Los frutos secos representan un peso notable en la producción final agrícola española, siendo nuestro país el
segundo productor mundial de almendra (55.000 tm grano) y el cuarto de avellana (9.000 tm grano).
En el caso del avellano, la superficie de España es de unas 25.000 ha (MAPA, 2000), concentrándose el 95 %
de la misma en Cataluña y, más concretamente en Tarragona (18.000 ha), donde el avellano es, en diversas
comarcas, una importante fuente de ingresos. Durante las últimas décadas, el sector ha estado sometido a
fuertes crisis debido al descenso de precios causado, entre otros motivos, por la existencia o no de acuerdos
comerciales entre la UE y Turquía sobre este fruto seco, por las oscilaciones del dólar y la competencia
creciente de Turquía, que produce casi el 75 % del total mundial y cuyos costes de producción son más
reducidos, por disponer de mano de obra más barata y mejores condiciones edafoclimáticas para el cultivo.
Un problema adicional de la avellana española en dicho periodo, fue la poca calidad del producto obtenido,
motivada por la realización inadecuada de una serie de prácticas de recogida y de postcosecha.
La variedad 'Negret' es la base de la producción de avellana española para industria y, junto con la ‘Pauetet’,
constituyen el tipo comercial ‘negreta’ que es el que obtiene mejor precio en el mercado nacional. Ello es
debido a sus buenas características organolépticas y elevada aptitud al tostado, que constituye el punto de
partida de la mayoría de aplicaciones comerciales. Por otra parte, constituye, también, la base de la
producción de la Denominación de Origen ‘Avellana de Reus’. Tradicionalmente esta variedad adolece de
importantes problemas de tipo agronómico (poco vigor, rebrotante, sensible a clorosis férrica, asfixia del
suelo, muy virosada, etc.) y comercial (facilidad de enranciamiento, calibres pequeños, etc.), situación que ha
inducido, en la última década, a la introducción de variedades foráneas (‘Tonda Giffoni’ y ‘Tonda Romana’)
que en principio no presentan estos problemas. Sin embargo, la sustitución de la variedad autóctona ‘Negret’
por otras nuevas supondría la pérdida de un carácter diferencial para la producción española, que debe
evaluarse con sumo cuidado