La sensibilidad gótica en Frankenstein o el moderno Prometeo

Es en la segunda mitad del siglo XVIII que el género del terror se instaura como una nueva manera de pensar e imaginar. Con el auge del Romanticismo, la exacerbación de los sentidos, la libertad, la integridad con la naturaleza y el enaltecimiento del yo, se convierten en las características principales del movimiento. Sin lugar a duda, todo esto permitió evidenciar cómo en las novelas góticas el dolor, las ruinas, la melancolía, la irracionalidad, la fragmentación del hombre, el caos y lo sublime se erigían como resistencia a los paradigmas sociales que se imponían durante el periodo de la Ilustración. En este sentido, Frankenstein o el moderno Prometeo más allá de la falsa y errónea idea que nos ha presentado la industria cinematográfica del monstruo inmenso, suturado y de protuberantes tornillos que encarnaba al mal, la destrucción y que ha causado por años el terror entre la comunidad, representa para la literatura una de las grandes obras del gótico moderno, a la vez que exhibe el pensamiento adelantado que tenía Mary Shelley sobre las concepciones del hombre y sus vicisitudes; así como el anhelo de vislumbrar un modelo científico que nos daba indicios sobre la carrera médica y genética que se llevaba a cabo en esa época con la utilización de la electricidad, y que después de la aparición de la obra en 1818, tomaría validez y vigencia siendo la engendradora de nuevas ideas, como la del proyecto del genoma humano, la clonación, la biotecnología, y la creación mecánica de la existencia como lo apreciamos en actualmente. Por esta razón, el presente trabajo se realiza a partir de los fundamentos propios del género del terror en relación con la novela mencionada anteriormente. Para ello, es relevante hacer uso de las “seis imágenes que ilustran una aproximación a la sensibilidad gótica” propuestas por Rodrigo Argüello Guzmán en su libro Ciudad Gótica (2009). Además, abordamos la ciencia, sus límites y las precauciones de los actuales avances científicos en relación con la escisión del sujeto, tomando como referente a Roger Shattuck y Susana Sommer. Por todo ello, este relato ha sido sugestivo en cuanto a que es símbolo de sedición, transgresión y autodeterminación; pues no solo es preámbulo a la creación sino que a la vez, es animador de la renovación contra toda clase de absolutismo. Teniendo en cuenta lo anterior, realizamos un paralelo entre lo significativo de la ciencia que enmarca a un ser expuesto a la exclusión social, y como esto, contribuye a que la angustia, los sufrimientos y padecimientos determinen una disolución del yo, pues lo que plantea la novela es, por un lado descifrar el enigma de la ciencia y por el otro, dar respuesta al enigma de la fragmentación humana. En fin, lo que se defiende es la búsqueda emprendida por el individuo mismo, que lo encamine a una transformación, autoafirmación o confrontación reflexiva sobre la identidad personal, sobre el propio yo