Cuentos escogidos - Fanny Buitrago

Abstract

Antología de los cuentos más importantes de la escritora Fanny Buitrago, que fueron seleccionados especialmente para el programa Leer Caribe. La publicación de este libro ha sido posible gracias al respaldo del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena (IPCC) y a la selección de textos, edición y coordinación editorial de Emiro Santos García.- Leyendo el caribe en el 2015 - Fanny buitrago: la otra escritura - El hostigante verano de los dioses - Las distancias doradas - Víspera de la boda - Ese otro - Escombros en la luna - La otra gente - Un baile en Punta del Oro - Hora del té - Mammy deja el oficio - Bahía sonora - Antes de la guerra - Narración de un soñador de tesoros - Para los que aman el vino - ¡Líbranos de todo mal! - Tiquete a la pasión - Viernes del espejo - El vengador errante contra - el enemigo público número uno - Los encantamientos - Retratos a la cera perdida - Lumbre azul - Mañana, mañana el organilleroEdición y selección de textos Emiro Santos GarcíaFundadores del programa “Leer el Caribe” Adolfo Meisel Roca Alberto Abello Vives Jorge García Usta (q. e. p. d) Organizan Banco de la República de Colombia Observatorio del Caribe Colombiano Secretaría de Educación Distrital, Cartagena de Indias Red de Educadores de Lengua Castellana Apoyan Universidad de Cartagena, Programa de Lingüística y Literatura Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena - ipcc Corporación Cultural 4Gatos RBN&CO. Esta publicación es gracias al aporte de Agradecimientos María Beatriz García (Área Cultural, Banco de la República) Augusto Otero Herazo (Corporación Cultural 4Gatos) Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena - IPCC Fanny Buitrago. Cuentos escogidos “Leer el Caribe” Fanny Buitrago © 2015 Fanny Buitrago © 2015 De esta edición: Banco de la República de Colombia Observatorio del Caribe Colombiano Secretaría de Educación Distrital, Cartagena de Indias Red de Educadores de Lengua Castellana Primera edición: Agosto de 2015 ISBN: 978-958-58950-6-5 Edición y selección de textos Emiro Santos García Transferencia de textos Manuel Cuadrado Morad Diseño Gráfico Rubén Egea Amador - RBN&CO. Ilustraciones Clara Buesaquillo Izaquita - RBN&CO. Impresión Afán Gráfico Ltda. Esta obra está amparada por las normas que protegen los derechos de propie­dad intelectual. No podrá ser reproducida, ni total ni parcialmente, sin previo per­miso escrito. Todos los derechos reservados. Impreso en Colombia 2015En una ruta de sueños y narraciones, desde la luz del mar y los balcones de la Plaza del Tejadillo en Cartagena: para Letty Buitrago y Jorge Plata, Claudia Bueno y Felipe Sánchez, Adriana Bueno y Mauricio Piñeros, Luis Buitrago y Gloria Molina.leyendo el caribe en el 2015 | 9 Jaime Bonet fanny buitrago: la otra escritura | 11 Emiro Santos García el hostigante verano de los dioses | 17 (fragmento) las distancias doradas | 29 Víspera de la boda Ese otro Escombros en la luna la otra gente | 41 Un baile en Punta del Oro Hora del té Mammy deja el oficio bahía sonora | 53 Antes de la guerra Narración de un soñador de tesoros Para los que aman el vino ¡líbranos de todo mal! | 67 Tiquete a la pasión Viernes del espejo El vengador errante contra el enemigo público número uno los encantamientos | 85 Retratos a la cera perdida Lumbre azul Mañana, mañana el organilleroCUENTOS ESCOGIDOS Fanny Buitrago 9 leyendo el caribe en el 2 0 1 5 Jaime Bonet Para el Banco de la República, y para mí como gerente de la sucursal de Cartagena, es un honor presentar el nuevo libro del programa “Leer el Caribe”: Fanny Buitrago. Cuentos es-cogidos. Cada año son nuevos