La cantidad de información que debemos
manejar (ciencias, artes,
humanidades, legislación, política,
economía, etcétera) es abrumadora. Una
persona, cualquier persona, debe saber un
poco de todo esto por varias razones. Primera,
porque sí: tenemos que saber muchas
cosas para satisfacer una pulsión natural, la
curiosidad. Segunda, porque interactuamos
socialmente. Las conversaciones tienen un
rico desorden, tocan todos los temas y nos
obligan a manejar una información variada
que va desde el chisme de farándula hasta
noticias políticas, económicas o científicas.
Tercera, porque interactuamos profesionalmente.
Los tiempos de los genios que lo
sabían todo y trabajaban solos ya pasaron.
Hoy, el trabajo se hace en grupos multidisciplinarios
y, para encajar bien en ellos,
debemos entender siquiera la línea gruesa
de los lenguajes y los conceptos de otras
profesiones
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