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Salud vial: Teoría y prácticas de los trastornos físicos y psíquicos en la conducción.

Abstract

Hay una gran parte de la población que padece problemas psicológicos como una depresión, la ansiedad o el estrés. Algunos de estos cuadros clínicos psicológicos también se han derivado de las enfermedades físicas padecidas Así que las enfermedades físicas y psíquicas a veces vienen juntas. Por ello, desde un punto de vista práctico, podemos afianzarnos en la idea de que no podemos plantear un divorcio entre lo físico y lo psíquico, aunque esta división teórica nos sirva para tratar de estudiar mejor “el problema”. Está claro que la principal forma de alivio de una enfermedad es a través de un tratamiento, y éste implica en la mayoría de las ocasiones la utilización de fármacos. De los fármacos podríamos predicar muchas cosas: su capacidad para modificar las alteraciones a las que se dirigen o los efectos secundarios que pueden provocar Además de existir medicamentos, existen otras sustancias que facilitan el afrontamiento de determinadas disfunciones y patologías. Así, junto a reacciones como la huida y el olvido, tenemos la ingesta de alcohol y drogas. Vamos a tratar la “salud vial” desde una perspectiva tan integral como indisoluble, es decir, teniendo en cuenta lo biológico, lo psicológico y lo social, pero atendiendo especialmente a esa dimensión psíquica, por explicar en mayor parte el comportamiento en general y, nos atrevemos a decir, la salud del conductor y especialmente en la conducción. Tampoco desatenderemos a factores externos como determinadas sustancias y fármacos que si bien se utilizan con el objeto de mitigar determinadas disfunciones, en ocasiones pueden acabar provocando otras, al menos en la conducción. En definitiva, vamos a trabajar la salud vial y la salud vital, como dos caras de una misma moneda, la moneda de cambio para llegar a eso que se denomina el bienestar. En este libro trataremos de analizar la relación entre el factor humano y el accidente de tráfico desde una nueva perspectiva, contemplando el nexo de unión entre muchas de las infracciones y errores que habitualmente cometemos en la conducción y el estado de salud del conductor. Con este objetivo, analizaremos el modo en que la falta de salud redunda en comportamientos inseguros, al tiempo que la salud repercute en la adopción de conductas más seguras en la conducción e interacción con los restantes usuarios de las vías públicas. El concepto de salud debiera entenderse aquí en un sentido amplio, incluyendo tanto el bienestar físico como el bienestar psíquico. Nuestro objetivo es tratar el tema de la salud (física y psicológica) como pilar fundamental de la conducción. Ello nos lleva, en primer lugar, a identificar las diferentes condiciones de alteración (biopsicológicas) que deterioran e incluso incapacitan para la conducción segura. Pero a este objetivo, y de forma irremediable, se ha unido el de identificar las condiciones (biopsicológicas) contempladas en nuestro Reglamento General de conductores así como el modo en que se regula la obtención y prórroga del permiso o licencia de conducción y también las posibles adaptaciones, restricciones o limitaciones para ambos grupos de conductores. Así, nuestro objetivo ha sido perfilar un patrón de condiciones/alteraciones físicas y psicológicas que deban tenerse en cuenta a la hora de conceder o prorrogar el permiso de conducción, así como la posible concesión condicional del mismo Para ello, ha sido necesario analizar detalladamente y comparar la normativa española (que representa la tendencia general europea) y la de otros países. Hablaremos de enfermedad, de patologías médicas, de trastornos mentales, pero sobre todo nos interesa la salud del conductor desde el punto de vista del bienestar, porque la conducción, aunque debido a la práctica nos olvidemos de ello, requiere de un buen estado físico y mental. Cualquier causa que lo altere (enfermedades, fármacos, drogas, alcohol) aumentará el riesgo de sufrir un accidente

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