los retos que enfrentamos, desde la logística de los eventos hasta la selección de los textos del autor invitado. Es por ello que al escribir estas palabras me encuentro lleno de satisfacción por la tarea cumplida, si bien todavía el presente volumen corresponde al inicio de la segunda etapa de promoción de lectura que culminará a finales de este año. Una de mis grandes satisfacciones ha sido poder acercarme más a la obra y a la personalidad de Fanny Buitrago. No olvido la oportunidad que tuve de escuchar-la en la sesión de apertura del programa, celebrada en el Teatro Adolfo Mejía de Cartagena, el 15 de abril del 2015. Cálida, sencilla, excelente conversadora, Fanny llenó de magia a niños, jóvenes y profesores y a todos los que nos han acompañado durante estos más de diez años en las diversas entregas de “Leer el Caribe”. Sea esta la ocasión para agradecerle profundamente por darnos la oportuni-dad de conocer más de su obra. Quiero expresar igualmente nuestro reconocimiento a las distintas instituciones que nos apoyan: el Observato-rio del Caribe Colombiano, la Universidad de Cartagena, la Secretaría de Educación Distrital, la Red de Educado-res de Lengua Castellana del Distrito de Cartagena y la Corporación Cultural 4Gatos. Quiero resaltar, así mismo, la cobertura que logramos a través de las sucursales del Banco de la República en Montería, San Andrés, Sincelejo y Valledupar, lo que nos permite llegar a más ciudades del Caribe colombiano. A ellos nuestros agradecimientos por el apoyo brindado. 10 La publicación de este libro ha sido posible gracias al respaldo del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartage-na (IPCC) y a la selección de textos, edición y coordinación editorial de Emiro Santos García. No menos importante, ha sido el trabajo de coordinación general que, con el mismo entusiasmo cada año, lleva a cabo María Beatriz García De-reix, y el acompañamiento de la profesora Rosalba Tejeda Mendoza, de la Red de Educadores de Lengua Castellana del Distrito, y de Augusto Otero Herazo, de la Corporación Cultural 4Gatos. A todos ellos van los más sinceros agrade-cimientos. Cartagena, 28 de julio de 2015 CUENTOS ESCOGIDOS Fanny Buitrago 11 FANNY BUITRAGO la otra escritura por emiro santos garcía1 Durante más de dos años Fanny Buitrago vivió en Cartage-na, en un viejo edificio que mira hacia el mar, con balaustres blancos y paredes de rosa desleído. Desde el balcón que defiende el último piso pueden verse en las mañanas los corredores que, más allá de la avenida, compiten contra el viento, casi al borde mismo del mar. Y en las noches, cuan-do el horizonte desaparece, sólo las luces de algún barco recuerdan que el mar sigue estando allí, que no ha perdido sus fronteras con el cielo. “Mi más reciente libro de cuen-tos, Canciones profanas, fue escrito allí, frente al mar”, me dice Fanny. “Y al atardecer, después de las cuatro y media”. Ha vuelto a recorrer las calles de la ciudad colonial, des-pués de más de cinco años de haberse ido. “Ayer por la tarde me fui a contemplar el mar. A pasar por la casa de Alejandro Obregón, a pensar en Enrique Grau. Porque fue-ron dos personas que siempre estuvieron pendientes de traerme a Cartagena. Entonces me sentí tan conmocionada que empecé a llorar”. Fanny detiene por unos momentos la vista en las pinturas que decoran el Teatro Adolfo Mejía, en el que ahora nos encontramos, y pienso que de alguna ma-nera ellos —“Enrique” y “Alejandro”, como los llama, con la familiaridad de los viejos amigos— siguen estando aquí, justo a nuestro lado. En esta ocasión nos hemos reunido con los niños y jóvenes de las instituciones públicas de Car-tagena —embrujados por la lectura y las palabras— para conversar sobre su vida, sobre sus novelas y sus cuentos. Nacida en Barranquilla en 1945, con apenas dieciocho años sorprendió el panorama literario nacional tras publi-car su primera novela, El hostigante verano de los dioses 1. Docente de la Universidad de Cartagena. Profesional en Lingüística y Literatura de la Universidad de Cartagena y Magíster en Literatura Hispanoamericana de la Universidad del Atlántico. 