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Uso de cinabrio en la pintura mural de Teotihuacán. 40. Arqueología
A partir de un estudio (Gazzola, 2000) realizado sobre el cinabrio, mineral rojo de sulfuro de mercurio, sabemos que fue utilizado en Teotihuacán tanto en los ámbitos rituales como funerarios. Fue aplicado sobre los individuos al momento de inhumarlos o sobre los huesos durante un segundo depósito. Se ha localizado en cerámicas rituales como los vasos estucados o incisos y en los incensarios tipo teatro; también se le ha encontrado en asociación con ornamentos de concha, piedra verde y obsidiana, sobre escultura y en contenedores de varios tipos. Este mineral era uno de los más sagrados y de acceso restringido, siempre relacionado con individuos de alto estatus, como sacerdotes y guerreros, u ofrendas ricas y variadas tanto de objetos suntuarios como de personas sacrificadas. El cinabrio no se había identificado en el ámbito de la pintura mural. Se pensaba que debido a sus propiedades físicas como el oscurecerse a la luz y su difícil obtención no permitían usarlo para la realización de los murales, no obstante varias muestras fueron sacadas de murales y analizadas para confirmar su utilización. En 2001, durante trabajos de mantenimiento en una estructura ubicada sobre la Calzada de los Muertos, se reveló la presencia de cinabrio en aplanados pintados, recuperados de un relleno constructivo
Características arquitectónicas de algunas construcciones de fases tempranas en Teotihuacán. 42. Arqueología
La información sobre ocupaciones tempranas en el área de lo que fue la ciudad de Teotihuacán es escasa y se relaciona principalmente con algunas ofrendas y con las primeras construcciones de los basamentos piramidales del Sol y de la Luna. Las excavaciones extensivas realizadas entre 2002 y 2008 gracias al Proyecto de Investigación y Conservación del Templo de la Serpiente Emplumada y también al Proyecto Primeras Ocupaciones en Teotihuacán†permitieron el descubrimiento de los primeros conjuntos arquitectónicos edificados en el espacio de La Ciudadela entre 1 y 50 d.C. (fase Tzacualli temprano). Al sur de la Plataforma Adosada se exploró casi por completo un conjunto, lo cual tuvo como resultado la modificación de la idea que se tenía sobre las características de la ciudad. El estudio de los materiales constructivos y de los acabados, así como la distribución de los objetos en los espacios, permiten una primera aproximación al conocimiento de las características generales de un conjunto ocupado por un grupo de elite en fases tempranas
Fuentes de abastecimiento de obsidiana en fases tempranas en Teotihuacán, México. 41. Arqueología
El Proyecto Primeras Ocupaciones en Teotihuacán tiene como uno de sus objetivos caracterizar la ocupación de las fases Tzacualli (1-150 d.C.) y Miccaotli (150-200 d.C.) existente en el espacio de La Ciudadela. El análisis de los materiales es parte del estudio para identificar las actividades desarrolladas en los espacios que conforman uno de los conjuntos explorados del nivel Preciudadela, su función y el origen de las materias primas de los objetos localizados durante la exploración. Para determinar los yacimientos de origen de los objetos de obsidiana, se analizaron cien fragmentos de diversos colores, con las técnicas PIXE e INAA. Los resultados permitieron reconocer las fuentes de abastecimiento e inferir las relaciones que pudieron existir ya desde esas fases entre Teotihuacán y otras áreas de Mesoamérica
. 40. Arqueología
En este número se han conjuntado trabajos de diversa índole, pero siempre
relacionados con estudios de la arqueología. Se incluyen tres artículos que
versan sobre las pinturas rupestres plasmadas en otras tantas regiones de nuestro
territorio: Xochipala, Guerrero; la frontera norte de Tamaulipas, y Mulegé,
Baja California Sur. Otros dos textos se dedican al estudio de los elementos
minerales utilizados en el ámbito cultural prehispánico, y tres más constituyen
estudios específicos de la actividad arqueológica: el primero sobre una propuesta
de clasificación de materiales, otro sobre los resultados de una investigación
de área y el tercero presenta algunos resultados de los estudios llevados
a cabo en una región tan poco conocida como la Sierra Gorda de Querétaro.
