4 research outputs found

    News and updates in the treatment of localized stage triple-negative breast cancer

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    Compared to other breast cancer subtypes, triple-negative breast cancer presents a worse prognosis and higher mortality. Even in localized stages, the risk of relapse is high, especially in patients with ≄ cT2 and/or ≄ cN1. We know that those patients who achieve a complete pathologic response after neoadjuvant treatment have better disease-free survival. Therefore, many research efforts have been made to try to optimize neoadjuvant chemo/immunotherapy to increase pathologic complete response rates. The available evidence related to that subject matter is summarized in this article. In the field of adjuvant therapy, the challenge of improving disease-free survival in those patients who do not achieve pathologic complete response after neoadjuvant therapy stands out. The second part of this article will deal with the challenges inherent to this issue

    Two-center experience comparing the use of the FLOT4 and CROSS schemes for patients with gastric, esophageal, and gastroesophageal junction adenocarcinoma

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    Introduction. Gastric (GAD), gastroesophageal junction (GEJA), and esophageal adenocarcinoma (EAD) share pathophysiological features. At localized stages, FLOT is used perioperatively for the treatment of GAD and GEJA and CROSS for EAD and some GEJA. Although both therapies have been compared with MAGIC, comparative randomized data on FLOT and CROSS are not yet available. Material andmethods. We retrospectively analyzed and compared 40 patients treated with FLOT and 16 patients treated with CROSS in terms of clinical features and neoadjuvant, surgical, adjuvant, and survival outcomes. Results. At the time of analysis, 65% of patients treated with FLOT4 and 56.3% with CROSS remained in complete remission. Those who progressed after FLOT4 did so mainly at the peritoneal level (25%) and after CROSS at the bone, lymph node, and peritoneal levels (12.5% respectively). Six patients (37.5%) died after CROSS (median OS of 17.5 months; 95% CI 2–41) and 10 (25%) after FLOT4 (median OS 16.5 months; 95% CI 11–22). For the living patients, the median numbers of months from diagnosis to the follow-up cutoff date were 47.5 (95% CI 11–67) and 27 (95% CI 14–44) for CROSS and FLOT4, respectively. There were no significant differences in median OS estimated by Kaplan Meier analysis [FLOT4: 50 ± 4.6 months (95% CI 40.9–59.2); CROSS: 51.2 ± 7 months (95% CI 37.4–65.0; p = 0.79)].  Conclusions. Although we obtained lower pCR rates; TNM downstaging after neoadjuvant therapy, R0 rates, tolerance, PFS, and OS were similar in both groups and comparable with trial results. The adjuvant compliance rate was high with FLOT4. CROSS allows sequencing with nivolumab in PD-L1+ tumors

    HumanizaciĂłn en la comunicaciĂłn de malas noticias en el paciente oncolĂłgico y paliativo

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    La comunicaciĂłn de malas noticias, si bien supone un momento de importante vulnerabilidad para el paciente y sus allegados, es un acto necesario para una atenciĂłn de calidad. Se trata de una habilidad transversal que, sin embargo, suele carecer de una formaciĂłn especĂ­fica en las facultades de Medicina. Existen numerosos protocolos que establecen las bases de una comunicaciĂłn eficiente. No obstante, lo que marca la diferencia en tĂ©rminos de humanidad es el toque personal que cada mĂ©dico ofrece. En este artĂ­culo ofrecemos una reflexiĂłn sobre la visiĂłn predominante en el Servicio de OncologĂ­a MĂ©dica de Fuenlabrada del proceso de comunicaciĂłn de malas noticias. Exponemos conceptos metafĂ­sicos, psicolĂłgicos y sociales sobre los cuales impera la necesidad reflexionar para, desde una compresiĂłn profunda de la dificultad que la comunicaciĂłn de malas noticias entraña, ser capaces de mejorar.  AsĂ­ mismo, sugerimos elementos fĂĄcilmente incorporables a la prĂĄctica clĂ­nica diaria.   