En el marco de la crisis económica estructural de los ochenta y de una mayor competencia internacional por los mercados, se propuso la incorporación de México a una serie de pláticas con los Estados Unidos y Canadá, cuyo propósito derivaría en la creación y puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) a partir del 1 de enero de 1994. Originalmente se concebía al TLCAN como un esquema novedoso que elevaría la productividad laboral, impulsaría una mayor convergencia salarial, apoyaría el crecimiento y el desarrollo económico; sin embargo, los resultados obtenidos no han sido del todo los que se esperaban para nuestro país. Por todo lo anterior, se justifica la necesidad de evaluar los resultados, así como las perspectivas del TLCAN en la industria automotriz, ante la política revisionista del gobierno de Trump