12 (1963), en la que narra la vida de un grupo de jóvenes im-pulsivos, decadentes y libertinos. Poco después vinieron novelas como Cola de zorro (1970) y Señora de la miel (1993) —la primera fue finalista en el Premio Biblioteca Bre-ve Seix Barral, en 1968—; volúmenes de cuentos, entre los que destacan La otra gente (1973) y Bahía sonora. Relatos de la isla (1975); obras de teatro, algunas todavía inéditas: El hombre de paja (1964) y El día de la boda (2005). Y relatos para niños: La casa del abuelo (1979), La casa del arco iris (1986), Cartas del palomar (1988), entre otros. “Desde muy pequeña usted frecuentaba los libros de su padre, la enorme biblioteca en la que estaban las obras de Honoré de Balzac y Henryk Sienkiewicz.” Mi papá tenía una biblioteca muy grande, pero también mi abuelo y mis tías. Una pila de gente de mi familia tenía li-bros. Yo era una niña tan intensa y tan antipática que no ha-bía manera de decirme que no. Nunca me prohibieron que leyera o me señalaron cuáles libros debía leer. Tampoco a mis hermanos. Jamás. “Lean lo que quieran”, nos decían, y así salían de uno, que todo el tiempo estaba preguntan-do: “¿Y por qué esto?”, “¿Y por qué aquello?”, “¿Por qué tal cosa?”. Mi familia tenía entonces un poco de paz en vaca-ciones cuando yo estaba leyendo. Recuerdo especialmente la lectura de Balzac. Jamás olvidaré La piel de zapa, que acabo de descubrir que no era la piel de un sapo, sino la piel de un borrico. Del onagro. Pero los españoles son muy propios para traducir y hacen un poco lo que les da la gana. Eso lo hemos heredado nosotros, y es simpático, porque si a mí me dicen La piel del onagro, seguramente no la leo… Esa piel a la que se le piden deseos, que la tenemos ahora presente todo el tiempo. El protagonista pedía un deseo y la piel se encogía; pedía otro y la piel se encogía: el amor, el dinero, la fama… Ahora la piel la tenemos en las tarjetas de crédito, a diario. “¿Cuándo descubrió que quería escribir? ¿Desde esas pri-meras lecturas o por mucho tiempo sólo hubo lugar para el placer de la lectura, para las páginas interminables de una gran biblioteca?” La literatura es un universo de magia. Después de leer CUENTOS ESCOGIDOS Fanny Buitrago 13 Los tres mosqueteros, de Dumas; La piel de zapa, de Bal-zac, Veinte mil leguas de viaje submarino, de Verne, y El país de los ciegos, de Wells, me senté un día bajo un cere-zo en Bogotá, en la casa de mi abuela Estefanía. Venía de la mesa donde los adultos hablaban del futuro y me puse a pensar: “¿Tú qué vas a ser en el futuro? ¿Bailarina? No. ¿Artista? No.” Y de pronto me dije: “No, es que ya yo soy escritora. Sólo que no he escrito todavía sino uno que otro poema”. Entonces lo supe: “Quiero ser escritora”. Todavía no soy la escritora que quiero ser, pero quiero ser mejor como escritora y espero ser mucho mejor como persona. “Una decisión practicamente inevitable en un hogar en el que se vivía la lectura como una actividad cotidiana.” Es que a mí me daban la sopa con Caperucita. Mi papá me decía: “Esta te la tomas por Caperucita”, “Esta por el Gato con Botas”, “Esta por el gigante Goliat”. La literatu-ra me nutrió desde que era muy niña. Me escogió. Estaba escribiendo más o menos