Recibido: Septiembre 7, 2022 Aceptado: Noviembre 2, 2022 Publicado: Diciembre 2, 2022 Editor: Dra. Evelyn Valencia Espinoza   IntroducciĂłn La comunicaciĂłn de malas noticias es una herramienta fundamental en la prĂĄctica clĂ­nica, sin embargo, suele constituir una habilidad frecuentemente olvidada por los sistemas formativos en el ĂĄmbito de la sanidad. Se trata de una destreza difĂ­cil de perfeccionar y no existe una fĂłrmula que garantice una comunicaciĂłn eficiente y humana. No obstante, existen una serie de directrices que ayudan a sentar las bases del proceso comunicativo y una serie de matices que se pueden potenciar para cuidar el componente humano.   El concepto de morir OncĂłlogos y paliativistas se enfrentan con frecuencia a la comunicaciĂłn de malas noticias de gran magnitud, que suelen abordar el concepto de morir. La muerte es una nociĂłn cada vez mĂĄs enmascarada en las sociedades occidentales. Paralelamente al desarrollo de la sociedad del bienestar, la muerte ha dejado de ser un recambio generacional natural para convertirse en algo evitable. Esto se encuentra en relaciĂłn con la amplia aceptaciĂłn de creencias como la fe en la ciencia y sus avances o la infalibilidad del sistema sanitario y sus profesionales. TambiĂ©n se relaciona con la bĂșsqueda continua de la inmediatez, que en el ĂĄmbito de la sanidad se traduce como la aspiraciĂłn a la curaciĂłn instantĂĄnea [1]. En nuestra sociedad, la muerte se siente como un hecho lejano e improbable. En algunas especialidades mĂ©dicas, como la oncologĂ­a, el mĂ©dico es la persona que rompe por primera vez dicha ilusiĂłn de inmortalidad tan socialmente extendida.   El choque entre la realidad y las expectativas La comunicaciĂłn de malas noticias comienza siempre con un choque entre la realidad clĂ­nica y las expectativas de los pacientes, que engloban tanto las propias expectativas del mĂ©dico basadas en el proceso terapĂ©utico llevado a cabo, asĂ­ como las expectativas que el paciente y sus familiares depositan en el personal sanitario y tambiĂ©n las expectativas que el propio paciente puede tener sobre su existencia y su porvenir [2]. Quebrantar estas expectativas es doloroso y el mĂ©dico se convierte en portador momentĂĄneo de la mĂĄs absoluta desolaciĂłn. Esta desolaciĂłn la trasladarĂĄ al paciente y a sus familiares, entrando en juego emociones que harĂĄn que el impacto sea mucho mayor.   La comunicaciĂłn de malas noticias como una oportunidad para cuidar La buena comunicaciĂłn de malas noticias es un paso necesario para una atenciĂłn de calidad. Esto se debe a que centrar la situaciĂłn clĂ­nica en la realidad del ahora, aunque inicialmente sea un duro golpe emocional, va a permitir adaptar la atenciĂłn sanitaria posterior a las necesidades reales del paciente [2]. AdemĂĄs, aunque se trate uno de los momentos de mayor vulnerabilidad de todo el proceso clĂ­nico, tambiĂ©n es una de las circunstancias donde mĂĄs se puede poner en prĂĄctica el “arte” de cuidar [3]. La adquisiciĂłn de competencias en este aspecto, mĂĄs humano y menos tĂ©cnico de la medicina, debe ser un objetivo fundamental en el desarrollo de cualquier profesional sanitario.   DiscusiĂłn La oncologĂ­a es una especialidad con una dimensiĂłn humana fascinante y se presta a potenciar la capacidad de “cuidar” en aquellos que la ejercen. Desde la experiencia, la acciĂłn de “cuidar” muchas veces es algo tan sencillo y a la vez tan complicado como “saber estar”. Si entendemos la comunicaciĂłn de malas noticias como una “ocasiĂłn de cuidar”, deduciremos fĂĄcilmente que no es suficiente el mero hecho de transmitir una informaciĂłn (“comunicar”), sino que debemos ser capaces de “estar” (“acompañar”) y recoger las emociones que este proceso genera:  los miedos, las frustraciones, las ansiedades, las preguntas, la negaciĂłn, la culpa, la ira y la tristeza AdemĂĄs, es importante aprender a “regresar”[3], a acompañar insistente y prolongadamente en el tiempo a nuestros pacientes para dar respuesta, si se puede, a la esfera psicolĂłgica y metafĂ­sica que surge en torno al final de la vida y que es tan importante como la esfera orgĂĄnica [4]. En