El punto de partida de esta reflexión es que la misión y la interculturalidad son campos reflexivos y existenciales que se complementan. Por tanto un puente de conexión y mutuo enriquecimiento entre misión e interculturalidad radica en que esta última, al ser “encuentro existencial” entre personas de distintas culturas, es un “encuentro religioso” porque penetra en el “sentido último de la vida” y de “la realidad”. Indagar en el sentido último de la vida y la realidad es la labor teológica fundamental. Porque “la realidad, toda realidad, cualquier realidad humana, es portadora de sentido divino, que tiene sentido en el camino del hombre y la mujer hacia Dios. A lateología corresponde desentrañar ese sentido ‘entre’ otros sentidos y ‘en’ los otros sentidos que la misma realidad tiene”
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