desde los seis años (una vez una amiga de la familia me contó que mi madre tenía un poema que yo había escrito siendo muy niña). Yo escribía historias fantásticas en cuadernos. Las mil noches y una noche te-nían una gran influencia en mí. Les contaba a mis hermanos historias y las historias de mi abuelo, las historias del Caribe que todavía nos falta por rescatar. Era la escritora que va en marcha y en un momento dado envía cuentos a todos los concursos, en los que jamás gané nada. Pero me foguea-ron. No quedó ni uno. Pero quedé yo. “Es curioso que haya comenzado sus primeras lecturas con un escritor como Balzac –al que generalmente se ha repu-tado de “realista”, pero que tiene en su haber novelas con registros fantásticos como La piel de zapa o Seraphita–. En sus propios relatos, Fanny, usted muestra una vocación por lo cotidiano, marcada, no obstante, por la ironía, el sueño, el mito, el juego. ¿Cómo ocurren esos encuentros en su obra?” En el Caribe —el Caribe es toda Colombia— vivimos en medio de la magia. Tenemos un pie en una realidad bas-tante dura, bastante difícil, y tres pies, por lo menos, en un asunto maravilloso, que es la magia. Todos somos mito. Yo creo que el hombre comenzó bailando. Antes de todo 14 debió tener un lenguaje gestual. Y después, al pie de la hoguera, contando cuentos, mitificando, ¿qué pensaba?... “Mañana vamos a tener el fuego todo el tiempo. No tene-mos que robarlo. No tenemos que encenderlo. Lo hemos logrado”. Uno enciende, ahora sí, la luz de su casa. “A los dieciocho años publica su primera novela: El hosti-gante verano de los dioses (1963). “¿Cómo iba a ser posi-ble que una jovencita […] se atreviera a escribir una novela ‘fuera de tono’ frente a lo que estábamos acostumbrados a leer?”, se preguntaba la crítica colombiana Luz Mary Gi-raldo. ¿Es esta una novela contestataria? ¿Creada en franca inconformidad con su época?” No lo había pensado así. En realidad, fue más subjetivo escribir ese libro. No estaba haciendo ninguna denuncia. No estaba en plan de señalar los errores de la sociedad colombiana, ni de nadie. Estaba en plan de contar una his-toria. Y tal vez puede que sea mi falla mental, pero a mí me persiguen los temas. Y los temas no persiguen porque sí. Persiguen porque el mundo tiene una razón para elegirlo a uno como escritor o como escritora. Jairo Aníbal Niño de-cía algo muy hermoso que yo me apropié: “Yo no escogí la literatura; la literatura me escogió a mí”. Escribí El hostigan-te verano de los dioses porque quería escribir una historia. A mí me gusta contar historias. Y en ese momento yo tenía una pila de historias persiguiéndome, casi que enlazándo-me, pero estaba en una edad en la que los muchachos me interesaban más que la literatura. Me interesaba más ir a las fiestas. Me interesaba más el paseo. Me interesaban más las lecturas. Pero un buen día soñé que los personajes de esa novela me estaban diciendo: “¿A usted qué le pasa? ¡No sea tonta!”. Y me tocó. La escribí en dos corredores: uno en Cali y otro en la Zona Bananera. Pobrecita mi mamá con el taqui-taqui de la máquina. Porque era tiempo de máquina. “Y para escoger el título tuvo que elegir entre cien posi-bilidades…” Sí. Hice cien títulos, escribiendo a mano. Mi papá decía: “¡Pero a esta niña qué le pasa!”