muchas ocasiones, cuando no tenemos respuestas, la simple escucha activa y el hecho de demostrar que nos seguimos preocupando, resultan de gran ayuda tanto para el paciente como para sus familiares. Acompañar en momentos tan delicados, no es solo un deber, es un privilegio. Para aprender a comunicar malas noticias, existen una serie de directrices bĂĄsicas sistematizadas, entre otros, en el protocolo SPIKES (acrĂłnimo traducido al castellano como EPICEE) que se encuentran ampliamente aceptadas en las prĂĄctica clĂ­nica [5]. El protocolo EPICEE establece seis pasos fundamentales para una comunicaciĂłn eficiente de malas noticias. “E”: Entorno, “P”: PercepciĂłn, “I”: InvitaciĂłn, “C”: Conocimiento, “E”: EmpatĂ­a y emociones “E”: Estrategia [5]. Sin embargo, son los matices que cada mĂ©dico otorga a este protocolo los que marcan la diferencia en el proceso de comunicaciĂłn. Por ello, presentamos a continuaciĂłn, aquellas puntualizaciones que, desde la experiencia clĂ­nica, consideramos que pueden resultar de utilidad.   Respecto a la “C” de “Conocimiento” Cuando el mĂ©dico comunica una mala noticia, y mĂĄs si hay que comunicarla en tĂ©rminos de posibilidades, existe una difĂ­cil encrucijada entre la esperanza y que quien nos escucha se sepa con la posibilidad de estar prĂłximo al final de su vida y lograr que se encuentre en paz con ello. No debemos caer ni en el falso optimismo ni en el catastrofismo. Hay que buscar el tĂ©rmino medio: medir las palabras, dosificarlas, dar respuestas, respetar los tiempos de cada persona. En este punto del protocolo, es muy importante adecuar el lenguaje y huir de los tecnicismos. AdemĂĄs, se debe dosificar la informaciĂłn y mandar mensajes concisos y claros. Puede parecer que el empleo de circunloquios ayuda a suavizar la mala noticia, pero no sĂłlo no lo hace, sino que ademĂĄs aumenta el riesgo de malentendidos y puede traducirse en una elevaciĂłn de la ansiedad del paciente si Ă©ste siente que se estĂĄ perdiendo informaciĂłn relevante.   Respecto a la “E” de “EmpatĂ­a y emociones”: Durante la comunicaciĂłn de malas noticias, se debe promover un ambiente de confianza que favorezca la expresiĂłn de emociones. Nos debemos entrenar en el reconocimiento de las mismas, tanto cuando el paciente las expresa directamente como cuando se pueden intuir a travĂ©s de su lenguaje corporal. Es fundamental empatizar con las emociones y legitimarlas. No estĂĄ de mĂĄs tener unas nociones bĂĄsicas de psicologĂ­a que ayuden a comprender la emociĂłn y a reconducirla en caso de ser preciso, aunque muchas veces basta con empatizar y dejar la conversaciĂłn fluir. Entre las principales emociones se encuentran la ansiedad, la tristeza, la culpa y la ira. La ansiedad responde a una valoraciĂłn de amenaza y pone en marcha mecanismos de anticipaciĂłn. Se reconduce centrando a la persona en el ahora [6]. La tristeza responde a una valoraciĂłn de pĂ©rdida donde se pone sistemĂĄticamente el foco en lo negativo. Se reconduce ampliando la visiĂłn a otras ĂĄreas y rompiendo el mecanismo de atenciĂłn selectiva hacia lo perjudicial [6]. La culpa responde a una valoraciĂłn de responsabilidad y desencadena mecanismos de rumiaciĂłn. Frenar la culpa pasa por hacer un anĂĄlisis de error y responsabilidad, reparar lo modificable y tener un plan de acciĂłn alternativo en caso de volverse a dar una situaciĂłn similar a la que nos ha hecho sentir culpables. Si a pesar de lo previo regresa el sentimiento, hay que evitar entrar nuevamente en el cĂ­rculo de rumiaciĂłn [7]. La ira es la emociĂłn mĂĄs compleja de todas y la que provoca el fenĂłmeno de transferencia mĂĄs negativo [8]. Traduce una valoraciĂłn de daño, de la que se hace responsable a otro. Cuando surge la ira, se pone el foco en la intencionalidad del daño recibido y esto desencadena conductas agresivas. Se reconduce redefiniendo los objetivos. Se debe hacer entender que el agravio sufrido no se puede cambiar y, por tanto, el objetivo debe ser “estar bien”, en vez de hacer “justicia” (que es lo que se persigue con la conducta agresiva) [8].   