueología funeraria y de la muerte nos consideramos afortunados, pues las tumbas suelen ser contextos cerrados, donde todos los elementos se encuentran intencionadamente en su lugar original, Pompeya es en gran parte, un gran conjunto cerrado de 66 hectáreas. Sin duda, Pompeya ofrece un campo de estudio privilegiado, en el que encontramos monumentos, inscripciones, estructuras, recintos, áreas funerarias y restos materiales y biológicos muy bien conservados. Todo ello nos coloca en la mejor de las situaciones para desentrañar los gestos y rituales funerarios, las liturgias y las ideologías frente al hecho trascendental de la muerte y la pervivencia en la memoria de los vivos. Pero además, en la cultura romana en concreto, la muerte resulta un fenómeno de identidad y condición social que nos permite también develar el mundo de los vivos, su vida cotidiana, sus creencias, aspiraciones y desgracias. Sin embargo, no es oro todo lo que reluce, ya que nuestro trabajo y la mayor parte de las investigaciones que se llevan a cabo en Pompeya en la actualidad consisten en reexcavar, reestudiar y reinterpretar antiguas intervenciones arqueológicas realizadas entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Estas intervenciones utilizaban medios y métodos, tenían objetivos y obtenían resultados que difieren mucho de los que caracterizan la arqueología actual, de igual forma que las intervenciones actuales se diferenciarán asaz de las futuras. Algunas de estas antiguas excavaciones tenían como único objetivo desenterrar las estructuras monumentales y recuperar los materiales suntuosos. Algunas de ellas fueron publicadas con bocetos, dibujos y descripciones detalladas, de otras, apenas ha quedado registro. No obstante, se concentran en los elementos nobles, en la arquitectura, la escultura, la pintura y las inscripciones funerarias, pero la falta de una documentación exhaustiva estratigráfica y espacial es notable. Aún lo es más un análisis global de todas y cada una de las piezas relacionadas dentro del contexto arqueológico. Por tanto, no es tarea fácil reconstruir el escenario, restituir los elementos en el contexto y conectarlos con los nuevos elementos que salen a luz mediante la aplicación de un método interdisciplinar que permite alcanzar una interpretación lo más objetiva posible de cada una de las acciones que se desarrollaron, en nuestro caso, en las áreas de Porta Nola y Porta Sarno. Basta mencionar la ardua tarea de descifrar y transcribir los diarios de excavación desde 1895 a 1959 para poder rescatar escasos comentarios y apuntes. En Pompeya se han excavado aproximadamente dos centenares de tumbas y monumentos funerarios durante los últimos doscientos cincuenta años. La inmensa mayoría de los sepulcros desenterrados se consideran monumentales y pertenecían a los miembros más acomodados de la comunidad pompeyana y por extensión de la sociedad romana. Sin embargo, resulta esencial la investigación de los sepulcros de todos los miembros de la sociedad, incluso de los más pobres, ya que todos se enfrentan al hecho funesto de la muerte y deben gestionarlo mediante el funeral, el entierro, el luto y la conmemoración del difunto con los medios de que disponen. Estos gestos y rituales los convierten en sujetos integrantes de una sociedad jerarquizada en la cual el estatus tenía una trascendencia fundamental en las condiciones de vida y muerte de los individuos. Sin embargo, las formas y medios de las capas más bajas suelen ser menos evidentes y por tanto, a menudo los hacen invisibles en el registro arqueológico. Aunque la necrópolis de Porta Nola se conoce desde inicios del siglo XIX e.c., nunca se había investigado en detalle, ni se habían proyectado excavaciones sistemáticas de los monumentos y espacios dedicados a los difuntos que permitieran reconstruir de forma científica la historia del área funeraria. En efecto, algunos sepulcros fueron parcialmente excavados por Spano en 1907 y posteriormente por De Caro en 1975 y publicados muy someramente por ambos. A primera vista, la necrópolis de Porta Nola parece un área funeraria reducida y aislada, sobre todo si la comparamos con las necrópolis de Porta Ercolano o Porta Nocera. Sin embargo, a diferencia de otras áreas funerarias de Pompeya, esta zona sepulcral ofrece una extraordinaria posibilidad de investigar a través de las prácticas funerarias y los análisis bioantropológicos, las identidades pertenecientes a estratos muy diferentes de la sociedad, desde prominentes personajes como Marcus Obellius Firmus, hasta los soldados pretorianos fallecidos en acto de