48 research outputs found

    Informe del grupo de análisis científico de coronavirus del ISCIII (GACC-ISCIII)

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    Este informe está realizado con la evidencia científica disponible en este momento y podrá ser actualizado si surgen nuevas evidencias.La secuenciación genética es una tecnología que permite conocer y descifrar el código genético que tienen todos los seres vivos. Se trata de ‘leer’ ese código, que contiene información imprescindible para su desarrollo y funcionamiento, como si de un libro de instrucciones genéticas se tratase. Estas señas de identidad, que definen las características y la ‘firma genética’ de los organismos biológicos, vienen ‘inscritas’ en moléculas llamadas ácidos nucleicos, formadas por nucleótidos. En el caso de los virus hay un importante debate científico sobre si son realmente organismos vivos, ya que no son capaces de realizar algunas de las funciones biológicas primordiales. En todo caso, la secuenciación genómica del nuevo coronavirus ha sido desde su descubrimiento uno de los principales objetivos, ya que es la puerta de entrada para poder conocerlo y combatirlo. En lo que va de año 2020 se han conseguido secuenciar miles de genomas completos del coronavirus, gracias al análisis de muestras de pacientes afectados por la enfermedad COVID-19. Lograr esta secuenciación es fundamental para conocer mejor el virus y definir sus características y comportamiento. De entrada, la secuenciación permitió clasificarlo, definirlo e incluirlo como un nuevo miembro de las familias de virus ya conocidas, bautizándolo como SARS-CoV-2. La secuenciación genómica del SARS-CoV-2 ha permitido averiguar su origen (ver informe sobre origen del coronavirus), saber cómo se transmite (ver informe sobre mecanismos de transmisión), investigar su capacidad de difusión y contagio, y lograr información necesaria para el futuro desarrollo de fármacos y vacunas. En la actualidad la mayoría de centros de investigación son capaces de hacer secuenciación genética. Hay diferentes tecnologías para llevarla a cabo. La secuenciación de Sanger, una de las primeras en desarrollarse y clave para automatizar el proceso de secuenciación que se conoce hoy, sigue siendo una referencia. A lo largo de los años han ido surgiendo nuevas tecnologías que permiten obtener más información del organismo secuenciado de manera más rápida. Entre ellas destacan tecnologías como Illumina e IonTorrent, consideradas parte de la segunda generación de secuenciación genómica, y Pacific Bioscience y Oxford Nanopore, que ya forman parte de una tercera generación de esta tecnología. La secuenciación genómica ha protagonizado uno de los grandes hitos científicos del siglo XXI, la presentación del Proyecto Genoma Humano, que desveló nuestro código genético y que ha revolucionado el estudio de nuestras características biológicas y la lucha contra las enfermedades. Entre las aplicaciones de la secuenciación están el mayor conocimiento de los orígenes de las especies, la detección precoz de síndromes y de genes asociados a enfermedades y la identificación de personas en ciencia forense, entre otras.N

