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    Efectividad del dispositivo intravaginal en su primer y segundo uso en inseminación artificial a tiempo fijo en bovinos Girolando

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    El dispositivo intravaginal es un implante en forma de T a base de progesterona, la cual se absorbe a diario a través de la mucosa vaginal de la vaca, provocando el bloqueo hipotalámico- hipofisario, evitando la aparición de celos hasta el momento de ser retirado; en Colombia a menudo se usa el dispositivo en hatos ganaderos para los protocolos de sincronización con el fin de lograr una mejor planificación y un mayor índice productivo. En el mercado se encuentran dos clases de dispositivos, uno de un solo uso y otro de dos usos, como tratamiento en vacas anovulatorias, también en novillas que muestran estros prematuros, consiguiendo mejoras en el rendimiento productivo. En este trabajo se evaluó la eficacia del dispositivo intravaginal de dos usos en su primera y segunda aplicación para determinar si hay o no diferencias significativas en cuanto al número de preñeces, ya que actualmente en el entorno ganadero hay cierta controversia del tema en cuanto a su eficacia. El estudio se llevó a cabo en la hacienda la Moravia, en el municipio de Cartago Valle Colombia, en un grupo de 12 animales cruce Girolando, las 12 vacas se sincronizaron con el dispositivo intravaginal de dos usos. El primer grupo de 6 vacas se sincronizaron con el dispositivo en su primera aplicación y el segundo grupo de 6 vacas se sincronizo con el mismo dispositivo en su segunda aplicación. Los protocolos y las pajillas fueron iguales para ambos grupos. También se buscó uniformidad en el número de partos, días abiertos y condición corporal. El resultado se evaluó con la prueba estadística x², arrojando diferencias significativas entre ambas aplicaciones

    Recomendaciones para el uso racional de la prueba 25-hidroxi vitamina D Policy Brief

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    El incremento exponencial en la solicitud de pruebas de laboratorio de 25-Hidroxivitamina D o [25(OH)D ha encendido las alarmas y generado un fuerte llamado de atención, dado que puede reflejar falencias en la estandarización de la práctica clínica y en el uso no sistemático de la evidencia científica para la toma de decisiones en la vida real, que permitan analizar las indicaciones de la prueba, su frecuencia, interpretación e incluso para valorar el impacto para los sistemas de salud, especialmente cuando se contrasta con los mínimos o casi nulos efectos de la estrategia de tamizar o suplir indiscriminadamente a la población general, sin considerar una evaluación clínica integral de riesgos y necesidades de las personas. Desde un punto de vista meramente de impacto en salud pública, la consecuencia de solicitudes masivas y no indicadas, están afectando a la mayoría de los sistemas e instituciones de salud a nivel global. Los estudios primarios que determinaban valores de ingesta promedio poblacional, han sido ampliamente utilizados en la formulación de recomendaciones en Guías de Práctica Clínica (GPC), pero lastimosamente interpretados de forma errónea como puntos de corte para diagnosticar enfermedad y permitir la exagerada prescripción de esquemas de suplencia. El coeficiente de variación en los ensayos de rutina para medir niveles sanguíneos de 25(OH)D3 es alto (28%), disminuyendo la precisión global de la prueba y de forma simultánea, incrementando tanto los valores falsamente altos como falsamente bajos. La evidencia científica más reciente, analiza y cuestiona seriamente, la utilidad y el efecto real de la práctica masiva e indiscriminada de prescribir vitamina D sin un análisis exhaustivo de riesgo. La evidencia disponible es insuficiente para recomendar de forma general la suplencia de vitamina D para prevenir fracturas, caídas, cambios en la densidad mineral ósea, incidencia de enfermedades cardiovasculares, enfermedad cerebrovascular, neoplasias y tampoco en modificar la curva de crecimiento de hijos de madres que recibieron vitamina D como suplencia durante la gestación. Las recomendaciones presentadas en el documento se sustentan en el análisis crítico de la evidencia actual y en los principios de buenas prácticas clínicas e invitan a considerar un uso racional de las pruebas de 25(OH)D en el contexto de una práctica clínica centrada en las personas y una evaluación integral de necesidades y riesgos. Los principios de buena práctica sugieren que los clínicos puedan ser capaces de justificar que los resultados de la prueba de 25(OH)D influyen de manera contundente y definida la práctica clínica y modifican los desenlaces que interesan a las personas e impactan en su salud y bienestar. En la actualidad no hay claridad de cómo interpretar los resultados, y la relación entre los síntomas y los niveles de 25(OH)D, la cual, podría no ser consistente con la alta prevalencia de deficiencia de vitamina D reportada. Por tal razón, se sugiere revisar la racionalidad de la solicitud de pruebas para monitoreo sistemático de niveles de 25(OH)D o en todos los casos donde se realiza suplencia. Considerar el uso de las pruebas de 25(OH)D dentro de la evaluación integral de personas con sospecha o confirmación de las siguientes condiciones: raquitismo, osteomalacia, osteoporosis, híper o hipo paratiroidismo, síndromes de mala absorción, sarcopenia, enfermedad ósea metabólica
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