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    Acerca de la edición del libro académico en acceso abierto

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    "El libro es como la cuchara, el martillo, larueda, las tijeras. Una vez se han inventado, nose puede hacer nada mejor. El libro ha superadola prueba del tiempo […] Quizá evolucionensus componentes, quizá sus páginas dejen deser de papel, pero seguirá siendo lo que es".Umberto Eco La bibliodiversidad se nutre de lo publicado por las editoriales académicas, porque estas difunden saberes y proveen contenidos a la sociedad para discutir y hacer avanzar la ciencia, a partir de proyectos que probablemente no serían rentables comercialmente. Por eso, la difusión y circulación de contenidos es su función principal y una de las herramientas para este propósito es el acceso abierto (Córdoba, 2018). El libro es el soporte de la lectura y su función sigue siendo la misma de hace quinientos años (Eco y Carriére, 2010), lo que ha cambiado es su formato y las maneras de difundirlo. El intercambio de saberes y conocimientos es el pilar de la labor editorial y el editor, como mediador cultural, debe dirigir sus esfuerzos para amplificar el alcance de su trabajo; de ahí que use el acceso abierto, lo cual no significa gratuidad (Córdoba, 2018). Según Giménez (2018), los modelos de financiación del libro en acceso abierto son básicamente dos: la ruta verde, que es la de los repositorios y el preprint y la ruta dorada, que es la publicación bajo un sello editorial, en cuyo caso el autor paga entre 10 000 y 15 000 dólares por concepto de Book Processing Charges (BPC) cuando las editoriales le cobran o las instituciones universitarias subvencionan la edición, como suele pasar en Latinoamérica. Asimismo, existe un modelo intermedio o híbrido, como lo manejan muchas revistas científicas, que tienen parte de sus contenidos en acceso cerrado (pagado por los lectores), y la otra parte, en OA (pagado por los autores). En libros no es habitual este modelo, pero sí hay cofinanciación, como ocurre con publicaciones en ciencias sociales y humanas, en las cuales los autores difícilmente prosperan con los BPC. Un ejemplo de cofinanciación está en Chile, con Ariadna Ediciones (ver http://ariadnaediciones.cl/), que publica libros digitales en acceso abierto sin tasas para los autores y con financiación de instituciones benefactoras (Giménez, 2018). Más allá de todo, lo importante es lograr que se lea lo que se publica. Resulta fundamental no confundir la lectura con el acceso libre a contenidos, porque la lectura es ante todo un proceso complejo que involucra al individuo desde lo emocional y lo cognitivo, y a su entorno social y cultural (Córdoba, 2018), y el acceso es simplemente disponibilidad de libros, revistas o demás materiales. Así, pues, es ese el desafío del editor académico, que recurriendo a nuevos intermediarios (plataformas en línea) pueda cumplir con su tarea como mediador cultural del saber científico

    Editorial

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    Isomorfismo de los Servicios de Telecomunicaciones:un Análisis Cuantitativo

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    El isomorfismo mimético según DiMaggio & Powell (1983) ocurre en campos organizacionales en donde el esfuerzo racional de cada empresa por contrarrestar la incertidumbre, conduce a una homogeneidad entre organizaciones; lo cual se supondría que ocurre en el sector telecomunicaciones a nivel mundial. Para comprobar esta hipótesis, este artículo presenta un modelo de panel de datos desbalanceado que tiene como propósito determinar las diferencias existentes en la prestación de servicios de telecomunicaciones para 69 países. El periodo considerado para el estudio correspondió al quinquenio 2010 – 2015. Los hallazgos principales sugieren la existencia de diferencias en la prestación de los servicios entre países, que no solo se explican por la tecnología, sino que involucran la incidencia de instituciones informales. Se concluye que no existe aún isomorfismo a nivel de los países analizados

    ¿Educación de calidad para qué?

