Desde los años 70, y tras la explosión de
la psicodelia, el interés por el poder terapéutico
de los alucinógenos (o 'psicodélicos')
se había desvanecido de manera paralela a
su inclusión dentro del extenso grupo de
las drogas de abuso o recreativas. Recientemente
han vuelto a situarse en el foco de
la atención psiquiátrica por su papel en el
tratamiento de la ansiedad, la depresión, las
adicciones y el trastorno de estrés postraumático
(TEPT)