El permanente bombardeo de estímulos hacia el consumidor ha generado una nueva corriente de estrategias por parte de los productos (y marcas) enfocando sus esfuerzos en captar emociones y percepciones además de su simple atención. Por ello generar solo curiosidad e interés ha dejado de ser el objetivo principal de las marcas actuales para consolidarse en lo más profundo de la mente de sus clientes antes durante y después de la compra a través de una propuesta de valor única. En ese sentido el punto de venta como espacio estratégico constituye un lugar con gran potencial de experiencias gratificantes actualmente explorado (y explotado) por los líderes de cada categoría en su búsqueda de vínculos a largo plazo