servicio, e incluso los miembros de las clases más bajas de la comunidad, enterrados junto al lienzo de la muralla. Además, junto a la tumba de Obellius Firmus se hallaron los cuerpos de 15 pompeyanas y pompeyanos que perecieron tratando de huir de la ciudad durante la erupción del Vesubio en el 79 e.c. Estos individuos se conservaron en calcos de yeso mediante la técnica ideada por Giuseppe Fiorelli . Su estudio nos permitió conocer a partir de los datos antropológicos y arqueológicos, como fueron los últimos momentos y como murieron estas y otras víctimas de Pompeya, que abordaremos en el capítulo décimo. Por tanto, la necrópolis de Porta Nola es un lugar idóneo para conocer como era la población de Pompeya, y en consecuencia, las gentes que vivieron en época imperial romana. El área funeraria de Porta Nola ofrece la posibilidad incomparable para obtener mediante una investigación interdisciplinar, un mayor conocimiento de la población pompeyana, de sus características físicas y sociales, hábitos y costumbres, sobre como vivieron y murieron y como afrontaron el momento trascendental de la muerte, tanto en su vida cotidiana, como en el momento catastrófico de la erupción del Vesubio. Para que nuestra investigación pudiera efectuar una completa documentación que permitiera una comprensión e interpretación objetiva de los datos obtenidos, resulta imprescindible un enfoque multidisciplinar y un registro exhaustivo y preciso siguiendo la secuencia de la disposición estratigráfica-temporal original de cada uno de los elementos, de los sedimentos, las estructuras, los materiales, los objetos, pero también las acciones relacionadas con ellos, las construcciones, las visitas, los traslados, los abandonos y las destrucciones. La arqueología de la muerte implica reconocer, sobre todo en la cultura romana, una organización precisa e intencional (intencional no significa necesariamente ritual) de todo aquello que rodea a la defunción. La gestión de la muerte también es un elemento de definición e identidad social, un fiel reflejo del estatus de los vivos, ya que tanto la dimensión biológica como la cultural se prolongan más allá de la muerte. Los restos y huellas dejadas por la muerte, nos permiten analizar no solo las actitudes y sentimientos frente al Más Allá sino también la cultura, el sistema social y la ideología de la población. Por esta razón, la arqueología de la muerte es en la actualidad uno de los campos de estudio más relevantes en la investigación . Solo hay una certeza inexorable común en todas las civilizaciones y culturas y esta es la seguridad de la muerte. La muerte de nuestros seres queridos y nuestra propia muerte. Para enfrentarse al sufrimiento emocional que implica la muerte, el ser humano ha desarrollado diferentes estrategias que le ayudan a superar al hecho de la pérdida irreversible de los que nos rodean y la transición a lo desconocido al finalizar nuestra existencia. Estas prácticas están dirigidas a permitir a quienes sobreviven al difunto superar el dolor de la separación definitiva y vencer aquello que nos parece inasumible, como es la idea de que los cuerpos de nuestros seres queridos están destinados a descomponerse y desaparecer para siempre. Por tanto, la muerte es un momento dramático, que no solo implica el final de la vida biológica de un individuo y el dolor de la comunidad de los vivos por la pérdida, sino que también define las reglas de socialización entre las personas que forman parte de un grupo y establece sistemas de organización social de toda la comunidad. La arqueología de la muerte se propone reconstruir los hechos experimentados por las poblaciones pasadas frente a la muerte, situando el centro de atención en los restos humanos, analizando el tratamiento y tafonomía del cadáver. El difunto es la razón de ser de una tumba y por tanto, es el elemento central para el cual y en función del cual, se realizan los gestos que la arqueología funeraria aspira a reconstruir. La elección metodológica de la antropología de campo y de la arqueología de la muerte, consiste simplemente en situar al difunto en el lugar que le corresponde como protagonista de la sepultura. Esto no significa menospreciar la importancia del resto de elementos relacionados con el finado, como la arquitectura de la tumba o el depósito funerario, cuya dimensión social está directamente ligada a la ideología y simbología funeraria y que también proporciona habitualmente información fundamental respecto al difunto y el sepulcro. Entender una sepultura es tener en cuenta, ante todo, que el difunto antes de ser esqueleto