research

Poblaciones de peces salvajes: ¿responsables o sufridores de las patologías virales en acuicultura?

Abstract

El desarrollo de la acuicultura en las últimas décadas ha sido el motor que ha favorecido el avance de la virología de peces. El número de grupos de investigación dedicados a esta disciplina ha ido incrementándose progresivamente, lo que ha implicado un crecimiento exponencial del conocimiento científico y el desarrollo tecnológico, y ha permitido mejoras en la prevención y el control de este tipo de patologías, que representan uno de los mayores temores del Sector. El estudio de los virus que afectan a peces en cultivo se beneficia de las especiales condiciones del mismo: área delimitada, poblaciones bien definidas y con un historial conocido, seguimiento de morbilidades y mortalidades –que aportan individuos en los que las altas cargas virales facilitan el diagnóstico y el estudio del agente causal– y disponibilidad de especímenes para experimentación científica. Estas condiciones, sin embargo, están ausentes –en la mayor parte de los casos– en ambientes naturales, sobre todo cuando se estudian entornos oceánicos. Éste es, con toda seguridad, el porqué de que, en las más de cinco décadas del marcado crecimiento de la investigación en esta área, el número de publicaciones científicas enfocadas a poblaciones salvajes no llegue a los 300. Sin embargo, en un número –creciente– de grupos se ha despertado el interés por conocer el estado sanitario de las poblaciones salvajes y silvestres de peces en todo el mundo. Fundamentalmente, pero no sólo, se pone la diana en aquellas poblaciones que pueden estar en la interfase de interacción con la acuicultura. Sin embargo, destaca también la lista creciente de campañas oceanográficas cuyo único fin inicial es el conocimiento del estado epidemiológico de poblaciones teóricamente muy alejadas, pero que han aportado interesantes datos que demuestran que la globalización ha existido en los océanos desde mucho antes que el Hombre inventara ese concepto. Los primeros trabajos de monitorización de poblaciones salvajes, que datan de mediados de los 70, estaban centrados en el estudio de la presencia del virus de la necrosis pancreática infecciosa (IPNV) en peces de lagos escoceses; hacia finales de esa década, se descubrió la presencia del virus de la septicemia hemorrágica viral (VHSV) en bacalao salvaje en la costa sur de Dinamarca. A lo largo de todos estos años, ambos virus han seguido siendo el objetivo de la mayor parte de las campañas de monitorización de este tipo de poblaciones de peces. Otros virus que han ido despertando el interés de los científicos son el virus de la necrosis nerviosa viral (VNNV) y el virus de la anemia infecciosa del salmón. Pero, hay una gran variedad de virus que han sido y son objeto de estudio en poblaciones naturales, y otros muchos –aún desconocidos– que, con toda seguridad, están esperando a ser descubiertos por los investigadores (como resultado de su estudio) o por los piscicultores en sus plantas de cultivo (como resultado de su efecto). No en vano todos estos virus representan una gran preocupación para los piscicultores, para los cuales –y también para algunos científicos– es tentador culpar a las poblaciones salvajes de las patologías emergentes y re-emergentes en acuicultura. Si bien es cierto que hay algunos estudios que demuestran –o pretenden demostrar–, en ocasiones con pruebas circunstanciales, que el efecto de dispersión de agentes virales desde ambientes naturales a la acuicultura no es recíproco, no se puede descartar el efecto amplificador que el cultivo intensivo de peces tiene sobre los agentes infecciosos, lo que hace que una gran carga viral pueda ser devuelta al medio. Por otro lado, sí está demostrado que el especial ecosistema del cultivo intensivo representa una presión adaptativa que acelera el reloj evolutivo de los virus en cuanto entran en ese entorno. Esto puede implicar que las poblaciones salvajes supuestamente responsables de una epizootia determinada se conviertan en poblaciones naif en cuanto reciban el virus devuelto por la población cultivada. La diferencia es que generalmente –aunque hay unos pocos casos demostrados– las mortalidades masivas en las poblaciones salvajes se nos pasan desapercibidas. No obstante, a pesar de los esfuerzos de muchos científicos, que hemos llegado a estar bajo el paraguas de una red internacional (DIPNET: Disease Interactions and Pathogens Exchange Network), sólo unos pocos casos de interacción salvaje-doméstico han podido ser confirmados. En este trabajo, aprovecho la oportunidad para dar unas pinceladas sobre el estado en que se encuentra el conocimiento del estatus epidemiológico de las poblaciones salvajes, el efecto de globalización de las corrientes, migraciones y la mano del hombre, y lo que puede ocurrir en la zona de interfase medio salvaje-acuicultura, así como qué medidas podemos tomar para reducir su efecto.Universidad de Málaga, Campus de Excelencia Internacional Andalucía Tec

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