Frente a las grandes transformaciones operadas en el contexto político económico de la última década, va perdiendo viabilidad la clásica planificación a mediano o largo plazo, fundada en el mantenimiento de las tendencias y en objetivos fijos, y basada en un presente proyectado. La dinámica y velocidad que signan nuestra época requiere de la construcción permanente de estrategias que exploten ventajas, aprovechen oportunidades, adviertan amenazas y riesgos y sean capaces de asimilar nuevas tendencias y sorpresas, variando, si es necesario, los objetivos instrumentales sin perder las grandes metas de una mejor calidad de vida y del progreso colectivo.
Por ello, el pensamiento estratégico, se ha convertido en un instrumento básico para jugar un papel positivo para el desarrollo local-social y de cooperación entre los actores de las comunidades que comparten la meta de conseguir una calidad de vida mejor, imposible sin equilibrio y equidad. Se vuelve indispensable para canalizar la vitalidad participativa de la comunidad - a través de vecinos e instituciones -, y articularla con los roles y responsabilidades del Estado en un proyecto común, que refleje las inquietudes de todos a partir de propuestas sensatas y arraigadas en aspiraciones colectivas, pero también en posibilidades reales de alcanzarlas.Trabajo realizado en el marco del Programa de Apoyo a los Municipios perteneciente a la Dirección de Asuntos Municipales (DAM), de la Secretaría de Extensión de la Universidad Nacional de La Plata.Facultad de Arquitectura y Urbanism