¿Qué es el poder local? y ¿Cuáles son las potencialidades de estos actores para la construcción
nacional? son las dos preguntas clave que articulan este trabajo, realizado en el Corregimiento de
Riobamba, entre los años 1750 y 1820. Espacio con población predominantemente indígena,
ubicado en la sierra centro de la Audiencia de Quito y especializado en la producción obrajera. En
esta temporalidad, abordamos la constitución del poder local y el comportamiento de los actores
en coyunturas producidas antes, durante y posteriores a la revolución de Quito de 1809, que es el
hito fundacional de la construcción del estado nacional, para lo cual, hemos revisado una gran
cantidad de fuentes primarias, rescatando la fuerza de la narrativa histórica y el análisis
estructural de su principales elementos económicos, sociales e ideológicos.
El estudio analiza el funcionamiento del poder local que se basa en elementos de antiguo
régimen: venalidad, exclusión indígena, transgresión, corrupción y control ideológico. Analiza las
continuidades y los modestos cambios que ese pensamiento experimentó, sobre todo en algunas
de sus facciones más dinámicas. Analiza las redes cerradas integradas por facciones familiares
y grupos de interés, que mantienen una serie de disputas y/o alianzas en las diversas coyunturas,
donde las facciones plantean proyectos para procesar la crisis obrajera, desarrollar un proyecto
minero, la consolidación de la hacienda, el traslado de la ciudad y la participación en las primeras
guerras de la independencia. Hemos encontrado una elite periférica, poco activa y de escaso peso
en las transacciones en la construcción del estado nacional, tanto por su dependencia con la
administración de Quito y Bogotá, como por su carácter tradicional, que terminó construyendo
una hacienda que impidió el desarrollo de ese espacio. Al mismo tiempo, vemos una elite con
escasa potencialidad para construir una nación incluyente, que en la transición profundizó
prácticas raciales que los llevó a excluir a los mestizos, a los indios e incluso a los caciques, como
por su alineamiento con el pensamiento de antiguo régimen, que los hizo desechar cualquier
reforma. Sin embargo, los acuerdos de las diversas facciones y los distintos alineamientos con las
elites de otras regiones, les permitió mantener el control de la provincia, sujetar a los subalternos
y participar a través de una serie de enlaces con facciones inter-regionales en la construcción del Estado