12 research outputs found

    The "Binding of the Years" and the "New Fire" in Teotihuacan

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    Las evidencias iconográficas del presente trabajo demuestran que la "atadura de los años", acompañada en el ritual azteca por una ceremonia del Fuego Nuevo, tiene su origen en la época clásica temprana de Teotihuacan, donde el ciclo completado fue representado ideográficamente por signos compuestos de atados de leña, cordones torcidos y nudos . Estos corresponden a las esculturas aztecas del xiuhmolpilli que son réplicas en piedra de atados de leña, representando un ciclo de 52 años. Al completarse un ciclo se celebraban dos ceremonias separadas, cada una en lugar diferente: el xiuhmolpilli fue enterrado solemnemente en el Recinto Sagrado de Tenochtitlán y una fiesta de renovación general, precedida por el acto de taladrar el Fuego Nuevo en la cumbre de un cerro, iniciaba el nuevo período de 52 años. El que el ciclo completado era enterrado figurativamente sólo consta de muestras arqueológicas. Obviamente, durante el siglo XV y a comienzos del siglo XVI el xiuhmolpilli, en realidad un método de origen teotihuacano para llevar la cuenta de los años pasados, era únicamente asunto de los sacerdotes, mientras que el acto de taladrar el Fuego Nuevo para un comienzo exitoso de un nuevo ciclo concernía a todos. La duración de un período representado por los atados de leña de Teotihuacán se desconoce; puede haber sido menos de 52 años. Tampoco se conocen las ceremonias relacionadas con la sepultura o la quema del atado. El más antiguo indicio del acto de taladrar el Fuego Nuevo en el México central es una talla de roca en Xochicalco, probablemente posterior a la caída de Teotihuacán. Una evidencia posible de la distribución que seguía inmediatamente a la ceremonia de un Fuego Nuevo, consiste en un friso del siglo VI o VII con relieve en estilo teotihuacano, encontrado al sur de Veracruz

    The Old Fire God and his Symbolism at Teotihuacan

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    El dios más antiguo de Teotihuacán es representado antropomórficamente sólo en esculturas de piedra y unas cuantas figurillas de barro que muestran un anciano con un recipiente sobre la cabeza, destinado a quemar incienso. Sin embargo, diversas formas gráficas o signos ostentan los parafernales rituales relacionados con esta deidad paternalista del fuego. Tales signos, a menudo, se combinan con imágenes de los diferentes aspectos del dios de la lluvia, que predominan en el arte de Teotihuacán. Con el surgimiento de deidades adicionales del fuego durante la era postclásica tardía, las interrelaciones de Xiuhtecutli, el sucesor del viejo dios del fuego Huehueteotl, con deidades de la lluvia se evidencian iconográficamente en los manuscritos pictográficos y en las esculturas. Finalmente, se puede decir que, si bien en Teotihuacán la imaginería del culto al dios de la lluvia ensombreció el culto al dios del fuego, este último no se eclipsó del todo aunque el reconocimiento de su importancia se vio disminuido en gran parte por la falta de comprensión de su simbolismo. La identificación e interpretación de los signos del culto al dios del fuego indujo a la revaluación de un signo compuesto - el grupo de los cuatro elementos - y a un intento de extractar una fórmula mnemónica de oración de las características peculiares atribuidas a estos cuatro signos. En consecuencia, cabe deducir que el desarrollo de las formas gráficas de Teotihuacán alcanzó la fase incipiente de un sistema parcial de escritura

    Los decapitados en la cerámica moldeada de Veracruz

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    La decoración moldeada en relieve de muchas vasijas de la región Río Blanco de Veracruz presenta figuras virtualmente idénticas en el mismo orden secuencial. Las escenas describen dos tipos de sacrificio humano, uno por decapitación y el otro por la extracción del corazón. La primera se relaciona con el culto del juego de pelota que prevalecía durante la fase del clásico medio, 500-700 d.C. Las víctimas fueron decapitadas con el propósito de rejuvenecer la fertilidad de la tierra, expresada por chorros de sangre y elementos vegetales. Un celebrante que toma parte en la escena, sostiene un murciélago, el animal deificado que le arranca la cabeza a la víctima. Los ritos de decapitación eran suplantados gradualmente por el sacrificio del corazón, representado aquí por un celebrante que ofrece un corazón humano al dios con la mascara bucal que forma parte del complejo de las deidades de la lluvia y de la fertilidad. Un símbolo de la decapitación es identificado y comparado con los glifos mayas que indican sacrificio. La repetición de figuras idénticas en la misma secuencia en estas vasijas subraya la importancia del sacrificio humano para asegurar la fertilidad agrícola, y atestigua la práctica de dos tipos de sacrificio en el clásico medio central de Veracruz

    Der westmexikanische equipal-Stuhl. Ein ethnologisch-archäologischer Vergleich

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    La silla equipal, un asiento redondo hecho de caña y urdimbre, se fabrica con diferentes diseños en los centros de producción del arte popular autóctono en Jalisco, Michoacán y Morelos. La forma y confección se remontan a los trabajos de los indios huicholes de Nayarit, que aún hoy en día elaboran sillas redondas similares a los asientos sagrados de los dioses y accesorio ritual de los chamanes. Ya en el siglo XVIII fueron designados c o m o equipal. Si se compara el equipal con figuras arqueológicas de arcilla de Colima, que al parecer representan a Mixcoatl, el dios de la caza de las tribus norteñas, se verá que este tipo de asientos fue confeccionado ya mucho antes de la llegada de los españoles. El equipal de los huicholes, al igual que antaño, constituye también en la actualidad un artefacto ritual
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