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    Public health surveillance: a pressing need.

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    [ES] La vigilancia en salud pública es el marco óptimo para el control de las enfermedades y la toma de decisiones basadas en la evidencia. Su definición incluye todos los ámbitos en los que la autoridad sanitaria interviene (análisis de la situación de salud, definición de prioridades, evaluación de políticas e investigación sanitaria)1,2. Además, es el origen de la decisión basada en la evidencia en salud pública y tiene valor incluso cuando no existen intervenciones posibles, ya que sus hallazgos contribuyen a la planificación o inspiran nuevas líneas de investigación2. Conscientes de la necesidad de ir más allá de las enfermedades infecciosas, en 1970, los Centers for Disease Control and Prevention de los Estados Unidos se reorientaron para incorporar las enfermedades crónicas y los factores de riesgo en sus sistemas de vigilancia, al igual que otros países desarrollados2-4. La vigilancia en salud pública solo tiene sentido cuando va unida a la puesta en marcha de medidas para el control de las enfermedades y de los riesgos para la salud; su meta es «información para la acción». Para ello, requiere el reconocimiento de la autoridad sanitaria, capacidad ejecutiva y una presencia relevante en las Administraciones sanitarias integrantes del conjunto del Estado. En Espana, ˜ el concepto de vigilancia en salud pública se ha incorporado recientemente con la Ley 33/2011 General de Salud Pública (LGSP). Dentro de este contexto, tratamos de valorar nuestra trayectoria histórica, así como sus debilidades y fortalezas, para poner en marcha un proyecto de vigilancia en salud pública en Espana. [EN] Objectives To describe anti-tuberculosis drug consumption in Spain for the period, 1985–1995, compare the associated time trend and geographical pattern against case reports of tuberculosis (TB), and estimate the number of persons undergoing anti-tuberculosis therapy in 1995. Methods The official Drug Database was used to ascertain consumption of anti-tuberculosis drugs (isoniazid, rifampicin, pyrazinamide and ethambutol) in Spain during the period, 1985–1995. The technical units of measurement used for comparison purposes were daily defined dose (DDD) and DDD rate per day per 100,000 population. Annual trends and geographical patterns of consumption were plotted. The respective numbers of persons treated in 1995 with each of the four drugs were first estimated and then compared against TB case reports. Results There was an overall decline in the consumption of isoniazid, rifampicin and ethambutol over the period, 1985–1995, though the former two registered rises in 1991 and 1992. Pyrazinamide consumption showed growth throughout the study period. The highest 1995 consumption rates were registered by Galicia, Cantabria, Asturias, the Basque Country, Ceuta and Melilla, and the lowest by the Canary Islands and Navarre. Comparisons run against TB case reports revealed a greater degree of underreporting in certain provinces. In 1995, approximately 18,858 persons (48 per 100,000 population) must be assumed to have undergone pyrazinamide therapy in Spain, indicating that the reported TB rate of 22 per 100,000 population could well represent underreporting in excess of 100%. Conclusions The trend in anti-tuberculosis drug consumption reflects shifts in treatment guidelines and is compatible with a rise in TB incidence in recent years. Major underreporting of TB marked by wide inter-regional and -provincial differences was in evidence. Pyrazinamide consumption is probably the best indicator for estimating minimum TB incidence.S
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