. Listas y listas… Cada uno de mis libros tiene una lista. Generalmente me quedo con el primer título; a veces con el de la mitad. CUENTOS ESCOGIDOS Fanny Buitrago 15 “Desde 1963 ha seguido publicando cuentos, novelas e in-cluso obras de teatro. ¿Cómo conviven en sus manos escritu-ras tan diversas? ¿Hay algún ritual a la hora de imaginarlas?” Los temas son como esas palomas que de repente pasan por encima, como las golondrinas, y aun como esos perritos hambrientos que de repente uno ve en la calle y empiezan a seguir a alguien. Los temas hermosos, antipáticos o terribles empiezan a asediar. Y si no se escriben, se pudren. Así que para ser escritor lo único que hay que hacer es escribir. Después se corrige. A los tres meses, a los seis, al año. No quiero estar en plan de consejera, que es muy aburrido, pero se me acercan muchas personas: “Ah, que yo quiero ser escritor, pero…”, “Ah, que yo quería, pero…”. Entonces me pongo a pensar en lo her-moso que es la literatura, precisamente porque cuesta. Yo me divierto mucho, pero cuesta. Hay que darle espacio, abrirle la puerta y ella misma se encarga de consentirlo a uno, de llevarlo a todas partes. La gente que va llegando por la literatura, los amigos, los países, los mares... Y en literatura, es curioso, nada se pierde. Tenía yo una historia de un genio al que se le había extraviado el corazón, porque se había enamorado. Empieza a buscar su corazón por todas partes. Y la historia, como dicen, ahí, ni para adelante ni para atrás. Un buen día me llama una editorial: “Necesitamos una historia que contemple el planeta, la salvación del planeta”. El genio. Listo. Salió adelante la his-toria. Ya tiene una segunda edición. Y hacía por lo menos diez años que yo la tenía en un sobre, amarilla la pobre. Esa es la literatura. Jamás pierde uno nada. “Cuentos que surgen inesperadamente, como aquel de Canciones profanas que comienza: “No hay un pescado igual, más hermoso, ni de mejor sabor que la mojarra […]”. Ese cuento me lo obsequiaron en una calle de Cartagena. Iba muy temprano al supermercado, y Willy Caballero, que lamentablemente ya se nos fue, me había hablado de una esquina en la que hay colgada una sirena. Camino del su-permercado, me fui primero a mirar la sirena, y había dos vendedores ambulantes dedicados a organizar sus tende-retes. Uno le contaba al otro cómo se aliñaba una moja-rra. Me puse de espaldas contra la pared, como si fuera la otra sirena de la calle, y escuché y escuché. Por supuesto, mi mercado quedó en veremos. Ese día no sólo aprendí 16 cómo se aliñaba una mojarra, sino que escribí “El mongo-mongo”. “Fanny, usted suele levantarse muy temprano para escribir y acostumbra llenar cuadernos enteros que se amontonan en los armarios. ¿Cómo es su rutina de escritura?” Normalmente estoy levantada desde las cuatro de la ma-ñana y trabajo hasta las seis o siete. Pero la vida es bueno vi-virla. No quiero ser una escritora de escritorio. Quisiera más tiempo, pero no lo tengo, porque hay que pagar servicios, hay que ir al colegio de los sobrinos, ir a la fiesta del amigo, hacer el mercado, lavar los platos. Pero tengo trucos. Cuan-do lavo los platos, me recito a García Lorca, para que me dé el espacio literario que necesito para el día. Empiezo: “La luna llegó a la fragua, con su polizonte…” Y como me lo sé de memoria, de pronto digo: “Ah, lo que pasa es que hay tal cuento que tiene un error en tal parte…” Nunca es suficiente, en todo caso, y sé que cuando muera voy a dejar mil cosas sin escribir. No pienso que la inspiración exista. La inspiración es un buen desayuno, primero que todo, un buen computador en este momento, una buena libreta, un buen esfero, la mente limpia y el corazón contento. Y ojalá, programa para el fin de semana. “En más de una ocasión ha dicho que cada quien tiene un relato que contar: las historias están allí, asediándolo a uno. Y los escritores son esas personas que saben escuchar a los otros y a sí mismos, para construir sus historias a partir de lo más trivial o lo más maravilloso. ¿Cómo se da en usted el proceso de creación?” A cada autor le sucede diferente. A mí no siempre, pero, en general, cuando empiezo a soñar. Una vez soñé con un grupo de muchachos en una carretera, y me preguntaba: “¿Estos tipos quiénes son? Yo no los conozco. No los he visto. ¿Por qué me llevan de la mano bajo un sol increíble?”