A partir de la década de los noventa llegaron a las instituciones públicas un conjunto de técnicas gerenciales provenientes del sector privado conocidas como técnicas de Nueva Gestión Pública (ngp). Dichas técnicas al adoptarse en las diversas instancias de la administración pública generaron, por un lado, ajustes y/o modificaciones en los procedimientos y forma de trabajar modificando, en muchos casos de forma sustantiva, cómo organizar, estructurar y operar los servicios públicos; por otro lado, cambios en la conducta y actitudes de los servidores públicos sustituyendo el espíritu de servicio público por uno de egoísmo personal, lo que a su vez trajo como consecuencia el aumento de prácticas corruptas