fue un cadáver. La tafonomía estudia todo lo relacionado con el tratamiento del cadáver y su transformación, transporte, conservación, etc. La tafonomía es en definitiva, la historia y momentos por los que han pasado los restos humanos hasta llegar a nuestras manos. Las actividades relacionadas con la muerte se dividen en actividades funerarias y actividades mortuorias. Las primeras están relacionadas con el tratamiento del cuerpo después de la muerte, tienen que ver con la cremación, la inhumación, el amortajamiento, embalsamamiento y momificación. Las acciones funerarias también están vinculadas con los ritos y gestos de separación y el cumplimiento de las responsabilidades de los vivos para garantizar el tránsito de las almas al mundo de los muertos y el restablecimiento de la normalidad en el mundo de los vivos. En cambio, las acciones mortuorias se asocian con el respeto y conmemoración del difunto, con el luto, y la inmortalidad en la memoria. Para desarrollar estas actividades se crean áreas funerarias y tumbas, espacios para honrar y recordar a la persona fallecida y mantener un vínculo durante un extenso tiempo. Ambas acciones se expresan mediante gestos y rituales simbólicos, religiosos e ideológicos tanto dentro de la esfera privada como de la pública. Respecto al momento del funeral resulta decisivo el análisis de los restos humanos, el tratamiento del cadáver, la cremación, la selección y recogida en la pira y su deposición en la urna cineraria en lugar definitivo del sepulcro. Todo ello sucede el mismo día del sepelio. La naturaleza de los restos y huellas dejados por la muerte, restos animales como ofrendas o consumidos en los banquetes, ungüentarios para aceites perfumados, recipientes para líquidos como vino o leche, lucernas, monedas, huesos humanos o restos vegetales carbonizados son a menudo testimonios de acciones momentáneas y por tanto su registro e identificación debe ser precisa para poder identificar si son parte del funeral o de las posteriores conmemoraciones. La completa representación gráfica y topográfica de cada uno de los elementos hallados en el área funeraria y el registro sistemático in situ resulta imprescindible para reconocer, reconstruir e interpretar las acciones funerarias y conmemorativas. De igual forma resultaba imperativa la recogida exhaustiva de todos los elementos y materiales para su posterior estudio analítico, por tanto se tamizaron todos los sedimentos excavados. La excelente conservación de los restos de Pompeya permite un análisis integral de la muerte a partir de los datos disponibles sobre la historia de la necrópolis y sus ocupantes, así como de los restos del cadáver y los objetos utilizados durante las ceremonias. Se trata de identificar todas las prácticas y rituales (funus) que realizan los vivos para poder depositar finalmente los restos del difunto en una tumba (arqueología funeraria). Pero también los rituales y gestos que realizan los vivos para ellos mismos, para su separación física y simbólica respecto a los muertos, para cumplir sus responsabilidades y deberes como miembros de la familia (pietas) y para preservar el recuerdo de los difuntos (arqueología mortuoria). Durante mucho tiempo, nuestro conocimiento del rito funerario se ha basado principalmente en fuentes literarias e iconográficas que evocan el momento de los funerales en la cultura romana. En los últimos años, la arqueología de la muerte se ha convertido en objeto de una amplia investigación multidisciplinar que permite enriquecer y diversificar la interpretación de las diferentes prácticas y gestos que se realizan en torno al difunto. De hecho, la arqueología en sí misma, solo nos da una imagen parcial de los rituales del pasado y su interpretación solo es posible a través del conocimiento de las diversas etapas del proceso funerario y mortuorio. Las sepulturas son los espacios principales donde se producen el funeral y la conmemoración, tanto uno como otro, forman parte de un conjunto de ritos durante los cuales los vivos están en contacto con la muerte. Del análisis de las sepulturas se pueden conocer cuestiones religiosas, económicas, sociales o culturales, pero analizar las sepulturas comporta siempre el análisis de acciones simbólicas. La arqueología ayuda a arrojar luz sobre los restos materiales resultantes de las prácticas de separación del mundo de los vivos, la cremación y las fiestas conmemorativas. La expresión de las diferentes prácticas funerarias desveladas por nuestras excavaciones arqueológicas muestra una diversidad de gestos, aunque todos ellos provienen de una