La población expuesta a las distintas fases de la explotación petrolera en la Amazonía ecuatoriana requiere no solo que se visualicen sus condiciones de vida para que se apliquen propuestas de reparación que sumen los esfuerzos de afectados, profesionales y autoridades en la reconstrucción del tejido social, también la recuperación de factores de protección. El estudio muestra, desde la mirada de la epidemiología crítica, el proceso de determinación social de la salud en el socioecosistema amazónico, sometido al metobolismo sociedad-naturaleza condicionado por la actividad petrolera y la reproducción social que éste genera. La hipótesis del estudio fue conocer la afectación del metabolismo petrolero en todas sus dimensiones, desde el análisis de la reproducción social, las relaciones de poder y la relacionalidad entre culturas y con la naturaleza para saber qué debe incluir una política de reparación integral para la Amazonía que sirva a los afectados en su emancipación y apoye la toma de decisiones de las autoridades. La principal limitación es el largo tiempo transcurrido desde las primeras afectaciones que, asociado al abandono de políticas de control y desarrollo por parte del Estado, han generado pasividad y desesperanza. Se analizan los conceptos de verdad, justicia y reparación. El estudio tiene un enfoque cuantitativo y cualitativo, descriptivo, analítico y transversal. Se aplicó como técnicas de recolección de datos una encuesta a 2165 familias, con información sobre salud y condiciones de vida de 8814 personas que constituyen el 22,4% del universo en los 136 recintos visitados de trece campos petroleros y de un grupo control en las nacionalidades menos expuestas; una entrevista estructurada a 126 dirigentes de organizaciones sobre indicadores de Buen Vivir y la observación directa. Entre los resultados sobresale una dimensión general marcada por el privilegio de la actividad extractiva sobre cualquier otra forma de producción, comprometiendo la reproducción social en un tránsito de campesino a obrero y al abandono de formas tradicionales de consumo. Las relaciones de poder estuvieron marcadas por reglamentos permisivos para la industria y ausencia de garantías del Estado para la población, no solo afectada sino subordinada, con desvalorización de las culturas originarias y saberes ancestrales y alterando y contaminando los ecosistemas. La dimensión particular de las colectividades estuvo mediada por la alteración de los modos de vida en procesos de despojo de las condiciones de producción que generaron insustentabilidad. Despojo de posibilidades de trabajo, autonomía y soberanía, así como de un ambiente saludable (tierra, aire, agua y bosques), con desestructuración del tejido social y de mecanismos de protección como la solidaridad, incrementándose como salida las economías criminales. La dimensión singular de las familias se ve comprometida por múltiples exposiciones a sustancias contaminantes cercanas a las casas, pobreza por deterioro de la producción, explotación laboral en las empresas, criminalización de la protesta, falta de credibilidad de procesos organizativos, violencia intrafamiliar contra mujeres y maltrato a niños, e incremento de la inseguridad y crisis alimentaria. La dimensión individual está asociada a una alta prevalencia de enfermedades, de las que destacan algunas estadísticamente relacionadas con la distancia a las instalaciones petroleras. A estas se asocian las relacionadas con daño genético como cáncer y abortos, por su mayor cercanía a zonas con contaminación. Encontrándose una alta prevalencia de tristeza, asesinatos y suicidios, siendo el cáncer la primera causa de muerte. Como principal resultado y aporte, se presenta una propuesta de reparación que pretende ser emancipadora desarrollando un sistema de atención en salud desde la creación de comités de reparación, recuperando factores protectores desde la solidaridad, reconstrucción del tejido social, remediación de los socioecosistemas y la revalorización cultural