Los movimientos sociales latinoamericanos, especialmente en las últimas décadas, se
han constituido en importantes actores sociales y políticos. Las diferentes reflexiones y
análisis que han surgido a partir de un conjunto de movilizaciones sociales reflejan, a su
vez, la significación de dichos movimientos en la re-configuración de las sociedades.
En el caso ecuatoriano, el movimiento indígena durante la década de los
noventa, dio inicio a un proceso de autorepresentación caracterizado por el
protagonismo de los sectores indígenas en la formulación de sus demandas y
propuestas. Este proceso originó la constitución de los indígenas como sujetos políticos,
portadores de nuevas apuestas que pretenden el establecimiento de un orden social más
equitativo.
A partir, justamente, de la importancia del movimiento indígena ecuatoriano en
la transformación del escenario político, cabe una reflexión de los planteamientos
relacionados con su propuesta de democracia participativa. La tendencia general
considera a los movimientos sociales portadores de una alternativa frente a las
democracias liberales. Por lo tanto, es necesario analizar los elementos que están
presentes en ambas propuestas y las relaciones que se establecen entre las mismas