Desarrollo rural y capital social: aproximación desde el análisis de redes sociales. Una visión comparada de casos de estudio en Andalucía e Inglaterra.

Abstract

Las áreas rurales europeas han sufrido un proceso de cambio socioeconómico desde la década de los 50 hasta principio de los 70. Esto se materializó en una salida de población de estas áreas, así como una pérdida de empleo y servicios. En consecuencia, las áreas rurales se vieron envueltas en un proceso de crisis, que empezó afectando al sector agrario, continuó con la sociedad, para finalmente, convertirse en una crisis de los espacios rurales. En la década de los 70 se desarrolla, desde el ámbito académico (y más tarde en el institucional y económico), un cambio de paradigma en las políticas rurales, que evolucionan desde un enfoque sectorial hacia otro más integrado y con una doble vertiente, social y económica. Es, en este periodo, cuando surge el concepto de desarrollo rural, que integra un conjunto de procesos y enfoque con el que se explica mejor el enfoque local. La integración del desarrollo rural en las políticas europeas surge, principalmente y pese a algunos antecedentes, con la reforma de los Fondos Estructurales (1988), cuando las instituciones comunitarias (y algunas nacionales) toman conciencia de los problemas y dificultades que presentan las áreas rurales, y de la necesidad de abordarlos con políticas concretas. Fruto de esta reforma, en la década de los 90, surge la Iniciativa Comunitaria (IC) LEADER (Liaison Entre Action de Développement de l´Économie Rurale), que comenzó siendo un programa piloto de intervención. Entre los principios más valorados del programa destacan el enfoque bottom-up, la cooperación, participación, colaboración público-privada y el partenariado. El enfoque LEADER continúa hasta la actualidad, aunque desde el año 2007 dejó de ser una IC y pasó a integrarse en los Programas de Desarrollo Rural (PDR). Por otro lado, con relación a los principios innovadores que se introdujeron con la metodología LEADER, había una doble vertiente. La económica, que ya tenían las antiguas políticas sectoriales (pero trasladada ahora a la escala local), y la social, más preocupada por la cooperación, la interrelación y la mejorar de las relaciones entre la población rural (intra/extra local). De ello se deduce que el futuro de estas áreas no debía depender solo de la cantidad de fondos que se destinen desde el punto de vista económico, sino también del hecho de asentar y, en su caso, atraer, nueva población, ya que sin población estas áreas corren el riesgo de continuar el declive, e incluso profundizarse. Dentro de esta vertiente social de LEADER es donde se inserta el concepto de capital social. Este no es un concepto nuevo, pero sí su discusión teórica y la utilización desde un gran número de disciplinas científicas, por ello es considerado un concepto multidisciplinar y multidimensional. El capital social integra un conjunto de componentes como son las redes sociales, la confianza, el asociacionismo, el conjunto de normas, valores y sanciones, la cooperación, o la reciprocidad, entre otros. De entre todo ellos, se considera que las redes sociales son una buena forma para medir el stock de capital social disponible por un actor o grupo de actores en un área. El capital social es un recurso que se distribuye de manera irregular entre los miembros de un grupo, ya que depende, en gran parte, de la cantidad, tipo y calidad de los contactos que tenga o sea capaz de movilizar. Por lo tanto, simplificando, cuanto mayor es el número (y uso) de relaciones, el stock de capital social tenderá a ser mayor. Sin embargo, la ausencia de relaciones puede dar lugar a destrucción y desaparición del mismo. Esta investigación se plantea a partir de una hipótesis central y tres complementarias. La hipótesis central se basa en que, en las áreas rurales, tras más de dos décadas de aplicación de programas de desarrollo, y debido precisamente a los objetivos que éstos (LEADER) tiene (cohesión de la sociedad local, de mejora de los mecanismos de coordinación, de interrelaciones tanto internas como externas), se ha producido un fortalecimiento del stock de los diferentes tipos de capital social. Es decir, se ha generado tanto capital social interno (Bonding), como externo entre colectivos y territorios (Bridging) y jerárquicos (Linking). Las otras tres hipótesis complementarias son, en primer lugar, que se ha conseguido una creciente inclusión social de las mujeres y de los jóvenes en los procesos de desarrollo rural y en los órganos de gestión del programa LEADER; en segundo lugar, que se ha conseguido una articulación y una cohesión entre todos los municipios y actores del área LEADER (áreas que surgieron con estos programas); y en tercer lugar que, tras más de veinte años de aplicación de los programas de desarrollo rural LEADER, los actores más implicados tienen una valoración positiva de estos programas y estrategias, así como que su implicación, participación y asesoramiento han aumentado con el paso del tiempo, en el marco de los diferentes