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    Editoria

    Acerca de las altmetrics

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    Acerca de la obsolescencia de las referencias bibliográficas

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    En días pasados me encontré con el artículo de Arias (2017), en donde se presentan hallazgos acerca de la obsolescencia de las referencias citadas para un estudio enfocado en tesistas y tutores de pregrado y posgrado de instituciones universitarias en Venezuela. Lo valioso de este estudio es que se concentró en las áreas de Ciencias Sociales y Humanidades, encontrando que existe un mito sobre el envejecimiento que tienen las referencias de 5 años para atrás, es decir, existe una creencia no sustentada al respecto. Estudios previos como los de Burton & Kleber (1960), Lascurain (2006), Escorcia (2008), López et al. (2010), Sjoberg (2010), Arao, Santos & Guedes (2015) muestran que existen horizontes muy superiores a los 5 años para declarar la obsolescencia de las fuentes documentales citadas en un trabajo académico, y que este envejecimiento depende del área de conocimiento.Este tema reviste importancia en la medida que existen infinidad de creencias infundadas alrededor del mismo, que hacen parte de los imaginarios de profesores, estudiantes, tesistas, director de trabajo de grado, jurados, editores y demás actores involucrados en la producción científica, lo que permea la evaluación y gestión de trabajos derivados del ejercicio investigativo en los diferentes niveles de formación académica, desde la escuela básica hasta la universidad.Es bueno repensar el tema, ya que se puede correr el riesgo de poner en entredicho a los autores clásicos con el pretexto de que han pasado muchos años desde que se escribieron sus obras (Roncancio & Camargo, 2016), en cuyo caso la conservación cultural se alteraría, ya que la “novedad” estaría por sobre los desarrollos históricos de la ciencia y el conocimiento humano, lo que resulta un contrasentido sobre todo en las humanidades y las ciencias sociales, donde ideas de varios siglos atrás tienen sentido y valor en el presente

    Acerca del incremento de los Article Processing Charges

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    El acceso libre y sin restricciones a la ciencia por parte de la ciudadanía no anula un hecho, pues su difusión y conservación en Open Access (OA) implica unos costos que alguien debe asumir. Comúnmente las instituciones educativas, los Gobiernos, entre otros, han subvencionado estos costos; en otras situaciones los autores y sus financiadores han asumido los cargos por procesamiento (Article Processing Charges [APC]), que pueden oscilar entre 500 y 5000 dólares por documento (Camargo, 2018). Varias iniciativas han surgido para conseguir que la ciencia se comunique de forma abierta. El Plan S es una de estas, que surgió como una idea europea (extensible a todo el mundo) para que en 2021 los resultados de investigación financiados con recursos públicos se publiquen en revistas o plataformas de OA (Science Europe, 2018), lo que implica que las instituciones financiadoras paguen por los APC que tienen journals híbridos o por suscripción. Además proponen que los APC tengan topes y se estandaricen (Johnson, 2019), lo cual resulta poco factible porque, como manifiesta Khoo (2019), estos han venido aumentando en los últimos años por encima de la inflación, con el consecuente incremento en el volumen de artículos que se publican bajo este esquema de financiación. Esto ha llevado a considerar a las publicaciones que pagan APC como un bien de lujo, situación entendible si se considera el creciente afán por divulgar lo investigado, obtener citaciones y figurar en el mundo académico, no solo a nivel personal, sino también institucional. Este fenómeno muestra la inelasticidad de los APC por parte de la demanda de quienes se interesan por publicar. El OA falló al inducir la reducción de los costos de publicación por el aumento de opciones para los autores a más bajos precios, porque las revistas que cobran APC no han perdido escritores y los APC no han bajado por efecto de una mayor competencia en el mercado de las ediciones periódicas y arbitradas. Así, para los autores y financiadores, agregar un costo más a los ya acaecidos en el desarrollo de los proyectos investigativos es irrelevante, si se tiene en cuenta que estas revistas tienen como factores diferenciadores el “prestigio” y la legitimidad científica, a pesar de tener altos APC (Khoo, 2019). Esta dinámica del mercado deja bien paradas a las grandes casas editoriales y revistas que cobran APC porque mejoran su financiación; le es indiferente a la comunidad científica ávida de publicar, por la explicada insensibilidad de su demanda a los APC; favorece a los consumidores de las publicaciones en OA porque alguien en el ecosistema subvenciona el consumo que hacen de los contenidos, e impide que en el corto o, incluso, mediano plazo, funcionen propuestas de mercados regulados para los APC, como el que propone el Plan S
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