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Competencia: Variaciones y fuga. Hacia la noción de ser competente.
La palabra “competencia” es ambigua. Tal vez no exista escenario académico contemporáneo en el que no aparezca acompañada de una especial resonancia. Su empleo cada vez más frecuente e indiscriminado, llevaría a pensar que sobre ella no existe una definición uniforme o unívoca, sino que, por el contrario, allí se mezclan multitud de significaciones, a veces tan alejadas entre sí, que harían pensar que no existe conexión alguna entre ellas. El presente ensayo pretende, a partir de una reflexión pedagógica e histórica ubicar el concepto de competencia en el campo de las Ciencias de la Salud. Lo anterior implica en primer lugar describir el proceso de formación de los conceptos y su inscripción en lo que denominamos pensamiento moderno. En segundo lugar, argumentar que la tradicional distinción mente-cuerpo es cada vez menos obvia y que lo “sensorial” es un componente crucial en el proceso de formación de los conceptos. Por último, proponer un concepto de competencia para las Ciencias de la Salud que, si responde adecuadamente a los dos pasos anteriores, debe llevar a la formación de seres competentes y médicos integrales. El contenido del presente ensayo se apoya en las reflexiones de diferentes autores ubicados en los campos de la Filosofía, la Pedagogía, la Semiótica y las ciencias cognitivas, entre otros
Lenguaje y Medicina. La impotencia del lenguaje científico.
El presente ensayo pretende en forma muy breve, propiciar una reflexión sobre el quehacer médico y su relación con la ciencia. En Medicina ha existido una tradición positivista que toma muy en serio todas las técnicas y los marcos teóricos de la Medicina Occidental y desprecia en forma tajante cualquier otra forma de conocimiento médico tradicional u homeopático, quizá porque no se ajusta a los niveles de evidencia que el método científico exige. La racionalidad científica erige a la Ciencia Natural -y con ella a la Medicina Occidental- en el único paradigma del conocimiento médico. Herencia de la tradición Positivista, la Medicina Occidental y el método científico que la sustenta se han erigido en paradigmas del conocimiento. En nuestros métodos de enseñanza, y en la labor médica subyace una forma de pensamiento y de conocimiento que rinde pleitesía al modelo positivista sobre el cual se edifica la ciencia. Sin embargo, la crisis de la Modernidad y, con ella, la fragmentación de las dicotomías han obligado a repensar el viejo problema de la relación sujeto-dueño del conocimiento y objeto-cuerpo a ser estudiado. Hoy, imbuídos en la pluralidad y relativismo que impregna la cultura, es difícil seguir manteniendo la tesis de la neutralidad de la ciencia y de la pertinencia de los métodos que la sustentan. Una crítica al lenguaje científico pudiera ser la base para la elaboración de una propuesta tendiente a subvertir dicho lenguaje y cuestionar su objetividad y neutralidad. Las consecuencias de ésta posición alterna se traducirán en una nueva mirada a nuestra práctica como estudiantes, docentes y médicos
Lenguaje y Medicina. La impotencia del lenguaje científico.
El presente ensayo pretende en forma muy breve, propiciar una reflexión sobre el quehacer médico y su relación con la ciencia. En Medicina ha existido una tradición positivista que toma muy en serio todas las técnicas y los marcos teóricos de la Medicina Occidental y desprecia en forma tajante cualquier otra forma de conocimiento médico tradicional u homeopático, quizá porque no se ajusta a los niveles de evidencia que el método científico exige. La racionalidad científica erige a la Ciencia Natural -y con ella a la Medicina Occidental- en el único paradigma del conocimiento médico. Herencia de la tradición Positivista, la Medicina Occidental y el método científico que la sustenta se han erigido en paradigmas del conocimiento. En nuestros métodos de enseñanza, y en la labor médica subyace una forma de pensamiento y de conocimiento que rinde pleitesía al modelo positivista sobre el cual se edifica la ciencia. Sin embargo, la crisis de la Modernidad y, con ella, la fragmentación de las dicotomías han obligado a repensar el viejo problema de la relación sujeto-dueño del conocimiento y objeto-cuerpo a ser estudiado. Hoy, imbuídos en la pluralidad y relativismo que impregna la cultura, es difícil seguir manteniendo la tesis de la neutralidad de la ciencia y de la pertinencia de los métodos que la sustentan. Una crítica al lenguaje científico pudiera ser la base para la elaboración de una propuesta tendiente a subvertir dicho lenguaje y cuestionar su objetividad y neutralidad. Las consecuencias de ésta posición alterna se traducirán en una nueva mirada a nuestra práctica como estudiantes, docentes y médicos
Miembro fantasma: Memoria de la violencia
A partir de la controversia sobre la linealidad y univocidad de los conceptos y de las posibilidades y resonancias semánticas de la metáfora como herramienta cognitiva, el presente ensayo explora la metáfora “miembro fantasma” para, desde sus inmediatas implicaciones médicas (el concepto de neuromatriz, entre otros), revisar las insospechadas referencias sociales de ésta metáfora. La argumentación conduce a plantear una nueva definición del concepto de discapacidad y, en un contexto de justicia y reparación, el concepto de víctima de la violencia en Colombia
Competencia: Variaciones y fuga. Hacia la noción de ser competente.
La palabra “competencia” es ambigua. Tal vez no exista escenario académico contemporáneo en el que no aparezca acompañada de una especial resonancia. Su empleo cada vez más frecuente e indiscriminado, llevaría a pensar que sobre ella no existe una definición uniforme o unívoca, sino que, por el contrario, allí se mezclan multitud de significaciones, a veces tan alejadas entre sí, que harían pensar que no existe conexión alguna entre ellas. El presente ensayo pretende, a partir de una reflexión pedagógica e histórica ubicar el concepto de competencia en el campo de las Ciencias de la Salud. Lo anterior implica en primer lugar describir el proceso de formación de los conceptos y su inscripción en lo que denominamos pensamiento moderno. En segundo lugar, argumentar que la tradicional distinción mente-cuerpo es cada vez menos obvia y que lo “sensorial” es un componente crucial en el proceso de formación de los conceptos. Por último, proponer un concepto de competencia para las Ciencias de la Salud que, si responde adecuadamente a los dos pasos anteriores, debe llevar a la formación de seres competentes y médicos integrales. El contenido del presente ensayo se apoya en las reflexiones de diferentes autores ubicados en los campos de la Filosofía, la Pedagogía, la Semiótica y las ciencias cognitivas, entre otros