Distinto envase, ¿mismo contenido?

Abstract

Zimbabue vivió meses agitados entre fines del 2017 y todo lo que va del presente año. La máxima figura del país, Robert Mugabe, creyó que podía eternizarse en el poder. Sin embargo, en noviembre las fuerzas militares del país -ex aliados del Presidente- decidieron no dejar el futuro librado al azar y provocaron la dimisión forzada de Mugabe. Luego de casi cuatro décadas, Zimbabue ve una nueva cara a cargo de la presidencia, la de Emmerson Mnangagwa –alias El Cocodrilo-, que se viste de conciliador y atrapa a la sociedad con un discurso esperanzador que le da prioridad a la resolución de los gravísimos problemas económicos y al respeto de la vapuleada democracia. Pero Mnangagwa es un representante más de la vieja guardia independentista. Trata de desmarcarse del ex presidente, pero lo acompañó en su gestión desde 1980. De hecho, fue su cercana y buena relación con la cúpula militar y la élite política lo que lo llevaron a ser elegido como presidente interino. ¿Su pasado lo condena? Puede que la voluntad de un verdadero cambio lo acompañe, pero si no cuenta con el visto bueno del establishment político y militar difícilmente lo logre. El próximo 30 de julio se llevarán a cabo las primeras elecciones sin Mugabe como candidato, y en ellas se disputarán la presidencia Emmerson Mnangagwa por el partido Unión Africana Nacional de Zimbabue-Frente Patriótico (ZANU-PF), y Nelson Chamisa del opositor Movimiento por un Cambio Democrático (MDC). En todo caso, si El Cocodrilo gana estas elecciones, solo habrá un cambio de caras, pero el ZANU-PF se mantendrá en el poder sin alternancias desde 1980.Departamento de ÁfricaInstituto de Relaciones Internacionale

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