En el primer texto, Rosa María Reyna Robles ofrece información sobre pinturas
rupestres de una cueva en el Cerro Tláloc de Xochipala, Guerrero. Además
de incrementar el registro gráfico de manifestaciones rupestres, el artículo
otorga una propuesta de interpretación que, de acuerdo con Reyna Robles,
“aborda aspectos propiciatorios, sitios de iniciación, así como el sustento y reproducción
social relacionados con el agua, el inframundo, la muerte y el sacrificio”.
En el estudio de Roberto Martínez, Ramón Viñas y Larissa Mendoza, intitulado
“Cueva de la Serpiente. Los ofidios con cuernos en la iconografía rupestre
de Mulegé, Baja California Sur, México”, se analizan dos elementos principales
–dos ofidios con cabeza de venado– del conjunto rupestre del Gran
Mural. A partir de la analogía etnográfica y del análisis contextual de estas
figuras, se establecen de manera hipotética sus posibles significados; éstos,
según los autores del texto, se encuentran vinculados a mitos creacionistas, de
muerte y resurrección de la vida, los hombres y las estaciones.
En el siguiente artículo, Víctor Hugo Valdovinos Pérez se refiere a una pintura
rupestre que identifica como perteneciente a un “Periodo Prehistórico Tardío”,
de fecha apenas posterior al contacto; es decir, cuando Cabeza de Vaca
cruzó la zona del río Bravo. El texto es resultado de la valiosa documentación
obtenida durante los trabajos de Salvamento Arqueológico Corindón Reno
Sur 3D.
En el “Uso del cinabrio en la pintura mural de Teotihuacan”, Julie Gazzola
ofrece información nueva sobre el uso de ese mineral: si bien se conocía el
empleo del cinabrio en objetos rituales y funerarios —como también se sabía
de su aplicación en cerámica, ornamentos de concha, en lapidaria y otros materiales
con carácter ritual, lo mismo que sobre restos humanos al inhumarlos,
o sobre los huesos mismos en enterramientos secundarios—, a partir de una
serie de fragmentos de aplanados pintados, recuperados del relleno de una estructura
adyacente a la Calzada de los Muertos, y analizadas en los laboratorios
de Apoyo Académico del INAH, se demuestra el uso de dicho elemento en
la pintura mural de Teotihuacan.
En el artículo siguiente, controversial en sí mismo, Roberto Velázquez Cabrera
aborda el estudio de una ilmenita sonora cuya construcción y uso podría
datar de hace unos tres mil años, aun cuando se trata de un hallazgo casual. Se
proporciona amplia información sobre los análisis organológicos, lapidarios,
acústicos y de señales, y se sugieren algunos posibles usos de acuerdo con sus
propiedades sonoras.
Pedro López García y Denisse Argote Espino presentan un método estadístico
para la clasificación de materiales arqueológicos, basado en la lógica difusa.
Además de presentar sus fundamentos teóricos y prácticos, para ilustrar la
aplicación de este método se ofrecen dos ejemplos, y los resultados obtenidos
se comparan con los que podrían obtenerse a partir de otros métodos de clasificación.
En el siguiente texto, Ángel García Cook presenta algunos resultados sobre
los trabajos de prospección arqueológica que se realizan desde 1997 en la mitad
norte de la Cuenca de Oriental. El autor plantea una secuencia cultural en
relación con el desarrollo ocupacional prehispánico en esta región; dedica más
atención a, y se ofrece mayor documentación acerca de, las tres primeras fases
culturales correspondientes al Formativo, mismas que relaciona en todo momento
con la situación correspondiente a la gran ciudad de Cantona.
En “‘Los Bailes’: un santuario para el culto a la fertilidad en la Sierra Gorda
de Querétaro, México”, texto de María Teresa Muñoz Espinosa y J. Carlos
Castañeda Reyes con que cerramos el listado de artículos de este número 40,
se estudia el sitio arqueológico del mismo nombre y cuya organización arquitectónica
recuerda la distribución de algunos sitios huastecos. Entre otras
funciones —inferidas a partir de testimonios etnográficos actuales y la documentación
histórica en torno a los antiguos habitantes de la Sierra Gorda—,
se propone al sitio como centro cívico-religioso al que llegarían los habitantes
de la región para realizar determinadas ceremonias relacionadas con el culto a
la fertilidad.
