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    Incertidumbre política, aislamiento internacional y… ¿reactivación económica?

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    La Argentina política se halla sumida en la incertidumbre ante la convocatoria de las próximas elecciones presidenciales. Mientras tanto, algunos indicadores señalan una mayor tranquilidad en el aspecto económico. ¿Hasta cuándo podrá mantenerse esta situación?

    Argentina: Incertidumbre electoral y recuperación económica

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    El próximo 27 de abril se celebrarán elecciones presidenciales en Argentina. Se trata de las primeras de este tipo tras la traumática renuncia de Fernando de la Rúa en diciembre de 2001. De acuerdo con las encuestas, lo más probable es que se tenga que ir a una decisiva segunda vuelta dada la gran paridad existente entre los candidatos. Frente a la elección hoy prima la incertidumbre política. Las próximas elecciones presidenciales están marcadas por la incertidumbre. Incertidumbre con respecto a la identidad del ganador e incertidumbre sobre el modo en que se producirá su victoria. Disipar estos interrogantes es algo necesario para calibrar el desempeño del nuevo Gobierno, especialmente en el terreno político. De los numerosos candidatos que se presentan sólo cinco tienen alguna posibilidad de ganar, pero la elevada fragmentación existente, con tres candidatos peronistas y otros tres que vienen del radicalismo, indica la debilidad de los actuales partidos políticos. En el campo económico, especialmente después de la reactivación de los últimos meses, la circunstancia es algo diferente. Dada la cierta estabilidad existente, el margen de maniobra es menor y, si bien cada candidato tiene su estrategia, no hay mucho campo para la improvisación

    Elecciones argentinas: los globos pinchados

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    A poco más de tres meses de las elecciones presidenciales argentinas siguen sin despejarse las principales incógnitas e incertidumbres sobre la fecha de su realización y sobre la identidad de quiénes serán sus principales protagonistas. Esta situación se agudiza por las complicaciones, y fuertes divisiones, que sufren los dos partidos mayoritarios: el peronista y el radical. Un año después del colapso que arrastró al gobierno de Fernando de la Rúa, la dirigencia política Argentina continúa sin encontrar una salida a la crisis política abierta por la sucesión presidencial. A poco más de 100 días de la elección presidencial del 27 de abril, ni el Partido Justicialista ni la Unión Cívica Radical, los dos grandes partidos nacionales, consiguen superar sus fracturas internas ni la parálisis que ellas implican. Tampoco los candidatos alternativos a la izquierda y a la derecha del espectro político se muestran en condiciones de llenar el vacío. En tales condiciones, el resultado –y quizás hasta la realización misma- de las elecciones de abril aparece incierto

    Argentina: conflictos por el poder después de las elecciones

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    La celebración de elecciones legislativas y provinciales en la mayoría de los distritos argentinos ha comenzado a aclarar el panorama político. La firma del acuerdo con el FMI ha hecho lo propio en el económico. Sin embargo, y más allá del fuerte respaldo popular al presidente, todavía hay muchas dudas sobre el futuro argentino, especialmente en lo que respecta al papel que le tocará jugar al Partido Justicialista. Durante las últimas semanas se han llevado a cabo comicios para elegir gobernadores y legisladores en la mayoría de las provincias argentinas. El resultado tiene varias facetas: han revalidado sus títulos casi todos los caciques territoriales, el justicialismo ha confirmado su carácter de partido dominante y el flamante presidente Néstor Kirchner pudo fortalecerse al imponer a sus candidatos en la ciudad de Buenos Aires y en otros distritos menores. Sin embargo, Kirchner no ejerce el liderazgo del partido y ello lo ha llevado a tejer coaliciones transversales que molestan al aparato tradicional justicialista. Hay, por ahora, una sorda puja que puede terminar en un conflicto abierto o en un consenso intra-justicialista. A favor del presidente juegan su gran popularidad inicial y el ciclo económico expansivo; a favor de los caciques territoriales, comandados por el ex presidente Eduardo Duhalde, los enormes recursos políticos acumulados en las gobernaciones y en el Congreso. El tiempo dirá

