Las grandes cuestiones políticas y jurídicas sobre el individuo y el Estado se debatieron en España durante el siglo x1x, entre quienes deseaban una profunda transformación
y quienes mantenían posiciones conservadoras. El pensamiento conservador, aunque con cierta puesta al día, siguió aferrado a la defensa del altar y el trono: la religión y el absolutismo... Unos
más que otros, los conservadores añoraban viejos tiempos y se mostraban contrarios a las novedades liberales. El jurista Rafael
Rodríguez de Cepeda, desde la filosofía del derecho, es buen ejemplo de esa pervivencia de viejas ideas, que divide España a fines de aquel siglo en dos bloques de pensamiento diversos, contrapuestos