La salud de los animales y de los humanos se encuentra estrechamente relacionada a los ecosistemas donde viven y al medio ambiente que los rodea, existiendo una interacción permanente entre ellos. Las enfermedades parasitarias que afectan al ser humano y a los animales podrían propagarse con el cambio climático, transformando en forma directa o indirecta la relación entre animales, parásitos y vectores con lo cual se pueden predecir cambios en las enfermedades zoonóticas. Asimismo, algunas regiones geográficas podrían sufrir transformaciones en cuanto a los períodos de precipitaciones y sequías, como así también los tiempos de duración de las mismas, causando variaciones en la humedad y temperatura de los suelos, alterando su consistencia y permeabilidad. La diseminación, desarrollo y evolución de las formas parasitarias infectivas como de los vectores que las transmiten, hallarían un nuevo ecosistema que los favorece, permitiendo un aumento en su incidencia y en el tiempo de exposición del huésped y el parásito. Esta situación produciría cambios en las epidemiologías no sólo regionales, sino de los países y continentes, con un recrudecimiento de las patologías ya instaladas y un aumento en la incidencia de las que son emergentes.Universidad Nacional de La Plat