Reseña de "De noches, dioses y creaciones. Un acercamiento a Relatos de El Viejo Antonio del Subcomandante Insurgente Marcos" de Valdespino Vargas, Carla
La desvelada de la fiesta de año nuevo hacía que las voces en el mercado
surgieran como un rumor lejano: “se levantaron en armas”, “hay alerta
nacional”. Y más tarde, al escuchar el radio, lo que parecía un relato
fragmentario de alguna película, cobraba una realidad inesperada: un grupo
numeroso de encapuchados armados de manera rudimentaria: con viejos rifles, palos y machetes, había tomado San Cristóbal de las Casas y otros municipios del
estado de Chiapas.
Luego, en las pantallas de televisión apareció un hombre de palabra fluida y
mirada luminosa explicando con claridad los principios políticos e ideológicos que
animaban al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que aquel histórico primero
de enero de 1994, desenmascaraba los embustes de Carlos Salinas de Gortari,
quien a lo largo de su gobierno, vendió a las clases medias mexicanas la idea de
que el neoliberalismo y el Tratado de Libre Comercio llevarían a nuestro país a la
felicidad y el bienestar. Y ahí entre las antiguas construcciones de “Ciudad Real”,
los indígenas invocando el artículo 39 de la Constitución, que prescribe el derecho
inalienable del pueblo mexicano a resistir la opresión, los indígenas después de una
larga resistencia, alzaban su voz y mostraban un despliegue organizado. La Primera
Declaración de la Selva Lacandona exponía los orígenes del movimiento y
sus intenciones políticas