En las secciones de Noticias y de Archivo Técnico se ofrece información importante
y de gran valía: el texto sobre un estudio estratigráfico comparativo realizado
por Serafín Sánchez y Ricardo Leonel Cruz, así como el informe de
César Lizardi Ramos sobre esculturas de Valle de Bravo, presentado y comentado
por Francisco Rivas Castro.
No quisiéramos concluir nuestra la presentación sin reiterar la invitación a
colaborar con la revista Arqueología, para lo cual los trabajos remitidos deberán
cumplir con los requisitos de publicación enunciados en la Invitación a los
colaboradores.</p
. 41. Arqueología
En este volumen, con una temática geográfica y culturalmente variada, ofrecemos
un abanico de textos que cubre desde estudios geológicos ligados a la
arqueología, trabajos de prospección arqueológica de área y estudios especializados
en algún elemento cultural, hasta el planteamiento de rutas y contactos
culturales con base en el análisis especializado de obsidianas. Con ello se
pone de manifiesto el amplio espectro cronológico y temático de la investigación
arqueológica que se realiza en la actualidad en México.
El primer trabajo consiste en el avance inicial de los resultados de un proyecto
arqueológico de investigación en la Sierra de La Giganta, Baja California
Sur, concentrado en la región de Loreto. Los sitios localizados, y que se encuentran
en proceso de estudio, incluyen campamentos al aire libre o en cuevas,
concheros, lugares con pintura rupestre y sitios con petrograbados.
En esa misma línea de investigación, Luis Alfonso Grave Tirado nos ofrece
información concerniente al reconocimiento arqueológico de superficie realizada
en un área de 230 km, con motivo de la construcción de la nueva carretera
que conectará las ciudades de Durango y Mazatlán, en el noroeste de
México. Para ello el autor recurre a la analogía etnográfica para la interpretación
del dato arqueológico.
Con base en el análisis de cien muestras de obsidiana, Julie Gazzola identifica
las fuentes de abastecimiento de este recurso durante las fases Tzacualli y
Miccautli, a partir de lo cual infiere relaciones de otros lugares desde las fases
tempranas de Teotihuacan.
Por otra parte, en “Contextos funerarios tempranos en Kohunlich”, Sandra
Balanzario y Enrique Nalda aportan valiosa información respecto a las características
arquitectónicas y secuencia constructiva del edificio E-3 de la Plaza Yazná,
todo lo cual sirve de marco para tratar sobre patrones funerarios con
base en uno de los enterramientos localizado en la cámara que remata el basamento.
Además de comparar con elementos culturales semejantes en edificios
más tardíos, los autores proponen cambios estructurales que se justifican
por las diferencias observadas en su análisis comparativo.
El texto más reciente —al parecer el último— escrito por Alejandro Martínez
Muriel, en coautoría con Emilie Carréon, versa en torno a la presencia de un
cráneo humano —al parecer femenino— localizado al centro de la cancha del
juego de pelota en Santa Rosa, Chiapas. Se trata de uno de los pocos —quizá
el único— cráneos encontrados en una cancha de juego de pelota.
La milicia y los pertrechos de guerra empleados en el México del periodo
Posclásico son tema central de dos textos de Alfonso Garduño Arzave, a través
de los cuales dicho autor nos introduce al conocimiento de dos de las más importantes
armas empleadas en contextos bélicos: “las mazas de batalla” y el
macuahuitl, de las que describe sus características respectivas, desarrollo tecnológico
y representación en pintura mural, cerámica y escultura, lo mismo
que en materiales pictográficos e históricos.
El estudio de Óscar Hugo Jiménez gira en torno a la clasificación de las cavidades
localizadas en el Cerro de la Estrella. El análisis permite sugerir al
autor que, de acuerdo con su origen, éstas pueden ser diferenciadas entre naturales,
artificiales y mixtas. Señala que las primeras son resultado de los procesos
geológicos, ya sea de tipo volcánico, pluvial o gravitacional; las artificiales
se originan por la actividad de los habitantes y/o visitantes del área en que se
localizan, y las mixtas son resultado de un proceso natural alterado por actividades
humanas. Se trata de un estudio geomorfológico de base para futuras
interpretaciones con fines antropológicos.