. Era un sueño de verdad. No era un sueño despierto. Y de pronto me di cuenta que eran los personajes de Los pa-ñamanes. Cosas como esa me suceden. Cuando estaba escribiendo El hombre de paja, estaba soñando todo el tiempo con ahorcados y me despertaba gritando. Así que si el personaje es bueno, él se impone solito. Señora de la CUENTOS ESCOGIDOS Fanny Buitrago 17 miel fue un rescate que hice de una cantidad de mujeres que hay por ahí, que sufren todo el tiempo, que los maridos les ponen los cuernos. Y un día una empleada me echó una historia tan larga que yo dije: “Voy a escribirles una historia bien divertida para sacarlas adelante”. “Entre esos relatos sobre mujeres hay uno que llama es-pecialmente la atención por su cuidada ironía: el cuento “Mammy deja el oficio”, que ha sido antologado en varias oportunidades y que se encuentra en el libro La otra gente (1973). ¿Cómo contar la trivial y trágica historia de una mujer en un mundo tiranizado por las convenciones sociales?” Esa es una historia en la historia. Es la historia de la his-toria de la historia. Yo estaba en una fiesta de quince años. Cumplía la hermana de un amigo y mi amigo estaba muy contento, muy feliz. Pero la fiesta no se acababa nunca: esas fiestas que nunca se acaban. Me dice entonces: “Aquí en la esquina de la casa (era en Cali) hay un sitio donde hacen un pandebono maravilloso. Camine y nos vamos a desayunar, porque esta fiesta no se va a acabar”. Nos fuimos a desa-yunar y una señora gordita, medio mona, nos atendió, nos dio café, y se sentó, y mi amigo se durmió, y ella empezó a hablar y hablar. Es esa la historia de Mammy. Era una señora que tenía una cafetería, pero que había llevado una vida un poco extraña antes de establecerse. Me contó todo y ahí está en “Mammy deja el oficio”. “Mucho de casualidad en el origen de ese cuento y de sue-ño en otros, pero también mucho de conciencia narrativa, de precisión en la técnica de contar.” Tengo una teoría: el texto escoge la estructura. Los per-sonajes escogen la narración. Hay historias que sólo fun-cionan en primera persona; otras en tercera persona. Otras funcionan a partir de los objetos; otras funcionan mejor desde la atmósfera. “En relación con las mujeres de sus relatos”, pregunta uno de sus lectores que nos acompaña en esta mañana, “¿Fanny, se ha puesto en los zapatos de las que aparecen en sus cuentos y novelas?” En general, no. Soy muy prepotente como mujer, afortu-nadamente. Me ha tocado serlo, porque no tengo la esta- 18 tura que quise tener, ni la belleza que quise tener. Me toca convencer a todo el mundo de que soy lo último. Y la gente se lo cree, además. “En Bahía sonora, colección de cuentos de 1975, los perso-najes saltan de un relato a otro y reaparecen cuando menos los esperamos. ¿A qué se debe esta estructura? ¿Cómo ve hoy, después de tantos años, ese libro de ‘infinitas tardes calurosas y noches empapadas de yodo y de salitre’?” Cuando nació Bahía Sonora estaba yo en un medio muy oral –San Andrés y Providencia–, donde los personajes eran unos primero y después eran otros, donde cada quien tie-ne una versión distinta de cada persona, como sucede en el fondo en la vida. A mí no me gusta que me cuenten lo que la gente dice de mí y yo creo que en cierto modo a nadie. Rojas Herazo decía algo absolutamente incr

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