    Canagliflozin and renal outcomes in type 2 diabetes and nephropathy

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    BACKGROUND Type 2 diabetes mellitus is the leading cause of kidney failure worldwide, but few effective long-term treatments are available. In cardiovascular trials of inhibitors of sodium–glucose cotransporter 2 (SGLT2), exploratory results have suggested that such drugs may improve renal outcomes in patients with type 2 diabetes. METHODS In this double-blind, randomized trial, we assigned patients with type 2 diabetes and albuminuric chronic kidney disease to receive canagliflozin, an oral SGLT2 inhibitor, at a dose of 100 mg daily or placebo. All the patients had an estimated glomerular filtration rate (GFR) of 30 to <90 ml per minute per 1.73 m2 of body-surface area and albuminuria (ratio of albumin [mg] to creatinine [g], >300 to 5000) and were treated with renin–angiotensin system blockade. The primary outcome was a composite of end-stage kidney disease (dialysis, transplantation, or a sustained estimated GFR of <15 ml per minute per 1.73 m2), a doubling of the serum creatinine level, or death from renal or cardiovascular causes. Prespecified secondary outcomes were tested hierarchically. RESULTS The trial was stopped early after a planned interim analysis on the recommendation of the data and safety monitoring committee. At that time, 4401 patients had undergone randomization, with a median follow-up of 2.62 years. The relative risk of the primary outcome was 30% lower in the canagliflozin group than in the placebo group, with event rates of 43.2 and 61.2 per 1000 patient-years, respectively (hazard ratio, 0.70; 95% confidence interval [CI], 0.59 to 0.82; P=0.00001). The relative risk of the renal-specific composite of end-stage kidney disease, a doubling of the creatinine level, or death from renal causes was lower by 34% (hazard ratio, 0.66; 95% CI, 0.53 to 0.81; P<0.001), and the relative risk of end-stage kidney disease was lower by 32% (hazard ratio, 0.68; 95% CI, 0.54 to 0.86; P=0.002). The canagliflozin group also had a lower risk of cardiovascular death, myocardial infarction, or stroke (hazard ratio, 0.80; 95% CI, 0.67 to 0.95; P=0.01) and hospitalization for heart failure (hazard ratio, 0.61; 95% CI, 0.47 to 0.80; P<0.001). There were no significant differences in rates of amputation or fracture. CONCLUSIONS In patients with type 2 diabetes and kidney disease, the risk of kidney failure and cardiovascular events was lower in the canagliflozin group than in the placebo group at a median follow-up of 2.62 years

    The IDENTIFY study: the investigation and detection of urological neoplasia in patients referred with suspected urinary tract cancer - a multicentre observational study

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    Objective To evaluate the contemporary prevalence of urinary tract cancer (bladder cancer, upper tract urothelial cancer [UTUC] and renal cancer) in patients referred to secondary care with haematuria, adjusted for established patient risk markers and geographical variation. Patients and Methods This was an international multicentre prospective observational study. We included patients aged ≥16 years, referred to secondary care with suspected urinary tract cancer. Patients with a known or previous urological malignancy were excluded. We estimated the prevalence of bladder cancer, UTUC, renal cancer and prostate cancer; stratified by age, type of haematuria, sex, and smoking. We used a multivariable mixed-effects logistic regression to adjust cancer prevalence for age, type of haematuria, sex, smoking, hospitals, and countries. Results Of the 11 059 patients assessed for eligibility, 10 896 were included from 110 hospitals across 26 countries. The overall adjusted cancer prevalence (n = 2257) was 28.2% (95% confidence interval [CI] 22.3–34.1), bladder cancer (n = 1951) 24.7% (95% CI 19.1–30.2), UTUC (n = 128) 1.14% (95% CI 0.77–1.52), renal cancer (n = 107) 1.05% (95% CI 0.80–1.29), and prostate cancer (n = 124) 1.75% (95% CI 1.32–2.18). The odds ratios for patient risk markers in the model for all cancers were: age 1.04 (95% CI 1.03–1.05; P < 0.001), visible haematuria 3.47 (95% CI 2.90–4.15; P < 0.001), male sex 1.30 (95% CI 1.14–1.50; P < 0.001), and smoking 2.70 (95% CI 2.30–3.18; P < 0.001). Conclusions A better understanding of cancer prevalence across an international population is required to inform clinical guidelines. We are the first to report urinary tract cancer prevalence across an international population in patients referred to secondary care, adjusted for patient risk markers and geographical variation. Bladder cancer was the most prevalent disease. Visible haematuria was the strongest predictor for urinary tract cancer

    ¿Está cambiando la pandemia la ciencia y la manera de comunicarla?