Mediante el apoyo de la geología Adolphus Langenscheidt se enfoca en la
extracción y aprovechamiento del oro en el área mesoamericana, con base en
la identificación de percutores mineros prehispánicos y bateas minerales de
cerámica relacionados con la explotación del metal; al ser localizados en varias
zonas del México prehispánico, ello permite al autor señalar que en dichas zonas
había yacimientos del metal explotados en tiempos precolombinos.
Este número 41 de Arqueología cierra con el texto de Dolores Tenorio y R.
Leonel Cruz Jiménez sobre el estudio de obsidianas colectadas en el sitio arqueológico
Morgadal Grande, en la región de Tajín, Veracruz. Apoyados en el
análisis por activación neutrónica de las muestras de obsidiana, logran identificar
los yacimientos de origen, lo cual les permite plantear algunas posibles rutas
de obsidiana hacia Morgadal, ubicándolos en los periodos históricos correspondientes.
Desde luego, en este número no podrían faltar las secciones de Noticias y
Archivo Técnico.
Reiteramos la invitación a enviar sus aportaciones, para que sus tareas de
investigación puedan darse a conocer a la comunidad académica con mayor rapidez,
y con ello compartan el valioso producto de su trabajo intelectual.</p
. 36. Arqueología
En estos tiempos de “cambio”, frente a la intensa agresión al trabajo intelectual
en el ámbito de la producción cultural, resulta prioritario fortalecer los lazos
de participación y comunicación al interior de nuestra comunidad académica
para responder de manera colectiva, firme y digna, a los embates contra
el patrimonio cultural, su defensa e investigación. En tal sentido, nuestra revista
puede servir también como vehículo para canalizar esfuerzos e inquietudes.
Sea esta, pues, una invitación y un abrazo solidario.
El presente número es particularmente rico, tanto por la cantidad de trabajos
como por su contenido. Siguiendo el acostumbrado arreglo cronológico, el
primer artículo trata de una ocupación Clovis en un sitio de la sierra de Hidalgo,
y mediante la descripción de las industrias líticas y la definición de áreas
de actividad se formulan propuestas sobre las modalidades sociales del poblamiento
de fines del Pleistoceno.
La siguiente aportación, de Carmen Rodríguez y Ponciano Ortiz, reporta el
sobresaliente hallazgo de un bloque labrado olmeca, en el estilo de una “piedra
Rosetta”, cuya descripción y análisis semiótico seguramente llevarán a la
reconsideración de las expresiones “formativas” de Mesoamérica.
Julie Gazzola, quien estudia la lapidaria en el barrio de La Ventilla en Teotihuacán,
durante las fases Tlamimilolpa y Metepec desde la perspectiva de
las cadenas operativas y de las áreas de actividad, realiza propuestas sobre la
estructura del trabajo y su papel en la organización social.
El artículo sobre Tamohí, una revisión de la arquitectura característica de
esta región, es otra de las importantes aportaciones de Diana Zaragoza al conocimiento
de las Huastecas, y además permite hacer acopio de datos originales.
En tanto, Ma. de Jesús Sánchez y sus colaboradores nos presentan el estudio
de uno de los barrios que conformaban México-Tenochtitlan, en este caso
el de Cotolco.
Pasando al periodo colonial, Carlos Salas nos ofrece una faceta más de los
trabajos realizados en la ex iglesia de La Encarnación, con la riqueza de sus contextos
funerarios.
El artículo de Roberto Martínez y Ramón Viñas es un interesante trabajo
sobre la persistencia de antiguos símbolos en la cosmovisión mesoamericana,
con su revisión comparativa de las imágenes de la serpiente cornuda desde el
noroeste hasta el sureste de México, así como de los antiguos mitos americanos
que se refieren a ella.
De Alberto Cravioto incluimos un breve trabajo sobre la ubicación de emplazamientos
prehispánicos en el sur del estado de Puebla, por medio de fuentes
y técnicas arqueológicas.
Adolphus Langenscheidt hace una serie de consideraciones geológicas, petrográficas
y técnicas acerca de varios tipos de rocas y minerales, y su papel
potencial como abrasivos en la lapidaria mesoamericana.
