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Vida Religiosa hoy
Dicen que el cambio comienza cuando alguien vislumbra el siguiente paso. O más bien cuando alguien alcanza a ver que el último pasó ya no funciona. Descubrir el siguiente se convierte en una bendición, una carga y un reto.
Explorar el siguiente paso es una bendición porque se puede dar el momento mágico de embarcarse a lo desconocido con fuego y con entusiasmo. Y buscar es una carga pesada cuando el camino parece que no lleva a ninguna parte. Y es un reto porque nos confronta con opciones nada fáciles.
La revitalización de la vida religiosa ha sido las tres cosas. Acabado el Vaticano II, todo nos parecÃa posible, todo se experimentaba. Los religiosos empezaron a emerger de las sombras de la institución y a alejarse de los trabajos tan propios, anónimos y funcionales del servicio social católico para insertarse en las necesidades de un pueblo, no de un sistema.
Los religiosos rompieron las barreras denominacionales. Adquirieron voz en público. Empezaron a operar dentro de la sociedad y hombro con hombro del resto del Pueblo de Dios. Abandonaron las estructuras y sÃmbolos que procedÃan de una teologÃa dualista y descubrieron lo sagrado en lo secular.
Más que nada, estaban seguros de que poniéndose al dÃa, la vida religiosa se reanimarÃa, le darÃan sentido frente a este mundo, la harÃan atractiva para esta generación, importante a los ojos de los demás.
Pero el mundo siguió su curso como si nada, algo molesto de haber perdido lo que habÃa llegado a ser mÃstica religiosa; otros, confundidos por un estilo de vida aparentemente todavÃa más sin sentido que nunca. Y si no iban a encontrar mÃstica en la vida religiosa ¿para qué entrar? 
Lo que se decÃa más de la vida religiosa era la edad promedio y la falta de vocaciones. Y algunos, más interesados por los números que por el contenido, decÃan que la vida religiosa habÃa pasado ya de moda.
Por un tiempo, la mayorÃa del mundo religioso simplemente ni se movió. Los religiosos de Estados Unidos iban peligrosamente avanzados en el proceso, y pronto fueron descalificados por decadentes o al menos por haberse equivocado seriamente.
En Sudamérica los religiosos estaban también profundamente comprometidos en el cambio y fueron considerados por muchos como ingenuos al servicio de grupos polÃticos subversivos, más que congregaciones bajo el impulso del EspÃritu Santo.
Europa en su mayorÃa habÃa mantenido, sin embargo, un modelo de vida religiosa más pre -conciliar, y en los nuevos paÃses independientes la mayor parte de los religiosos no estaban interesados en el tema de la renovación religiosa: demasiadas escuelas que abrir, demasiados pobres que atender, demasiados refugiados que acomodar, como para tener tiempo para preguntarse sobre el sentido de la vida religiosa.
En la mayor parte del mundo, la renovación de la vida religiosa tomó más el carácter de un simulacro de incendio, pero no de un incendio de verdad. Algo que habÃa que hacer pero no demasiado en serio
Espiritualidad de la Vida Religiosa hoy Bases para un nuevo comienzo
Nuestra época es, cuando menos, una época difÃcil para las comunidades religiosas. Los dÃas de gloria de las enormes congregaciones, los noviciados rebosantes y las instituciones prósperas hace mucho que han pasado para la mayorÃa de las comunidades, pero siguen siendo claramente recordados. Quedan algunos religiosos nostálgicos del pasado que se preguntan qué ha ocurrido con sus vidas. Otros religiosos —que han ingresado más recientemente, sea cual sea su edad, cuya vida religiosa depende más de lo que ellos construyan que de lo perdido de otra época— están cansados de oÃr hablar del pasado, pues, en su opinión, se trata de una historia antigua que no tiene nada que ver con ellos ni con su desarrollo espiritual. Su pensamiento se sitúa en el presente en cuanto a los objetivos, la dimensión evangélica y el significado en su realización personal. Lo que quieren es un presente vivo, pero en la crónica de la renovación encuentran poco que tenga que ver con ellos y con su vida espiritual. Nada, en mi opinión, podrÃa estar más lejos de la verdad. Si no entendemos la herencia de la renovación, sus ideales y sus circunstancias, asà como su teologÃa y sus aberraciones sociales, será completamente imposible que comprendamos por qué hacemos lo que hacemos en el presente. O lo que debemos hacer a continuación. No podemos configurar deliberadamente una espiritualidad contemporánea, asà como un estilo de vida humano o un ministerio eficaz, si no sabemos por qué actuamos como lo hacemos. La forma que le damos al presente depende de la comprensión que tenemos de él. Cualquier otra posibilidad no será, en el mejor de los casos, más que buena voluntad desorientada.
Hay pocos ejemplos de cambio social tan profundos, tan globales o tan determinantes como la reestructuración que ha tenido lugar desde 1965 en la Iglesia católica en general y en las órdenes religiosas católicas en particular. La clausura del Concilio Vaticano II marcó el comienzo de más de veinticinco años de experimentación y adaptación social de antiquÃsimos grupos de religiosos (especialmente mujeres), tanto monásticos como de vida apostólica, lamentablemente fuera de sintonÃa durante cientos de años. Hay datos históricos y académicos más que suficientes para justificar la pregunta de si una reestructuración tan importante en instituciones tan establecidas —o en cualquier institución— es siquiera posible. La sociologÃa y la psicologÃa social son cementerios de famosas instituciones que no pudieron superar perÃodos de cambio social. Pero además de las consideraciones organizativas, hay al menos el mismo grado de duda teológica sobre si la vida religiosa es viable, necesaria o al menos deseable en este nuevo mundo de la «vocación laica» y del «sacerdote del pueblo», en el que tanto se insiste últimamente. En un perÃodo de declive numérico, es importante preguntarse si no estaremos asistiendo a la desaparición de una mano de obra eclesial antaño importante, pero ahora, «a la vista de! nivel educativo adquirido recientemente por la población católica en general», en buena medida innecesaria
Um povo sacerdotal em tempo de falta de sacerdotes
Que deveremos nós fazer como Povo Sacerdotal que somos?Temos que assumir responsabilidades. Temos que retomar a igreja. Temos que ensinara os dirigentes o caminho da plenitude da vida cristã
SJU Class of 1997 Commencement Celebration
May 25, 1997 One-Hundred Fortieth Year Abbey & University Church Saint John\u27s University The Honorable Guido Calabresi was the guest speaker and Philip Steger was the student speaker