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    Artículo de divulgación publicado en The Conversation España el día 30/12/2021.Se cumplen dos años del comienzo de la pandemia del SARS-CoV-2 y la covid-19. La ciencia nunca había sido tan prolífica, ni tan mediática, durante tanto tiempo ni con tanta intensidad como ahora.N

    Informe científico-divulgativo: un año de coronavirus SARS-CoV-2

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    Este informe resume el conocimiento adquirido a lo largo de 2020 en torno al coronavirus SARS- CoV-2 y está realizado con la evidencia científica disponible hasta la fecha de su elaboración (última quincena de año).N

    Evolución del coronavirus SARS-CoV-2

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    Este informe está realizado con la evidencia científica disponible en la fecha de su elaboración y podrá ser actualizado si surgen nuevas evidenciasEl genoma de un organismo es el conjunto de toda su información genética, el ‘libro’ que define sus principales características biológicas. El primer genoma del coronavirus SARS-CoV-2 se obtuvo el pasado mes de enero y fue el primer paso para comprender mejor cómo se comporta y actúa el virus. Desde entonces se han secuenciado más de 40.000 genomas del SARS-CoV-2 en todo el mundo, una información que está permitiendo rastrear cómo se propaga el virus gracias a estudios de genética y epidemiología molecular. Todos los virus van generando copias de su genoma mientras infectan a otros organismos. En este proceso se van produciendo pequeños cambios, mutaciones genéticas en el genoma cuyo análisis permite trazar cómo se transmite el virus entre personas. Al investigar estas mutaciones en el SARS-CoV-2, los científicos han podido establecer lo que se conoce como ‘clusters’ filogenéticos del coronavirus, diferentes tipos o ‘ramas’ del virus que explican su origen, evolución y difusión. De esta manera, ya hay bastante información sobre cómo se ha propagado el virus por todo el mundo, y sobre qué mutaciones y características tiene en diferentes localizaciones geográficas. Hasta el momento se han diferenciado varias ‘familias’ del nuevo coronavirus, denominadas clados filogenéticos, caracterizadas por diferentes mutaciones. Todos los grandes clados del virus, que ayudan a explicar su origen y distribución, se han encontrado en prácticamente todos los países del mundo; todos los clados están en casi todos los países, con variaciones en la frecuencia de cada uno. Una de las variantes del SARS-CoV-2 se ha convertido en la forma genética mayoritaria en muchos países del mundo, y en Europa en particular. El análisis de las mutaciones que va sufriendo el virus también está permitiendo investigar si, según pasa el tiempo, su capacidad de transmisión e infección se atenúa o se hace más fuerte. . Las características genéticas y evolución del virus se siguen estudiando. El análisis de cómo se transmite, mediante una disciplina conocida como epidemiología genómica, es fundamental para conocer la diversidad del virus en un territorio concreto, evaluar su propagación y facilitar la toma de decisiones y medidas de contención para evitar su expansión. Por el momento hay escasas evidencias de que algunas de las variantes que se conocen del SARS-CoV-2 puedan ser más o menos agresivas o virulentas. Las características genéticas y evolución del virus se siguen estudiando. El análisis de cómo se transmite, mediante una disciplina conocida como epidemiología genómica, es fundamental para conocer la diversidad del virus en un territorio concreto, evaluar su propagación y facilitar la toma de decisiones y medidas de contención para evitar su expansión.N

    Informe del grupo de análisis científico de coronavirus del ISCIII (GACC-ISCIII)

