El interés colectivo por el paisaje quedó reforzado a partir del año 2000 con el Convenio Europeo del Paisaje (CEP). Gracias a él el paisaje se situó firmemente entre las políticas públicas con efectos territoriales. El Convenio invita a fomentar la sensibilización paisajística de la sociedad civil, de las administraciones y de las entidades privadas. Para ello, insta a promover el conocimiento de lo que es el paisaje en los distintos niveles educativos. Y también a formar especialistas, a gestores y a políticos en la valoración e intervención en los paisajes, mediante cursos de formación específicos y actividades lúdico-educativas. En el territorio valenciano existe una rica variedad paisajística. La Huerta de Valencia es uno de esos paisajes, cuya interpretación posibilita la comprensión de la evolución del espacio geográfico de la ciudad de Valencia y su área metropolitana. Se trata de un paisaje cultural de un valor excepcional, porque alberga cualidades de tipo ambiental, histórico, económico y social. Un paisaje que es patrimonio, porque al menos una parte de la sociedad valenciana lo ha patrimonializado. Y es también un recurso didáctico que ofrece un extenso horizonte de oportunidades de aprendizaje. En este artículo efectuamos unas reflexiones acerca del potencial educativo que posee el paisaje y presentamos los resultados del análisis de las actividades lúdicopedagógicas que se están llevando a término, teniendo como fundamento e hilo conductor la Huerta de València