Sin duda, la movilidad de la frontera oriental es uno de sus rasgos distintivos frente al resto de fronteras de la Unión Europea. La reciente ampliación de la Unión a los países de la Europa Central y Oriental ha extendido las fronteras comunitarias hasta nuevos territorios. Se trata de antiguas repúblicas soviéticas que, tras la independencia, han seguido un camino marcado por la inestabilidad política interna, la escasa o nula democratización, la crisis económica y la dependencia energética de Rusia. Nuestra aportación trata de analizar la compleja relación de la UE con estos países (Bielorrusia, Ucrania y Moldova), con quienes trata de impulsar una política de acercamiento para favorecer su democratización y dotar de mayor seguridad a la frontera oriental. (A