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    Este informe está realizado con la evidencia científica disponible en este momento y podrá ser actualizado si surgen nuevas evidencias.El descubrimiento del nuevo coronavirus tiene su origen en un mercado de mariscos situado en la ciudad china de Wuhan. El primer caso notificado fue el de un trabajador del citado mercado, que ingresó en un hospital el 26 de diciembre de 2019 con neumonía grave e insuficiencia respiratoria. Tras diversos análisis se encontró en esta persona el séptimo coronavirus capaz de infectar a humanos, al que se denominó SARS-CoV-2. El SARS-CoV-2 guarda similitudes con los otros coronavirus conocidos, pero no es exactamente igual. Su hallazgo se suma a cuatro coronavirus endémicos, conocidos hace tiempo y causantes del 20% de los resfriados comunes, y a dos coronavirus epidémicos aparecidos este siglo: el relacionado con el síndrome respiratorio severo agudo (SARS-CoV), descubierto en 2003, y el relacionado con el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV), aparecido en 2012. El nuevo coronavirus tiene muchas similitudes con todos ellos, especialmente con el SARS-CoV de 2003, pero también algunas diferencias significativas; de hecho, a los que más se parece es a otros dos coronavirus de origen animal. Todavía no se conoce de dónde proviene el SARS-CoV-2, aunque diversas investigaciones descartan casi por completo la posibilidad de que surgiera en un laboratorio debido a la acción humana. Análisis genéticos realizados hasta el momento, tomando como base los otros coronavirus conocidos, sugieren que el murciélago o el pangolín pudieron ser los animales que lo transmitieron a humanos. Este proceso de transmisión del animal al hombre se denomina transferencia zoonótica. Al respecto, hay dos teorías sobre este origen. La primera señala que el virus reunió sus actuales características genéticas por selección natural en el animal que transmitió el virus a los humanos. En este caso, el virus se habría convertido en patógeno para el ser humano antes de propagarse entre las personas. La segunda sugiere que esta selección natural que confiere al virus sus señas de identidad se dio ya en humanos, después de producirse la transferencia zoonótica; según esta última teoría, un ancestro del SARS-CoV-2 habría pasado de animales personas antes de mutar y convertirse en el virus que ahora conocemos. Ninguna de las dos teorías ha podido confirmarse hasta el momento. Lo que sí se sabe es que, si el virus llegó a los humanos en su forma de patógeno actual desde una fuente animal (como postula la primera de las dos teorías), la posibilidad de que se produzcan más brotes en el futuro aumentaría porque la cepa que causa la enfermedad podría seguir circulando entre los animales.N

    Factores de riesgo en la enfermedad por SARS-CoV-2 (COVID-19)

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    Este informe está realizado con la evidencia científica disponible en la fecha de su elaboración y podrá ser actualizado si surgen nuevas evidenciasEl coronavirus SARS-CoV-2 no afecta a todos por igual. De forma generalizada, las personas mayores sufren más la enfermedad y muestran una peor evolución, mientras que también se ha comprobado que la COVID-19 afecta más a los hombres que a las mujeres, y que en niños y jóvenes la enfermedad se da de manera más leve o asintomática. El estudio de los factores de riesgo relacionados con la COVID-19 lleva ocupando a la comunidad científica y sanitaria desde el inicio de la pandemia. Además, la incidencia y gravedad se puede relacionar con la presencia de enfermedades crónicas. Las comorbilidades (existencia de otras enfermedades y síndromes previos) pueden explicar buena parte de estas diferencias por edad y sexo, ya que las personas mayores suelen tener más patologías y la incidencia de muchas enfermedades varía entre hombres y mujeres. Por otro lado, existe la hipótesis de que las divergencias por sexo podrían relacionarse con diferencias en la expresión de un receptor celular denominado ACE2, que es el que permite que el virus entre en las células humanas. También hay que tener en cuenta otros posibles factores, como el tabaquismo, la obesidad, el funcionamiento del sistema inmunológico o la genética, y que la población socialmente más vulnerable puede verse más afectada.Entre los posibles factores de riesgo que definen cómo afecta la enfermedad a las personas pueden citarse los siguientes, cuya relación con la COVID-19 aún debe demostrarse y/o estudiarse más en profundidad: Enfermedades cardiovasculares (cardiopatías, hipertensión...) Diabetes Enfermedades respiratorias crónicas (EPOC) Enfermedades renales Cáncer Inmunosupresión (pacientes oncológicos, trasplantados...) Enfermedades renales Enfermedades neurológicas (Alzheimer) Sobrepeso/obesidad TabaquismoS

    Informe del grupo de análisis científico de coronavirus del ISCIII (GACC-ISCIII)

