Volviendo al hombre caminante, se trasladaba por la venida observatorio,
con dirección a su apartamento, pensando en tomar una decisión que beneficiará
a él y a su familia, había llegado a la icónica ciudad buscando oportunidades de
crecimiento académico, viajaba desde tierras lejanas, más allá del atlántico; en su
andar se batía frente a dos posibilidades que la vida le presentaba, por un lado,
continuar con sus estudios profesionales en la mítica Universidad Sorbona1, por el
otro, volver a su patria a la vida laboral, con ello, a la estabilidad económica. La
disyuntiva no era fácil, pues, el sueño parisino resultaba muy costoso, máxime
cuando los apoyos morales y financieros escaseaban, justo aquellos que le llevaron
a la capital francesa; a pesar de las carencias un lugar en la Sorbona, bien valía no
sólo una misa, también el sacrificio; así, el hombre decidió inscribirse a los cursos
de un programa de doctorado, en Ciencias Políticas. Empero, una serie de factores
directos o indirectos ligados al caminante, lo obligaron a volver a su tierra antes de
terminar los estudios de doctorado