Respecto a la “E” de “Estrategia”: En todas las situaciones clĂ­nicas, pero especialmente en las que perdemos la opciĂłn de la estrategia terapĂ©utica orientada a la curaciĂłn o a la cronificaciĂłn y el objetivo pasa a ser el control de sĂ­ntomas, se debe tener presente el concepto de “aliviar”. Si bien es cierto que manejar las emociones de manera empĂĄtica y fijar unos objetivos terapĂ©uticos ya supone alivio para muchos pacientes, se puede ir un paso mĂĄs allĂĄ dando una respuesta humana y cercana a las necesidades metafĂ­sicas que indudablemente van a surgir [4]. Es importante entender el final de la vida como algo natural en la historia de todo ser humano, aceptar nuestras limitaciones y nuestra falta de control sobre cuĂĄndo llega y a quiĂ©n le llega, abrir un tiempo de introspecciĂłn y agradecimiento por lo ya vivido, entender que cada persona deja una huella Ășnica y maravillosa en el mundo, contribuir a que los Ășltimos dĂ­as supongan un tiempo de fortalecimiento de las relaciones humanas con los seres queridos, una oportunidad para cerrar asuntos pendientes, ayudar a encontrar paz. No es un terreno fĂĄcil y no es un terreno que todos los pacientes nos vayan a permitir o deseen abordar. Pero con aquellos que nos abran la puerta, si encontramos las palabras adecuadas, estaremos perfeccionando el “arte” de cuidar y nos convertiremos, sin duda, en portadores de alivio.   ConclusiĂłn Siendo sinceros, los mĂ©dicos nunca se acostumbra a la comunicaciĂłn de malas noticias o al sufrimiento que existe en torno a la muerte. Esta falta de acontumbramiento es natural, y asĂ­ debe ser. El error es evitar que surja la tristeza o el duelo, porque son reacciones intrĂ­nsecas al proceso de ruptura de expectativas. Tampoco se debe entender la comunicaciĂłn de malas noticias como un proceso pasivo en el que se deja fluir la informaciĂłn y las emociones rebotan sin control y nos dañan a todos. El gran acierto es la formaciĂłn para perfeccionar este proceso buscando no sĂłlo transmitir informaciĂłn sino “cuidar” a travĂ©s del mismo, siendo capaces de empatizar y, desde ahĂ­, acompañar y aliviar. Estos valores son parte de nuestro compromiso para preservar la dignidad de nuestros pacientes en el proceso de enfermar y tambiĂ©n en el proceso de morir, siendo buenos mĂ©dicos, tan buenos como podamos, pero, ante todo, siendo buenos seres humanos.   Abreviaturas EPICEE: “E”: Entorno, “P”: PercepciĂłn, “I”: InvitaciĂłn, “C”: Conocimiento, “E”: EmpatĂ­a y emociones “E”: Estrategia.   InformaciĂłn administrativa Archivos Adicionales Ninguno declarado por los autores.   Agradecimientos No declarada.   Contribuciones de los autores Irene Solana LĂłpez: conceptualizaciĂłn, validaciĂłn, visualizaciĂłn, metodologĂ­a, administraciĂłn de proyecto, escritura: revisiĂłn y ediciĂłn. Ignacio Juez Martel: conceptualizaciĂłn, curaciĂłn de datos, anĂĄlisis formal, adquisiciĂłn de fondos, investigaciĂłn, recursos, software. Elia MartĂ­nez Moreno, conceptualizaciĂłn, curaciĂłn de datos, anĂĄlisis formal, adquisiciĂłn de fondos, investigaciĂłn, recursos, software. Juan Antonio Guerra MartĂ­nez, conceptualizaciĂłn, curaciĂłn de datos, anĂĄlisis formal, adquisiciĂłn de fondos, investigaciĂłn, recursos, software. Todos los autores leyeron y aprobaron la versiĂłn final del manuscrito.   Fondos Los autores no recibieron ningĂșn tipo de reconocimiento econĂłmico por este trabajo de investigaciĂłn.   Disponibilidad de datos y materiales Existe la disponibilidad de datos bajo solicitud al autor de correspondencia. No se reportan otros materiales. Declaraciones AprobaciĂłn del comitĂ© de Ă©tica No aplica a estudios observacionales con revisiĂłn de bases de datos o historias clĂ­nicas.   Consentimiento para publicaciĂłn No aplica para estudios que no publican imĂĄgenes explĂ­citas como tomografĂ­as, resonancias, imĂĄgenes de exĂĄmenes fĂ­sicos.   Conflictos de interĂ©s Los autores declaran que ellos no tienen ningĂșn conflicto de competencia o interĂ©s.   Nota del Editor La Revista OncologĂ­a Ecu permanece neutral con respecto a los reclamos jurisdiccionales en mapas publicados y afiliaciones institucionales.   