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    Este informe está realizado con la evidencia científica disponible en la fecha de su elaboración y podrá ser actualizado si surgen nuevas evidencias.La pandemia de COVID-19 está poniendo de mayor relieve la evolución que la difusión y la comunicación de la ciencia ya llevan tiempo experimentando. Tanto la ciencia como su difusión están viviendo un punto de inflexión y algunos de los cambios que se observaban en los últimos años se están acelerando y están ganando relevancia con la cobertura informativa del nuevo coronavirus. Para entender estos cambios hay que saber de qué manera se difunde la ciencia. En el ámbito profesional, una de las principales formas que tiene la comunidad investigadora de dar a conocer su trabajo es la publicación de artículos científicos, que describen en revistas científicas las investigaciones y sus resultados. Estos artículos, que se publican en revistas de diferente prestigio, son revisados y evaluados por otros investigadores antes de salir a la luz, proceso que se conoce como ‘revisión por pares’ o ‘peer review’. Esta es una de las características del método científico, un consenso profesional que también obliga a que los resultados de una investigación sean reproducibles para considerarlos como válidos. Una vez publicados en revistas científicas, para acceder a los artículos científicos la comunidad investigadora debe pagar tasas. En las últimas décadas está cobrando relevancia el ‘Open Access’ o ‘Acceso Abierto’, un movimiento que promueve un acceso libre y sin restricciones a la información producida por los investigadores, así como su reutilización. Este concepto trata de cambiar el modelo establecido, en el que la comunidad investigadora no siempre tiene un acceso fácil y gratuito al trabajo de sus colegas. Al respecto, la existencia de repositorios de los llamados ‘preprints’ -artículos científicos que aún no han sido revisados ni publicados en una revista científica- supone otro factor en la ecuación de la difusión de la ciencia

    Informe del grupo de análisis científico de coronavirus del ISCIII (GACC-ISCIII)

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    Este informe está realizado con la evidencia científica disponible en la fecha de su elaboración y podrá ser actualizado si surgen nuevas evidencias.La relación entre contaminación del aire e infección por COVID-19 no está confirmada, pero existen diversas investigaciones publicadas que sugieren un vínculo, y la comunidad científica maneja diversas hipótesis que explicarían esta relación. Ya que aún no existen evidencias, pero sí resultados preliminares plausibles, hay que seguir analizando una posible relación causal entre la mala calidad del aire y una mayor incidencia y/o gravedad de la enfermedad causada por el SARS-CoV-2. La mayoría de estudios realizados hasta el momento que sí hallan relación entre contaminación y COVID-19 no están revisados por pares (no han sido evaluados aún) y tienen deficiencias metodológicas. Además, incluyen factores asociados que pueden ‘falsear’ el establecimiento de un vínculo entre calidad del aire y enfermedad, como la densidad de población, la pobreza, los recursos sanitarios, el porcentaje de personas fumadoras y otras condiciones meteorológicas, entre otras. En todo caso, estas investigaciones incluyen hipótesis plausibles y resultados preliminares que apuntan a que la relación puede ser cierta, ya que hablan de mayor incidencia y mortalidad en zonas con aire más contaminado. Con estos datos, la comunidad científica maneja dos hipótesis. La primera investiga si las propias partículas contaminantes son capaces de transportar de forma viable el virus, favoreciendo su difusión y pudiendo aumentar los contagios. La segunda se centra en el mayor riesgo cardiorrespiratorio que tienen las personas expuestas de forma habitual a altos niveles de contaminación del aire, que podría complicar el desarrollo de la enfermedad. El Instituto de Salud Carlos III está estudiando esta posible relación entre contaminación del aire e incidencia y propagación de COVID-19 y SARS-CoV-2, en un proyecto que tiene como objetivo analizar y cuantificar la influencia de factores como la temperatura, la humedad ambiental y la contaminación atmosférica en la aparición y desarrollo de la enferN
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