periodos de programación. Desde el punto de vista metodológico, se han realizado un total de 160 entrevistas semiestructuradas y encuestas a un grupo de actores relevantes. Por actores relevantes se entienden a aquellas personas que han estado o están involucradas en los procesos de desarrollo socioeconómico, desde la perspectiva territorial supramunicipal (pudiendo tener o no una vinculación al programa LEADER). Se seleccionaron un total de cuatro casos de estudio, tres áreas españolas en Andalucía: Serranía Suroeste Sevillana-SSOS (Sevilla), Guadix (Granada) y Levante Almeriense (Almería); y un área en Inglaterra: Plain Action (Wiltshire county). La tesis se centra en el estudio de la dimensión relacional del capital social, para lo cual se aplica el enfoque metodológico del Análisis de Redes Sociales (ARS), incluyendo indicadores típicos como el grado, la cercanía, la intermediación, y otros menos habituales, pero tremendamente útiles, como el análisis de brokerage o el índice E-I. Adicionalmente, el procedimiento metodológico se complementó con recuentos muestrales, un estudio del capital social Linking y la georeferenciación de las relaciones personales. Los resultados ponen de relieve que se ha producido un incremento significativo del stock de capital social, aunque no en todas las tipologías por igual. Se observa como en el caso de las áreas españolas hay un importante stock de capital social interno (Bonding), mientras que el capital social externo (Linking y Bridging) es bastante menor. Este escenario, según la literatura científica, es negativo, ya que el capital social Bonding es importante para las fases iniciales, mientras que los dos restantes son fundamentales para que un área se desarrolle y se consolide, lo cual no está ocurriendo en las zonas españolas. En el caso del área británica, el stock de capital social externo es mayor que el capital interno, lo cual es muy positivo y mantiene la tendencia que marcan los autores de cómo debe evolucionar un área rural de forma positiva en los procesos de desarrollo rural. Respecto al resultado de las hipótesis complementarias, en el caso de la integración de las mujeres y los jóvenes en los procesos y programas de desarrollo, en las áreas españolas no se ha conseguido vincular un importante número de mujeres, mientras que hay una práctica total ausencia de jóvenes. En el caso del área británica, la integración de las mujeres es más paritaria, si bien también, en el caso de los jóvenes, su incorporación es prácticamente inexistente. Respecto a la hipótesis de la cohesión territorial, se ha podido comprobar que las redes de relaciones no siempre se corresponden con los nuevos territorios LEADER. Por lo tanto, desde los resultados obtenidos a partir del ARS, no se puede afirmar de forma clara que el programa LEADER haya conseguido o contribuido a articular de manera significativa estas nuevas áreas. Sin embargo, si se puede determinar que los actores relevantes y, por tanto, su red de relaciones, están más vinculados a aspectos como la concentración de población y las actividades económicas. Por último, con relación a la hipótesis sobre la valoración del programa LEADER por parte de los actores relevantes, los resultados ponen de relieve que, pese a los acontecimientos y dificultades recientes, esa valoración sigue siendo positiva. En este contexto, cabe destacar que, de manera paralela a esas valoraciones, y como signo positivo de dinámicas vinculadas a los procesos que se han puesto en marcha en el marco de LEADER, podemos destacar que, por ejemplo, los niveles de implicación, participación y asesoramiento o ayuda por parte de los actores relevantes ha sido creciente en los diferentes periodos. Ello no evita que, efectivamente, sea patente un proceso de desgaste, tanto de los propios actores vinculados al programa como de la implementación del mismo tras el periodo 2007-2013. En este sentido cabe destacar efectos negativos derivados, por ejemplo, de la reducción de fondos, o acusaciones de control por parte de determinados grupos de actores. Finalmente, con todo ello, se ha podido comprobar como a partir de un mismo enfoque metodológico en áreas rurales desfavorecidas, se han obtenido resultados dispares en cuanto al stock de capital social, inclusión de género y jóvenes, cohesión territorial y valoración de los programas, particularmente entre las áreas de estudio de Andalucía e Inglaterra. Desde este trabajo se propone seguir fomentando el stock de capital social externo con el objetivo de que estas áreas rurales avancen en los procesos de desarrollo y se consoliden. Al mismo tiempo, es necesario una mayor integración y articulación de los actores de las áreas de estudios, por lo tanto, serían necesarias acciones encaminadas a fortalecer este proceso. Se han observado signos de agotamiento tanto entre los actores involucrados como de la propia metodología LEADER, que comenzó como experimental, pero que ha continuando implementándose de esta misma forma más de 25 años. Ello hace necesario que de cara al periodo 2020 se introduzcan cambios en