tradición común. Hay que tener presente, que con el tiempo, todos los ritos han podido sufrir variaciones, y no pueden ser generalizados a todo el Imperio Romano. Sin embargo, un aspecto primordial permanece: enterrar a los muertos de acuerdo con las reglas públicas para deshacerse de la contaminación simbólica asociada con la muerte . Uno de los principales objetivos de la investigación en el área funeraria de Porta Nola es analizar los restos humanos incinerados para obtener información biológica sobre la población. No obstante, estos análisis forman parte de un estudio completo de la necrópolis, incluyendo un estudio profundo de los restos humanos y no humanos y de los materiales como objetos simbólicos, así como las huellas de las actividades rituales. El estudio y el análisis detallado de los restos humanos nos permiten recopilar información desconocida hasta el momento, sobre la vida, la muerte, y los ritos de la población pompeyana. El fallecimiento de un individuo iniciaba un período llamado familia funesta, que excluía a la familia de actividades específicas, como los negocios y el matrimonio, así como los asuntos oficiales. La muerte había creado una contaminación física y espiritual alrededor del difunto, los vivos y el hogar. Todos los rituales posteriores (funus), tratan de eliminar la contaminación a través de los gestos simbólicos y el entierro del difunto. Este proceso, dura generalmente nueve días, incluyendo la vigilia funeraria (prothesis), la procesión hacia la tumba y la cremación en un lecho funerario (lectus funebris) con ofrendas como monedas, ungüentos, alimentos y sacrificios de animales, así como acontecimientos posteriores como el primer banquete funerario (silicernium) y las sucesivas fiestas conmemorativas que implican el regreso de los vivos al sepulcro y la cena con los difuntos en su tumba (Parentalia, Rosalía, etc.) (Figura 1). La investigación en la necrópolis de Porta Nola hace especial hincapié en las acciones emprendidas antes, durante y después de la cremación. Acciones que somos capaces de reconstruir gracias a los restos materiales de estas acciones. Las prácticas funerarias y conmemorativas en el ritual de la cremación pueden dividirse en tres etapas: pre-cremación, peri-cremación y post-cremación.Los gestos y ritos previos a la cremación son probablemente los más difíciles de detectar y registrar. Las lamentaciones, la preparación del cuerpo, el lavado y la purificación del difunto, el lecho funerario, la procesión y la pompa, los elogios y las oraciones, todos estos eventos rara vez dejan rastro en el registro arqueológico. Somos afortunados si encontramos objetos que forman parte de estos actos, como una aguja del peinado (acus crinalis). Además de identificar el sexo femenino del difunto, esta aguja indica que la mujer fue cuidadosamente peinada y aseada. Los más de 4.000 fragmentos de hueso finamente trabajado que revestían los magníficos lechos funerarios hallados en la tumba de Obellius Firmus (550 fragmentos) y en las urnas exteriores a su recinto (2.000 fragmentos) y en las fosas rituales (1.500 fragmentos), indican que los difuntos fueron incinerados en su lecho funerario construido ex profeso para exponerlos, transportarlos y depositarlos en la pira funeraria. Pero además proporcionan una enorme y valiosa información sobre la expresión artística y decorativa, la iconografía, y la artesanía romana, relativa a estos elementos muebles tan particulares y tan difíciles de encontrar en los contextos arqueológicos. Las prácticas y los rituales peri-crematorios son los que se desarrollan en presencia de la pira funeraria: elección del combustible, ofrendas sobre la pira quemadas con el difunto, monedas, restos animales y vegetales, ungüentarios, frutas, alimentos, lucernas, flores, plantas, hierbas, resinas y aceites aromáticos. También elementos y materiales depositados cerca de la hoguera y relacionados con el banquete funerario. En primer lugar, debemos interpretar todos los objetos y materiales afectados por el fuego de la misma manera que los huesos humanos en las prácticas de cremación. En las urnas se encuentran residuos carbonizados de madera del rogus. La contribución de la antracología al estudio de los restos vegetales carbonizados es esencial. La elección del combustible es crucial para lograr altas temperaturas durante un largo período de tiempo. Pero además de lograr una buena combustión, los restos de plantas quemadas contribuyen al funeral, liberando humo y aromas. Los análisis preliminares de los carbones indican que la mayoría de los taxones corresponden