Finalmente, la sección de artículos concluye con el de María Teresa Muñoz
y José Carlos Castañeda, quienes ofrecen un estudio comparativo de lo que
denominan “culto fálico” en Mesoamérica y el Antiguo Egipto.
Una vez más consideramos cumplida la misión de llevar hasta ustedes una
muestra del trabajo actual en Arqueología, en la cual se reflejan las condiciones
en que se ejerce esta disciplina en México. Estamos seguros que este material
apoyará nuestro desempeño profesional y seguirá alimentando estimulantes
y productivas discusiones. Sólo queda renovar nuestro exhorto para que
nos envíen sus colaboraciones y participen más activamente en la vida de la
revista.</p
. 35. Arqueología
Esta entrega de la revista está dedicada casi en su totalidad a la investigación
básica y presenta estudios arqueológicos recientes, de campo y de laboratorio
que abarcan un amplio rango cronológico, desde el Formativo hasta el siglo XX,
muestra el extenso espectro cronológico y temático de la investigación arqueológica
en México y en el INAH.
El primer trabajo es resultado de la cooperación entre especialistas en petrografía
y arqueología, Robles y Oliveros, quienes analizan en ambas vertientes
la lapidaria de las ofrendas funerarias de El Opeño, sus técnicas y materias
primas y realizan inferencias sobre la organización de grupos del Formativo medio
en el occidente de México.
Enseguida, Grove nos ofrece un reporte sobre las estelas y plataformas rectangulares
descubiertas en el área habitacional del Formativo al pie del cerro
Chalcatzingo, en el sitio homónimo y discute brevemente su orientación y visibilidad
en relación con la función ceremonial.
La siguiente aportación, de Tovalín y Ortiz, es sobre el sitio poco conocido
del Clásico de la región fronteriza del alto Usumacinta en Chiapas, denominado
Primera Sección de Benemérito de las Américas. La comparación de los
rasgos arquitectónicos e iconográficos en el ámbito local y regional lo hacen
un trabajo sumamente interesante.
Como parte de los resultados del Proyecto Norte de la Cuenca de Oriental,
en Puebla, Gazzola discute el patrón de asentamiento y el arreglo regional durante
el Epiclásico, centrándose, específicamente, en las estrategias desarrolladas
en Cantona alrededor de la explotación y comercialización de la obsidiana
en el ámbito local y supralocal.
Centrado en el Epiclásico, pero en su proyección hacia el noreste mesoamericano,
el magnífico trabajo de Gaxiola y Nelson trata del abastecimiento
de obsidiana en Huapalcalco con base en la territorialidad y en los procesos de
manufactura líticos, propone dos patrones diferenciados, uno adaptado a Huapalcalco
y otro más propio de la “esfera Coyotlatelco”.
Con un gran salto temporal y temático llegamos a la ciudad de México de
los siglos XVII y XVIII, con el artículo de Salas, quien describe los ritos de profesión
monacal de las comunidades religiosas femeninas, de las llamadas monjas
coronadas, a partir de los contextos funerarios en los conventos de la Encarnación
y de Santa Catalina de Sena.
Nuevamente en la ciudad de México, pero en los siglos XIX y XX, está ubicado
el trabajo de Guerrero y colaboradores, sobre un contexto arqueológico
en el Centro Histórico que ha sido interpretado como un espacio ceremonial
de las logias masónicas. Se nos ofrece una imagen poco común sobre esta sociedad
secreta tan mitificada y se discuten algunas ideas sobre sus simbolismos
De carácter arqueológico con referencias a la época actual, el artículo de José
Jorge Cabrera y Salvador Pulido presenta un estudio sobre el juego del kuilichi
en Michoacán. Se destaca su carácter indígena y las formas en que se ha impulsado
su presencia en las comunidades.
Para finalizar, el trabajo colectivo de De la Vega y colaboradores, a partir de
la observación de la actual comunidad alfarera de Los Reyes Metzontla, reflexiona
sobre la interdisciplinariedad y la validez de la analogía etnográfica, a
la que recurrimos frecuentemente los arqueólogos y nos invita a una toma de
conciencia sobre este proceso ontológico.
Por último, queremos señalar que en la preparación de cada número se reciben
observaciones de los propios dictaminadores, mismas que los editores
discutimos y tratamos de aplicar, en la medida de lo posible, de forma inmediata.
