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    Effect of a Low-Glycemic Load Diet Intervention on Maternal and Pregnancy Outcomes in Obese Pregnant Women.

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    The increased prevalence of obese, pregnant women who have a higher risk of glucose intolerance warrants the need for nutritional interventions to improve maternal glucose homeostasis. In this study, the effect of a low-glycemic load (GL) (n = 28) was compared to a high-GL (n = 34) dietary intervention during the second half of pregnancy in obese women (body mass index (BMI) > 30 or a body fat >35%). Anthropometric and metabolic parameters were assessed at baseline (20 week) and at 28 and 34 weeks gestation. For the primary outcome 3h-glucose-iAUC (3h-incremental area under the curve), mean between-group differences were non-significant at every study timepoint (p = 0.6, 0.3, and 0.8 at 20, 28, and 34 weeks, respectively) and also assessing the mean change over the study period (p = 0.6). Furthermore, there was no statistically significant difference between the two intervention groups for any of the other examined outcomes (p ≥ 0.07). In the pooled cohort, there was no significant effect of dietary GL on any metabolic or anthropometric outcome (p ≥ 0.2). A post hoc analysis comparing the study women to a cohort of overweight or obese pregnant women who received only routine care showed that the non-study women were more likely to gain excess weight (p = 0.046) and to deliver large-for-gestational-age (LGA) (p = 0.01) or macrosomic (p = 0.006) infants. Thus, a low-GL diet consumed during the last half of pregnancy did not improve pregnancy outcomes in obese women, but in comparison to non-study women, dietary counseling reduced the risk of adverse outcomes

    Factores asociados con la actividad física en mujeres mexicanas en edad reproductiva

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    OBJETIVO: Documentar la práctica de actividades físicas ligeras y pesadas, particularmente de deportes y ejercicios, en mujeres de 12 a 49 años en México, y evaluar su asociación con algunas características sociodemográficas. MÉTODOS: Se estudió una muestra de 2 367 mujeres de 12 a 49 años de edad residentes en México en 1999 mediante el análisis secundario de los datos de la Encuesta Nacional de Nutrición de México, 1999 (ENN-99). En esta encuesta se utilizó un esquema de muestreo polietápico, estratificado, por conglomerados que conformó una muestra final de 21 000 hogares de todo el país. Mediante un cuestionario se evaluó el tiempo dedicado a las distintas formas de actividad física y se midió la actividad en equivalentes metabólicos (MET) según una escala puntual. Las variables dependientes del estudio fueron el tiempo dedicado a actividades físicas pesadas (las que exigen un gasto de energía equivalente a 5 MET/hora) y el dedicado a actividades ligeras o sedentarias (tales como estar sentada en el trabajo o fuera de él, ver televisión, video, cine o teatro y dormir). Las variables independientes fueron la edad, escolaridad, paridad, región del país y área de residencia (urbana o rural), nivel socioeconómico (medido mediante un índice elaborado a partir de las condiciones de la vivienda y la posesión de enseres domésticos) y estado marital. Se evaluó la asociación entre las variables independientes y la práctica de deportes y se calcularon las razones de posibilidades brutas con intervalos de confianza de 95%. Para identificar la asociación entre la práctica de deportes y las variables independientes se utilizó un modelo de regresión logística ajustado según el efecto de posibles variables de confusión. Se ajustó también mediante un factor de ponderación la probabilidad de que una mujer fuese seleccionada para la muestra, y para controlar el efecto de diseño producido por la agrupación de observaciones en esta muestra se utilizó la rutina de análisis de muestras complejas svy de Stata, versión 7.0. RESULTADOS: Se analizó la información obtenida de 2 367 mujeres. Las mujeres encuestadas dedicaron 0,08 horas diarias, en promedio, a practicar deportes y 1,25 horas diarias a actividades físicas pesadas. Solo 16% informaron que practicaban algún deporte con regularidad. Al hacer ajustes según todas las variables independientes, las mujeres mayores de 30 años y las de 21 a 30 años tuvieron una menor razón de posibilidades (RP) en lo que respecta a la práctica de deportes que las de 20 años o menos (RP = 0,53; intervalo de confianza de 95% [IC95%]: 0,33 a 0,84 y RP = 0,35; IC95%: 0,23 a 0,54, respectivamente). El mayor nivel de escolaridad y no haber tenido hijos fueron variables directamente asociadas con la práctica de algún deporte. El área de residencia (urbana o rural), el estado marital y el nivel socioeconómico mostraron diferencias entre los grupos. No obstante, estas no resultaron significativas una vez que se hicieron los ajustes según las otras variables del estudio. El tiempo dedicado al deporte contribuyó solo en 10% al total de la actividad pesada y en 0,7% al total de la actividad física evaluada en MET. Las mujeres de 31 años de edad o más y las que tenían una escolaridad de nivel secundario tuvieron menos posibilidades de estar en el 10% inferior en términos de actividad que las menores de 21 años o que las que tenían una escolaridad de nivel primario. CONCLUSIONES: Este estudio demuestra que la práctica de deportes no es frecuente como forma de actividad física en mujeres en edad reproductiva en México, especialmente entre las mayores de 20 años y las de baja escolaridad, lo que a su vez puede contribuir al aumento de la prevalencia de la obesidad y de las enfermedades crónicas
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