    Cementerios tardoantiguos de Valencia: arqueología y antropología

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    Located in the urban center, the cemeteries of the Episcopal group of Valencia were originated in the beginning from two circumstances, on one hand, to a hierarchic process of burials, on the other, to the attraction of two martyrial sites : the tomb of Saint Vincent and the place where he was tortured until his death. Two necropolis of different categories arose around both. In any case, all people buried in this area belonged to the diverse status of the city high class. Most of the people would continue to be buried in the cemeteries out of the city. Paradoxically enough, they are the less known necropolis because of archaeological dynamics. Inside the Episcopal center, the anthropologic characteristics among the population buried had changed. In fact, the Mediterranean type was replaced by an other one with Northern features. Furthermore, the V-VI centuries tombs and other ones of the VII century are clearly differentiated by their typological and stratigraphic aspects.Los diversos cementerios del grupo episcopal de Valencia, en pleno centro urbano, respondían, por una parte, a una jerarquización muy definida de las tumbas, y, por otra, a la atracción de dos lugares martiriales: la tumba de San Vicente y el lugar donde fue torturado hasta la muerte. Alrededor de ambos surgieron sendas necrópolis de distinta categoría. En todo caso, los enterrados en esta zona pertenecían a los distintos rangos de los estamentos superiores de la ciudad. La mayor parte de la gente se seguiría sepultando en los cementerios situados en la periferia que, paradójicamente, son menos conocidos debido a la dinámica arqueológica. En el centro episcopal, los rasgos antropológicos entre las tumbas de los siglos V-VI y las del s. VII, bien diferenciadas tipológica y estratigraficamente, indican un cambio poblacional, al sustituirse el tipo mediterráneo grácil por otro con características nórdicas

    El Museo de Historia y Arqueología de Silla (MARS): reencontrando el pasado

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    Las colecciones exhibidas por el Museo de Historia y Arqueología de Silla (MARS) están formadas principalmente por elementos y objetos provenientes de las excavaciones arqueológicas realizadas en el término de Silla, sobre todo de las villas romanas y de la alquería andalusí y medieval-cristiana, así como algunos hallazgos casuales. Los objetos comprenden todo tipo de materiales y de una amplia adscripción cultural y cronológica. Mediante estos objetos arqueológicos se explican los diferentes momentos y épocas que han conformado la historia local y del territorio valenciano, fomentando los conocimientos y sensibilidad por el patrimonio histórico y cultural