la política de desarrollo territorial, así como en las distintas áreas con el objetivo de seguir desarrollándose y consolidando estos procesos.European rural areas have undergone a process of socio-economic change from the 50s to the beginning of the 70s. This change materialized in a population outflow from these areas as well as losses of employment and services. Consequently, the rural areas were involved in a crisis process, which began affecting the agrarian sector, continued within society at large, and finally became a crisis in rural spaces. In the 1970s, a paradigm shift in rural policies was developed from the academic sphere (and later in the institutional and economic spheres), which evolved from a sectoral approach to a more integrated one with a double slople: social and economic. It was in this period, when the concept of rural development arose, integrating a set of processes and approaches with which the local scheme is better explained. The integration of rural development into European policies arose, mainly and despite some background, with the improvement of the Structural Funds (1988), at which point the community (and some national) institutions became aware of the problems and difficulties presented by rural areas and realized the need to address them with concrete policies. As a result of this reform, in the 1990s, the Community Initiative (CI) LEADER (Liaison Entre Action de Développement de l´Économie Rurale) emerged and started as a pilot intervention program. Among the most valued principles of the program were the bottom-up approach, cooperation, participation, public-private alliance, and partnership. The LEADER approach continues to the present, though, since 2007, it has ceased to be a CI and has become part of the Rural Development Programs (RDP). On the other hand, in relation to the innovative principles that were introduced through the LEADER methodology, there was a double slope:  the economic side, which already had the old sectoral policies (but now transferred to the local scale) and the social side, was more concerned with cooperation, interrelation, and improvement of relations among the rural population (intra / extra local). This leads us to deduce that the future of these areas should not depend only on the amount of funds that are earmarked from the economic point of view, but also on the fact of settling and, where appropriate, attracting new population since, without population, these areas run the risk of continuing the decline and even deepening it. The concept of social capital is inserted within this social aspect of LEADER. This is not a new concept, but its theoretical discussion and use in a large number of scientific disciplines is. For this reason, it is considered a multidisciplinary and multidimensional concept. The social capital integrates a set of components such as social networks, trust, associationism, and cooperation (or reciprocity) along with a set of rules, values and sanctions, for example. Among all of them, it is considered that social networks are a reliable way of measuring the stock of available social capital by an actor or group of actors in an area. Social capital is a resource that is distributed in an irregular manner among the members of a group since it depends, to a large extent, on the quantity, type, and quality of the contacts that it has or is capable of mobilizing. Therefore, and to simplify, the greater the number (and use) of relationships, the larger the stock of social capital will tend to be. However, the absence of relationships can lead to social capital’s destruction and disappearance. This research is built on a central hypothesis and three complementary hypotheses. The central hypothesis is based on the fact that, in rural areas, after more than two decades of application of development programs, and precisely because of the objectives that these (LEADER) have (cohesion of the local society, of improvement of the mechanisms of coordination, both internal and external interrelations), there has been a strengthening of different types of social capital stock. In other words, two types of social capital have been generated: the internal social capital (bonding) and the external social capital. Both exist between collectives and territories (bridging) and serve as hierarchical links among actors (linking). The first of the other three complementary hypotheses is that a growing social inclusion of women and young people has been achieved in rural development processes as well as in the management of the LEADER program. The second, is that coordination and cohesion have been achieved among all the communities and actors in the LEADER area (areas which emerged with these programs). The third is that, after more than twenty years of implementation of the LEADER rural development programs, the most involved actors have developed a positive assessment of these programs and strategies. They also believe that their involvement, participation, and advice have increased with the passage of the time within the framework