Esta contribución reproduce uno de los primeros artículos que analiza la participación de las mujeres rurales en la reforma agraria peruana, publicado en 1983, con un prefacio nuevo de la autora. Se argumenta que el cambio socio-económico no es neutral al género; más bien, reformas que se asumen neutrales pueden tener un impacto negativo sobre la posición de las mujeres. Las reformas agrarias de Perú y de Chile de los años 1970s no contaron con una política dirigida a incorporar a las mujeres, en contraste con Cuba, donde la participación de ellas en las nuevas cooperativas de producción, de este periodo, fue una meta estatal. Como resultado, fueron pocas las mujeres que se beneficiaron directamente de estas reformas en estos dos países, en comparación con el caso cubano. El mecanismo principal de exclusión fueron los requisitos para ser beneficiario, especialmente que estos sean jefes de hogar, lo cual tuvo efectos negativos no solamente para las mujeres, sino también para el buen funcionamiento de las cooperativas. Entre los factores que explican cómo las mujeres llegaron a ser alrededor de un tercio de los socios de las cooperativas de producción cubanas, e igualmente del éxito relativo de estas cooperativas, fue que las mujeres entraron a ser socias de estas a nombre propio, además de la atención que se prestó a las responsabilidades domésticas de ellas en las nuevas comunidades agrarias, y al apoyo y la buena coordinación entre la organización campesina y la organización de mujeres.This contribution reproduces one of the first articles analyzing rural women’s participation in the Peruvian agrarian reform, published in 1983, along with a new preface by the author. It is argued that processes of socio-economic change are not gender neutral; supposedly gender-neutral reforms may have a negative impact on the position of women. Neither the Peruvian nor Chilean agrarian reforms of the 1970s had an explicit policy to incorporate women into the reform, in contrast to Cuba in this period, where the participation of women in the new production cooperatives was a policy goal. As a result, few women were direct beneficiaries in Peru or Chile in comparison to Cuba. The criteria for being a beneficiary of the reform was the main mechanism of exclusion in the former two countries, specifically, the requirement that these be household heads. The exclusion of women had negative consequences for the success of the production cooperatives. In Cuba, women became cooperative members on their own account; moreover, attention to their domestic responsibilities in the new agrarian communities that were created, along with the support of and effective coordination between the peasant’s and women’s associations, largely explain both how women came to be over one-third of the members and the early success of the cooperativization process