Sin embargo, nos es igualmente o más importante conocer las opiniones de
los lectores, así que ponemos a su disposición nuestra dirección de correo electrónico,
para el envío de sus sugerencias, las cuales nos ayudarán a mejorar cada
día más la calidad y el nivel de la publicación.
Nos resta insistir que ésta, su revista, existe en función de sus colaboraciones
y se nutre de ellas; así que esperamos recibir muchos trabajos y les recomendamos
aplicar las especificaciones de publicación, para que éstos se puedan
ofrecer a la discusión académica con la mayor rapidez.</p
. 42. Arqueología
Este número, que se caracteriza por una temática variada, todavía no sale con
la periodicidad que quisiésemos; además, dicha periodicidad da una idea clara
de los múltiples enfoques que se manejan en la investigación arqueológica en
México. Pues lo mismo se ofrecen estudios de arqueología de área, que de elementos
culturales específicos, de aportaciones técnico-científicos y también
de índole más especializada.
Tres de los trabajos presentados tratan sobre los resultados de la prospección
arqueológica de área. Alberto Mena y Rubén Manzanilla presentan los resultados
de sus diversos trabajos llevados a cabo en el curso bajo del río Papagayo,
en los cuales brindan información sobre el desarrollo cultural desde un Preclásico
inferior hasta el Posclásico tardío. Víctor Hugo Valdovinos escribe acerca
de “La distribución espacial de sitios y ‘artefactos líticos y aislados’: proyecto
Corindón Reno Sur 3D”; asimismo, cuando lleva a cabo el análisis de su documentación,
observa que son campos abiertos y lomas sin recurso de agua cercano;
respecto de lo que la asociación de artefactos líticos sugiere, comenta
que representan lugares con actividades de caza y recolección. Por su parte,
Vicente Suárez Aguilar y Heber Ojeda Más ofrecen los resultados de sus trabajos
de prospección y salvamento arqueológico en un tramo de la carretera
federal 180 (Sabancuy-Champotón); no obstante que analizan sobre todo los
resultados obtenidos, no dejan de dedicar especial atención a los asentamientos
de los periodos formativos medio y tardío que son los que caracterizan a
esta costa central de Campeche.
Un texto escrito por Berenice Flores Montes de Oca, que estudia objetos
de concha procedentes de 13 tumbas de tiro del sitio La Playa, forma parte de
los trabajos de investigación arqueológica del Proyecto Presa Hidroeléctrica
El Cajón en el Estado de Nayarit. En su documento presenta los resultados
de identificación biológica y arqueológica de los ornamentos de concha hallados
en las mencionadas tumbas; la colección consiste tanto de elementos recolectados
como de artefactos que muestran una elaboración compleja. La
autora se propone realizar un estudio específico sobre las técnicas de manufactura
de estos elementos.
Diana Zaragoza Ocaña, en su escrito “Uso Ritual de la Cerámica: el caso de
las vasijas funerarias del noreste de México, sureste de los Estados Unidos y
costa del Perú”, explica la razón por la que existen vasijas tan similares en las
tres regiones, así como el modo en que las ideas se transmitieron hacia o desde
regiones tan distantes como la costa peruana. Aparte de indicar que la explicación
debe darse como convergencia estilística, Zaragoza Ocaña propone que
para llevar a cabo esta clase de estudios, deben considerarse los siguientes aspectos:
función del objeto, el contexto arqueológico, la cronología, así como el
estilo y la iconografía. Por su parte David Yiro Cisneros García, al analizar diversas
piezas que tienen la representación del pato, lleva a cabo un estudio
iconográfico mediante un análisis comparativo de 43 figurillas procedentes de
diversas áreas mesoamericanas, así como de diferentes tiempos; el autor nos
habla sobre la importancia, las asociaciones y el simbolismo de esta ave; complementa
su estudio con referencias teóricas e información obtenida del contexto
en que se recuperaron algunas de estas piezas.