of the different programming periods. From the methodological point of view, a total of 160 semi-structured interviews and surveys were carried out to a group of stakeholders. By stakeholders we mean those people who are (or have been) involved in the processes of socioeconomic development from the supramunicipal territorial perspective (whether they are or are not linked to the LEADER program). A total of four case studies were selected with three of these located within the Spanish areas in Andalusia: Serranía Suroeste Sevillana-SSOS (Seville), Guadix (Granada), and Levante Almeriense (Almeria). The fourth was in an area of England: Plain Action (Wiltshire county). The thesis focuses on the study of the relational dimension of social capital, for which the methodological approach of Social Network Analysis (SNA) was applied including typical indicators such as degree, closeness, betweenness along with other less common but tremendously useful indicators such as the brokerage analysis or the E-I index. Additionally, the methodological procedure was complemented with sample recounts, a study of the social capital linking, and the georeferencing of personal relationships. The results highlight that there has been a significant increase in the social capital stock though not in all typologies equally. It was observed how, in the case of the Spanish areas, there was an important stock of internal social capital (bonding) while the external social capital (linking and bridging) was quite smaller. According to the scientific literature, this scenario is negative because the social capital (bonding) was important in the initial phases, whereas the other two were fundamental for an area to be developed and consolidated, which did not occur in the Spanish areas. In the case of the British area, the stock of external social capital was greater than internal capital, which is very positive and maintains the tendency of authors to determine how a rural area should evolve positively in rural development processes. Regarding the result of the complementary hypotheses, in the case of the integration of women and young people into the development processes and programs, it has not been possible to link a significant number of women in the Spanish areas, while there was a virtual total absence of linked young people. In the case of the British area, the integration of women was more equal, though in the case of young people, their incorporation was also practically non-existent. Regarding the hypothesis of territorial cohesion, it has been found that the networks of relationships did not always correspond to the new LEADER territories. Therefore, the results obtained from the SNA were not sufficient to clearly state that the LEADER program had achieved or contributed to articulate these new areas significantly. Nevertheless, it was determined that the stakeholders, and therefore their net of relationships, were rather linked to aspects such as population concentration or economic activities. Finally, in relation to the hypothesis about the evaluation of the LEADER program by the stakeholders, the results show that this assessment remains positive despite the vicissitudes and recent difficulties. In this context, it should be noted that, parallel to these assessments and as a positive sign of dynamics linked to the processes that have been launched within the framework of LEADER, the levels of involvement, participation, and assistance from the stakeholders have been growing in the different periods. This does not prevent a process of deterioration, either from the actors linked to the program or from its implementation after the 2007-2013 period, from being evident. In this sense, we must highlight the negative effects derived, for example, from the reduction of funds or the accusations of control from certain groups of actors. At last, with all this, it has been possible to see how, based on the same methodological approach in disadvantaged rural areas, different results have been obtained regarding the stock of social capital, gender and youth inclusion, territorial cohesion, and evaluation of programs, particularly between the study areas of Andalusia and England. From this work, it is proposed to continue promoting the stock of external social capital with the objective that these rural areas advance in the development processes to become established. At the same time, a greater integration and articulation of the actors in the areas of study is needed, and therefore, several actions toward the strengthening of this process are also needed. There are signs of exhaustion observed, both among the actors involved and related to the LEADER methodology itself, which started as experimental, but has continued to be implemented in the same way for more than 25 years. This makes it necessary for the 2020 period to introduce changes in the territorial development policy as well as in the different areas if we aim to continue developing and consolidating these processes

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