Los fármacos antagonistas de la vitamina K (AVK) han supuesto durante años la principal estrategia farmacológica de la anticoagulación oral para la prevención y tratamiento de laenfermedad tromboembólica venosa. Sin embargo, dicho tratamiento cuenta con limitaciones que interfieren en el desarrollo de las actividades diarias, especialmente, del paciente joven, y
que afectan por consiguiente a su calidad de vida, tales como la necesidad de monitorización, riesgo de hemorragia e interacciones con alimentos ricos en vitamina K y otros fármacos de
frecuente uso. Estas limitaciones se han visto en gran medida solventadas con la irrupción de los nuevos anticoagulantes orales (NACOs) que, en líneas generales, han demostrado no inferioridad en cuanto a eficacia y mayor seguridad que los AVK. Este hecho ha traído consigo
incertidumbre al profesional sanitario, que encuentra en las dificultades del tratamiento con NACOs (especialmente la aún escasa existencia de estudios a largo plazo fuera de ensayo clínico y el precario conocimiento acerca de la reversión de su efecto anticoagulante) un importante reto a afrontar para que sus comentadas ventajas se vean traducidas en la mejora de la calidad de vida del paciente. La superación de estas barreras clínicas, junto a otras de índole económico y administrativo, abrirían la puerta a un nuevo paradigma de la anticoagulación oral