A lo largo de la última década, tras la gran crisis económica global, ha surgido una premisa que no pensábamos que pudiera ocurrir: “los jóvenes de esta generación vivirán peor que sus padres”. Esta afirmación rotunda, clara y sencilla preestablece que, debido a los cambios (de carácter negativo) acontecidos, la calidad de vida de una generación vivirá un serio retroceso, fragmentándose así la sociedad y rompiéndose el pacto social intergeneracional que hace que suba y baje de manera correcta el ascensor social. Los problemas a los que se enfrenta la generación actual son múltiples: la precariedad laboral, el desempleo, la imposibilidad del acceso a la vivienda, los recortes tanto en educación como en sanidad... Sin embargo, no podemos olvidar que la generación anterior también tuvo sus problemas.Tomando como referencia la obra de mediados del siglo XX del sociólogo británico Thomas H. Marshall “Ciudadanía Social”, basada en tres pilares fundamentales como son la ciudadanía civil, la ciudadanía política y la ciudadanía social, contrastaremos las diferencias entre ambas generaciones con el fin de saber cuál de las dos generaciones ha tenido una mejor calidad de vida y un mayor número de oportunidades para desarrollarse.<br /