“Caracterización de huellas de manufactura en objetos lapidarios de obsidiana
del Templo Mayor de Tenochtitlan”, es la aportación de Emiliano Ricardo
Melgar Tisoc y Reyna Beatriz Solís Ciriaco, en la cual como el título mismo lo
indica, clasifican, a través de las huellas de manufactura, los objetos lapidarios
recuperados en las ofrendas del Templo Mayor de Tenochtitlan, aplicando técnicas
de microscopía estereoscopía y electrónica de barrido. Analizan 184 objetos
de obsidiana y logra identificar dos patrones de manufactura: una temprana
en la que se observa gran diversidad en las herramientas empleadas, y una posterior
con una marcada estandarización de las piezas, las que al parecer las hicieron
artesanos especializados.
En su artículo, María Alejandra Espinosa Vázquez ofrece los avances de su
estudio de la industria lítica tallada de la fase Tierras Largas y Hacienda Blanca
en el Valle de Oaxaca. Se estudian las diferentes modalidades de producción
de los artefactos en esta etapa temprana de grupos sedentarios y se analizan
los principales aspectos que los caracterizan. Aplicando técnicas de activación
neutrónica (INAA), Patricia Fournier, M. James Blackman y Ron L. Bishop logran
identificar las fuentes de materias primas utilizadas para la producción de
mayólica en Nueva España y las comparan con la factura contemporánea ibérica.
Con base en la aplicación de esta técnica (INAA) y utilizando pruebas con
significado estadístico se logran identificar, con un alto nivel de confianza (95%),
tres grupos composicionales de materiales cerámicos. Por último, en el artículo
se hace referencia a “las tecnologías asociadas con la manufactura de mayólica
y de los contextos en los cuales se produjo, utilizó y dispersó, lo que conlleva
a conocer en qué direcciones fluyeron los objetos y las ideas”.
Con base en el estudio del centro ceremonial del Pahñú y los sitios ceremoniales
de Xajay, ubicados al poniente del Valle de Mezquital, Gustavo Sandoval
analiza la construcción del espacio prehispánico apoyándose en tres escalas de
observación: las ofrendas de consagración, el centro ceremonial y el altepetl.
Por su parte, al seguir su línea de investigación, Roberto Velázquez Cabrera
nos presenta un texto intitulado “Silbato de la muerte”, el cual está asociado
con rituales de la muerte debido a su rostro decorativo de calavera, según
el autor. Se estudian las características organológicas, funcionales y acústicas
del silbato y de sus modelos experimentales; asimismo, se ofrece la información
disponible de un fragmento de barro del cerro Mazatepetl.
Francisco Rivas Castro proporciona información y analiza un petrograbado
que formó parte de la pirámide que cierra por el oriente el Conjunto de Juego
de Pelota 5 de Cantona, Puebla; realiza un análisis iconográfico asociado a su
contexto arqueológico y efectúa comparaciones de sus diseños con los de otras
regiones. Para su análisis de las formas, toma como referencia al contenido y la
significación simbólica de los Mapas de Cuauhtinchan y la Historia Tolteca-
Chichimeca. Por su parte Julie Gazzola aporta información sobre construcciones
arquitectónicas de fases tempranas de Teotihuacan, apoyándose en los
datos obtenidos de excavaciones extensivas llevadas a cabo entre 2002 y 2008
por los proyectos de investigación y conservación del templo de la Serpiente
Emplumada y el de las primeras ocupaciones en Teotihuacan. El análisis de la
documentación recuperada por estos programas de investigación llevan a Julie
Gazzola a proponer las características generales de un conjunto arquitectónico
ocupado durante Tzacualli temprano (1 a 50 d. n. e.) por un grupo de elite,
en el área de la ciudad, en Teotihuacan.
Por otro lado, Patricia Castillo Peña, Miguel Guevara Chumacero y Ma. Teresa
Pedraza presentan un texto sobre el “Auge y colapso de los centros provinciales
toltecas”, en el cual estudian tales centros de esa etapa cultural de la
Cuenca de México.
En la sección de Noticias se presentan semblanzas de Enrique Nalda
Hernández y Juan Pedro Laporte Molina, ambos recientemente fallecidos,
mientras el Archivo Técnico presenta el texto “Las reconstrucciones en arqueología”,
escrito por Carlos R. Margain, el cual comenta ampliamente Daniel
Juárez Cossío.
No nos podemos despedir sin antes reiterar una cordial invitación a los investigadores
para que nos envíen sus trabajos y de esta forma compartir el
resultado de sus valiosas investigaciones.</p