Referencias ‱ Caycedo Bustos, Martha Ligia. "La muerte en la cultura occidental: antropologĂ­a de la muerte." Revista Colombiana de psiquiatrĂ­a 36.2 (2007): 332-339. ‱ VandeKieft, Gregg. "Breaking bad news." American family physician 64.12 (2001): 1975. ‱ Blackall GF. Stand and wait. J Clin Oncol. 2010 Dec 1;28(34):5124-5. doi: 1200/JCO.2010.32.5324. Epub 2010 Oct 4. PMid:20921470. ‱ Puchalski CM, Sbrana A, Ferrell B, Jafari N, King S, Balboni T, Miccinesi G, Vandenhoeck A, Silbermann M, Balducci L, Yong J, Antonuzzo A, Falcone A, Ripamonti CI. Interprofessional spiritual care in oncology: a literature review. ESMO Open. 2019 Feb 16;4(1):e000465. DOI: 1136/esmoopen-2018-000465.PMid:30962955. PMCid:PMC6435249. ‱ Baile WF, Buckman R, Lenzi R, Glober G, Beale EA, Kudelka AP. SPIKES-A six-step protocol for delivering bad news: application to the patient with cancer. Oncologist. 2000;5(4):302-11. doi: 1634/theoncologist.5-4-302.PMid:10964998 ‱ Dekker J, Karchoud J, Braamse AMJ, Buiting H, Konings IRHM, van Linde ME, Schuurhuizen CSEW, Sprangers MAG, Beekman ATF, Verheul HMW. Clinical management of emotions in patients with cancer: introducing the approach "emotional support and case finding". Transl Behav Med. 2020 Dec 31;10(6):1399-1405. DOI: 1093/tbm/ibaa115. PMid:33200793 PMCid:PMC7796719 ‱ Harpham WS. View from the Other Side of the Stethoscope: Patient Handout-If Patients Feel Guilty
. Oncology Times, 2014;36(3):35. 1097/01.COT.0000444048.63798.a4 ‱ Howells K, Day A. Readiness for anger management: clinical and theoretical issues. Clin Psychol Rev. 2003 Mar;23(2):319-37. DOI: 1016/s0272-7358(02)00228-3. PMid:12573674.

    Evaluation of a quality improvement intervention to reduce anastomotic leak following right colectomy (EAGLE): pragmatic, batched stepped-wedge, cluster-randomized trial in 64 countries

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    Background Anastomotic leak affects 8 per cent of patients after right colectomy with a 10-fold increased risk of postoperative death. The EAGLE study aimed to develop and test whether an international, standardized quality improvement intervention could reduce anastomotic leaks. Methods The internationally intended protocol, iteratively co-developed by a multistage Delphi process, comprised an online educational module introducing risk stratification, an intraoperative checklist, and harmonized surgical techniques. Clusters (hospital teams) were randomized to one of three arms with varied sequences of intervention/data collection by a derived stepped-wedge batch design (at least 18 hospital teams per batch). Patients were blinded to the study allocation. Low- and middle-income country enrolment was encouraged. The primary outcome (assessed by intention to treat) was anastomotic leak rate, and subgroup analyses by module completion (at least 80 per cent of surgeons, high engagement; less than 50 per cent, low engagement) were preplanned. Results A total 355 hospital teams registered, with 332 from 64 countries (39.2 per cent low and middle income) included in the final analysis. The online modules were completed by half of the surgeons (2143 of 4411). The primary analysis included 3039 of the 3268 patients recruited (206 patients had no anastomosis and 23 were lost to follow-up), with anastomotic leaks arising before and after the intervention in 10.1 and 9.6 per cent respectively (adjusted OR 0.87, 95 per cent c.i. 0.59 to 1.30; P = 0.498). The proportion of surgeons completing the educational modules was an influence: the leak rate decreased from 12.2 per cent (61 of 500) before intervention to 5.1 per cent (24 of 473) after intervention in high-engagement centres (adjusted OR 0.36, 0.20 to 0.64; P < 0.001), but this was not observed in low-engagement hospitals (8.3 per cent (59 of 714) and 13.8 per cent (61 of 443) respectively; adjusted OR 2.09, 1.31 to 3.31). Conclusion Completion of globally available digital training by engaged teams can alter anastomotic leak rates. Registration number: NCT04270721 (http://www.clinicaltrials.gov)
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