research

Nuevas tecnologías y viejas piedras: un repaso al megalitismo en Cantabria

Abstract

La tradición investigadora ha originado un acusado contraste entre la atención que la Prehistoria cántabra ha prestado al megalitismo y la que se prestaba al mismo fenómeno en tierras vecinas. No obstante, los prehistoriadores vascos siempre vieron una clara continuidad entre los megalitos de las Encartaciones o Karrantza y los del oriente cántabro, alguno de esos monumentos se asienta en la propia divisoria. Las razones para explicar la citada desigualdad son variadas. Con todo, sorprende que las piedras de los Siete Infantes de Lara, el crómlech del Collado de Sejos, se cayeran de la lista de monumentos de la provincia de Santander, mientras el no muy lejano ídolo de Peña Tú (Vidiago, Asturias) era declarado Monumento Nacional. Parecida suerte corrieron sendas misivas dirigidas al director del entonces museo de Prehistoria de Santander advirtiendo de la existencia de un dolmen en Llaves (Camaleño) que habría sido excavado por alemanes o de un grabado en San Sebastián de Garabandal, probablemente por falta de medios y por la lejanía de los citados hallazgos de la capital nunca se pudo corroborar su existencia. Algunas interpretaciones erróneas contribuyeron,sin duda, al descrédito del megalitismo regional. Las tareas de prospección sistemáticas desarrolladas entre 1983 y finales del siglo XX pusieron de manifiesto la existencia de un elevado y creciente número de monumentos funerarios y conjuntos con arte megalítico que venía a sumarse al amplio catálogo de manifestaciones megalíticas catalogadas hasta entonces en los valles orientales. Las especiales características de estos tipos de yacimientos proporcionan una información limitada y que tradicionalmente se ha circunscrito a la caracterización tipológica de los propios yacimientos. Esa falta de información se puede subsanar, en parte, gracias a una investigación detallada de las condiciones medioambientales y al establecimiento de las relaciones existentes entre las estructuras funerarias y las zonas de hábitat, claro ejemplo de las posibilidades que los estudios multidisciplinares proporcionan es el volumen monográfico sobre el dolmen de Katillotxu que el lector tiene entre sus manos. La frecuencia de hallazgos arqueológicos, principalmente en el occidente de la región, venía en muchas ocasiones acompañada de un gran valor intrínseco de los mismos, verbi gratia el collado de Sejos (Uznayo, Polaciones), o el ídolo del Hoyo de la Gándara (San Sebastián de Garabandal, Rionansa). En estos casos se trataba, además, de muestras de arte prehistórico con las particulares connotaciones que este hecho origina. Esos hallazgos se verían pronto complementados con excavaciones de algunos de los yacimientos más relevantes. En 1982 y 1983 fue excavado el yacimiento del Collado de Sejos, esa intervención puso de relieve que el ídolo conocido formaba parte de un crómlech. La excavación dio además la primera pista sobre la existencia de conjuntos megalíticos en áreas pastoriles alejadas de los núcleos megalíticos conocidos hasta entonces en Euskadi, Asturias, o la Lora burgalesa. Un año más tarde, el geógrafo Luis Pedro Peña Santiago menciona la existencia de dos extraordinarios dólmenes en los Puertos de Aliva (Camaleño, Cantabria), en el corazón de los Picos de Europa y muy cerca de la divisoria provincial con Asturias. La zona de los Picos de Europa era la excepción en lo que hace referencia a la distribución de los megalitos en la región. Al año siguiente se excavó el dolmen del Alto de Lodos en el mismo ambiente geográfico de los cercanos y ya excavados dólmenes de Galupa. La excavación de conjuntos megalíticos situados en cordales montañosos, se vio complementada con la de un conjunto situado en la Marina, la necrópolis de la Raiz (La Acebosa, San Vicente de la Barquera) que pronto puso en evidencia tanto la variedad y riqueza del recién descubierto megalitismo regional, como su amplitud cronológica

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