research

Una alianza para aumentar la competitividad y el desarrollo humano: las universidades y las empresas culturales

Abstract

Leonardo Díaz García (biografía): Estudió Economía en el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (INTEC) y Psicología en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). Posteriormente obtuvo el título de Magíster en Administración en la Escuela Superior de Negocios para Graduados de la Universidad ESAN. Se doctoró en Psicología Educativa y Desarrollo Humano en la Universidad de Valencia (España). También realizó cursos de Administración de la Educación Técnica y la Formación Profesional (INTEC), Calidad Total (IMECCA, México) y Administración y Políticas Tributarias (INCAT-BID-OEA). Ha hecho trabajos de consultoría para el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Fondos Europeos y Caribbean Export, y en el ámbito nacional, para el Consejo Nacional de Competitividad, el Ministerio de Cultura, la Dirección General de Impuestos Internos, el Centro de Capacitación en Política y Gestión Fiscial y el Centro Nacional de Artesanía. Ejerce el magisterio desde 1975 y fue consultor del Ministerio de Trabajo de Honduras para transmitir la experiencia dominicana en el programa Juventud y Empleo, diseñado para tratar la problemática de jóvenes en situación de riesgo social.Como forma de impulsar una alianza estratégica entre el sector cultural y las instituciones universitarias es que surge este trabajo sobre las empresas o industrias culturales en el país, especialmente las dedicadas a la artesanía. Partiendo de la base de que la cultura es el centro de todo proceso de desarrollo humano integral, de que ella es fuente de identidad individual y colectiva, así como el eje o motor primero de las transformaciones sociales, se defiende aquí la necesidad de reconocer la manera en que las empresas culturales pueden cambiar o modificar “la lógica y el funcionamiento de las dinámicas económicas”. En este sentido, se arguye que los valores culturales hacen posible un replanteamiento ético del desarrollo económico, al que tienden a convertir en un proceso más sostenible y abierto a potencialidades futuras no perjudiciales para con el medioambiente natural y humano. El hecho de que las industrias culturales no puedan ser creadas por simple voluntad política política de arriba hacia abajo, las hace un reducto de libre creatividad, reacio a manipulaciones de cualquier tipo que puedan afectar su autenticidad. Aunque el Estado solo puede limitarse a acompañar, proteger y dar soporte a ese proceso de búsqueda espiritual en que ellas -en esencia- consisten, dicha triple labor resulta fundamental para contrarrestar al menos en parte las tendencias homogeneizadoras que se dan en la actual cultura de masas

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