    Death and the Societies of Late Antiquity

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    Ce volume bilingue, comprenant un ensemble de 28 contributions disponibles en français et en anglais (dans leur version longue ou abrégée), propose d’établir un état des lieux des réflexions, recherches et études conduites sur le fait funéraire à l’époque tardo-antique au sein des provinces de l’Empire romain et sur leurs régions limitrophes, afin d’ouvrir de nouvelles perspectives sur ses évolutions possibles. Au cours des trois dernières décennies, les transformations considérables des méthodologies déployées sur le terrain et en laboratoire ont permis un renouveau des questionnements sur les populations et les pratiques funéraires de l’Antiquité tardive, période marquée par de multiples changements politiques, sociaux, démographiques et culturels. L’apparition de ce qui a été initialement désigné comme une « Anthropologie de terrain », qui fut le début de la démarche archéothanatologique, puis le récent développement d’approches collaboratives entre des domaines scientifiques divers (archéothanatologie, biochimie et géochimie, génétique, histoire, épigraphie par exemple) ont été décisives pour le renouvellement des problématiques d’étude : révision d’anciens concepts comme apparition d’axes d’analyse inédits. Les recherches rassemblées dans cet ouvrage sont articulées autour de quatre grands thèmes : l’évolution des pratiques funéraires dans le temps, l’identité sociale dans la mort, les ensembles funéraires en transformation (organisation et topographie) et les territoires de l’empire (du cœur aux marges). Ces études proposent un réexamen et une révision des données, tant anthropologiques qu’archéologiques ou historiques sur l’Antiquité tardive, et révèlent, à cet égard, une mosaïque de paysages politiques, sociaux et culturels singulièrement riches et complexes. Elles accroissent nos connaissances sur le traitement des défunts, l’emplacement des aires funéraires ou encore la structure des sépultures, en révélant une diversité de pratiques, et permettent au final de relancer la réflexion sur la manière dont les sociétés tardo-antiques envisagent la mort et sur les éléments permettant d’identifier et de définir la diversité des groupes qui les composent. Elles démontrent ce faisant que nous pouvons véritablement appréhender les structures culturelles et sociales des communautés anciennes et leurs potentielles transformations, à partir de l’étude des pratiques funéraires.This bilingual volume proposes to draw up an assessment of the recent research conducted on funerary behavior during Late Antiquity in the provinces of the Roman Empire and on their borders, in order to open new perspectives on its possible developments. The considerable transformations of the methodologies have raised the need for a renewal of the questions on the funerary practices during Late Antiquity, a period marked by multiple political, social, demographic and cultural changes. The emergence field anthropology, which was the beginning of archaeothanatology, and then the recent development of collaborative approaches between various scientific fields (archaeothanatology, biochemistry and geochemistry, genetics, history, epigraphy, for example), have been decisive. The research collected in this book is structured around four main themes: Evolution of funerary practices over time; Social identity through death; Changing burial grounds (organisation and topography); Territories of the Empire (from the heart to the margins). These studies propose a review and a revision of the data, both anthropological and archaeological or historical on Late Antiquity, and reveal a mosaic of political, social, and cultural landscapes singularly rich and complex. In doing so, they demonstrate that we can truly understand the cultural and social structures of ancient communities and their potential transformations, based on the study of funerary practices

    L’àmbit D del Sector Sud de Son Peretó (Manacor, Mallorca – Illes Balears). Enterraments d’una comunitat cristiana dels segles V a VIII dC

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    Via Ostiense. Nuove ricerche sui colombari del Sepolcreto della via Ostiense. Analisi dei resti antropologici e archeologici (Mun. VIII).

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    Il contributo raccoglie i risultati della campagna internazionale di ricerche multidisciplinari in corso nel Sepolcreto della via Ostiense a partire dall'anno 2018. Le ricerche hanno interessato principalmente i resti architettonici, epigrafici e bio-antropologici, fornendo nuovi spunti per una rilettura del complesso cimiteriale, a cento anni dalla sua scoperta

    Smartphone application for ancient mortars identification developed by a multi-analytical approach

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    The present work shows the results of the chemical, mineralogical and colorimetric characterisation of the ancient mortars from Silla Islamic Tower (Valencia, Spain) and Fuengirola Castle (Malaga, Spain). The samples were characterised from the mineralogical point of view by X-ray diffractometry and mid-infrared attenuated total reflection spectroscopy, while portable energy dispersive X-ray fluorescence spectroscopy and inductively coupled plasma mass spectrometry were employed to obtain the concentrations of major and trace elements, including rare earth elements. Data analysis through multivariate statistics was used to evaluate features to discriminate among the mortars from the different construction phases and to classify undated samples. Finally, colour features of powdered and intact samples were characterised by smartphone photo processing and with a Vis-spectrophotometer as reference technique to evaluate the effectiveness of smartphones for archaeometric studies of historic mortars. The analytical results permitted the classification of most undated samples from Silla and evidenced the presence of peculiar chemical characteristics in some samples from Fuengirola. Imaging data for powdered samples showed a good potential as a reliable, cheap and non-destructive fast method to characterise mortars and carry out the study of construction phases in historical complexes
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