    Elecciones anticipadas en Argentina

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    De no mediar un preocupante agravamiento de la crisis, el próximo 30 de marzo habrá elecciones presidenciales en Argentina. Ante el descrédito generalizado de los políticos, una cuestión importante es conocer a las fuerzas políticas y a los candidatos que se presentan a la contienda. En este sentido, una fecha clave es la del 24 de noviembre, momento en el que los partidos políticos celebrarán elecciones internas para elegir sus candidatos

    Argentina: el futuro del presidente Kirchner

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    Argentina está atravesando las mieles de un nuevo gobierno, aunque el presidente Kirchner tiene una debilidad de origen: llegó al gobierno como resultado de unas elecciones en las que apenas alcanzó un 25% de los votos; él procura superar este escollo con un estilo audaz y poco convencional. Basado en este diagnóstico, el artículo presenta algunas hipótesis sobre las prioridades y estrategias del nuevo presidente destinadas a acumular –en un plazo breve– un poder político propio del que hoy carece. El 10 de diciembre pasado, el presidente Néstor Kirchner completó el mandato trunco de Fernando de la Rua –que había renunciado después de las sangrientas protestas populares de fines de 2001– y comenzó su propio turno constitucional. Kirchner es el cuarto jefe de Estado elegido por voto popular desde la restauración democrática de 1983 y el que conserva mayores índices de adhesión ciudadana después de siete meses de gestión. Esa adhesión es un hecho político paradójico y –bien mirado– sorprendente: el actual titular del poder ejecutivo triunfó en las elecciones de abril con el menor caudal de votos de la historia y casi por descarte; su antecesor en el cargo, Eduardo Duhalde, caudillo por ahora indiscutido del poderoso partido justicialista de la provincia de Buenos Aires, lo eligió para librar la batalla electoral contra Carlos Menem después de que otros dos aspirantes con más pergaminos que Kirchner se retiraran por miedo a sufrir una derrota humillante. Ahora Kirchner es el presidente y no sólo le ha infligido a Menem un golpe probablemente definitivo, sino que disputa palmo a palmo cuotas de poder con su ex padrino Duhalde. El informe que aquí se presenta procura pasar revista al peculiar estilo político del presidente argentino y a las prioridades y estrategia que se ha planteado para desenvolverse en el complejo escenario político en el que le ha tocado actuar

    Argentina: el proceso electoral en un contexto de crisis

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    Los conflictos internos del Partido Justicialista obligaron al presidente Duhalde a retrasar unos meses las elecciones primarias, pero logró mantener la convocatoria para las presidenciales de marzo. Hoy, con las heridas abiertas en su partido, nadie es capaz de confirmar ni las reglas electorales ni las fechas de los comicios

    Alfredo Canavese: Memoria Intelectual

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    A fines de marzo de 2009 perdimos a Alfredo Canavese, distinguido y comprometido Editor Asociado de la Revista de Economía y Estadística. Los economistas supimos al instante que no se trataba de una pérdida más. La conmoción que su muerte trágica generó entre nosotros así lo indicaba. No se trataba sólo del afecto que unánimemente despertaba como ser humano excepcional, inteligente y generoso; nos movilizaba también su ejemplo convertido en herencia y en exigente vara para medirnos. Canavese había sido- y seguirá siéndolo- ejemplar como investigador y como docente.Alfredo Canavese, obituary

    La política económica de Kirchner en la Argentina: varios estilos, una sola agenda

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    La política económica desplegada por la administración del presidente Kirchner en la Argentina desde mayo de 2003 puede dejar a más de un observador externo adivinando acerca de su orientación última. En efecto, tal observador se enfrenta a un gobierno que sostiene una retórica de confrontación con aquella parte del empresariado que participó de las privatizaciones durante la década de los noventa, bajo la presidencia de Carlos Menem, pero que a la vez proclama la necesidad de implantar un “capitalismo en serio”; un gobierno que ha anunciado desde el primer día su adhesión a los principios “keynesianos”, pero que mantiene la disciplina fiscal como uno de los pilares de su política. Al mismo tiempo, el desempeño económico reciente resulta sorprendente a la luz de la magnitud de la crisis que se atravesó. ¿Está la política económica orientada a que el crecimiento se sostenga? ¿Cuáles son los desafíos que enfrenta al respecto? Este trabajo intenta dar cuenta del perfil de gestión de la política económica más allá de los estilos múltiples que parecen surgir, analizar las alternativas que se abren a esta administración y explorar la agenda que podría llevar adelante para impulsar el crecimiento y reducir el desempleo. El resto del trabajo se organiza como sigue. La sección 2 presenta los rasgos sobresalientes de la coyuntura económica actual, y destaca el efecto benéfico que sobre ella ha tenido el gradualismo de la política económica. La sección 3 avanza hacia los dos principales desafíos de corto plazo, las renegociaciones de contratos de servicios públicos y de la deuda externa impagada. La sección 4 despliega la agenda económica del desarrollo, aquella sin la cual las soluciones a las cuestiones más urgentes no pueden sostenerse, ni el crecimiento proseguir. La sección 5 presenta las conclusiones

    La economía política de las reformas institucionales en Argentina: Los casos de la política de privatización de Entel, la reforma de la seguridad social y la reforma laboral

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    Quizás los observadores de Argentina no se hayan recuperado totalmente de la impresión producida por la magnitud de los cambios producidos en sus instituciones económicas en los años noventa bajo la presidencia de Carlos Menem. Comenzando en 1989, el país se embarcó en una nueva estrategia de desarrollo centrada en la inversión privada, la apertura externa y las señales de mercado. Considerado desde una perspectiva regional, este proceso de transformación es parte de una tendencia más general. Dentro de este marco, el interés de la experiencia argentina radica en el hecho siguiente: el gobierno que lidera el cambio ha sido electo y es sostenido por la fuerza política -el peronismo- mas identificada con el modelo mercado-internista y estatizante bajo el que se desenvolvió el país desde la segunda posguerra. Anotemos que hasta 1989 el peronismo se comportó de acuerdo al supuesto según el cual los partidos cuyas bases políticas se reclutan entre los sectores sociales suceptibles de ser más castigados por el ajuste estructural serán más refractarios a reformas de mercado. Los avatares de las primeras políticas de estabilización y cambio iniciadas a mediados de los ochenta en respuesta al impacto de la crisis de la deuda externa fueron elocuentes al respecto. Promovidas por el primer gobierno de la transición democrática, presidido por Raúl Alfonsín, dichas políticas fueron afectadas por las vacilaciones del propio gobierno, receloso de sus efectos sobre la consolidación democrática, y, en particular, por la resistencia opuesta desde los sectores organizados por el peronismo, sus legisladores en el Congreso y el movimiento sindical. Vistas, pues, desde este contexto histórico, las reformas institucionales en Argentina tienen un perfil político tal que justifica preguntarse por los factores de economía política que las han hecho posibles. Este ángulo de abordaje provee, además, un correctivo a la opinión, muy difundida, según la cual la clave para explicar la capacidad de decidir e implementar reformas está en la voluntad política de las elites gubernamentales. Por cierto, contar con dicha voluntad política es un factor crucial en la ecuación reformista pero éste no el único que importa. La transformación institucional es siempre una batalla política por llevar a la práctica determinados objetivos. Por lo tanto, ella no se resuelve sólo en la adhesión firme a una orientación de políticas sino que incluye, además, la tarea de movilizar las capacidades institucionales y los apoyos sociales para lanzar las reformas y neutralizar las resistencias que se oponen a ellas. Todo ello convierte al proceso de reformas en una operación sustancialmente política, esto es, una operación cuyo variado desenlace depende de las salidas contingentes que las elites gubernamentales dan a los dilemas distributivos que plantean las reformas y a los condicionamientos institucionales y políticos que circunscriben su acción. Partiendo de este enfoque, en el presente trabajo nos proponemos desagregar el análisis de la experiencia argentina ocupándonos de la trayectoria de un conjunto de políticas de reforma extraído del vasto cambio institucional realizado por la administración de Carlos Menem. El criterio para la selección de los casos a estudiar es el sugerido por los términos de referencia del proyecto de investigación, esto es, el grado en que los objetivos fijados por el gobierno son alcanzados. Tres son las reformas escogidas, la Privatización de Entel, la compañía de telecomunicaciones estatal, que es una reforma exitosa según el criterio enunciado, la Reforma de la Seguridad Social, cuyo desenlace fue una solución de compromiso, y, finalmente, la Reforma Laboral, que avanzó en forma desigual y no llegó a completarse.
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