La Europa que nos elude: la Unión Europea como ente político complejo

Abstract

In the past the European Union was perceived as a functional and ideal polity despite media coverage pointing to the contrary and academic literature featuring its complexities. This article agrees with the assessment that the EU is not quite the ideal polity of yore and its functionality is the product of intense interstate bargains and policy coordination between member states. The absence of these would comprise a critical juncture, which would usually mean stagnation in the process of integration. These junctures were especially poignant between 1997 and 2005 but were also frequent in the period leading up to the institutional overhaul made possible by the Treaty of Lisbon (2009). Because it is of recent implementation, assessments of institutional refit are mere speculations at this point; the passage of time being the only recourse for procurement of data necessary to provide adequate assessment of the new EU regime. This does not exempt the polity from experimenting cyclical periods of crisis nor does it invalidate past recommendations for approaching the study of politics and policy in the EU. That is, taking into account the constant interaction of the ontical and ontological when studying such a complex polity, a student of the European Union needs to consider various criteria. First, the institutional dynamics of this unique type of regime and the assumption of the EU as a multilevel entity and the integration process as running in multiple velocities (Europe à deux vitesses). And second, as such, for the European Union to be understood it needs to be studied from various theoretical approaches.La noción de la Unión Europea (UE) como una entidad política ideal y funcional choca constantemente con la dificultad de su práctica cotidiana presentada en reseñas mediáticas y en el largo plazo a través de trabajos académicos que estudian el variopinto de aspectos de su andamiaje institucional. El argumento de este artículo sostiene que, si bien la UE contiene elementos funcionales, éstos son productos de intensas negociaciones interestatales a nivel comunitario y de una coordinación de política pública entre los Estados miembros. La ausencia de una o ambas, implicaría un estancamiento crítico prolongado que afectaría considerablemente el proceso de integración. La evidencia apunta parcialmente a que, entre 1997 y 2005 la UE sostuvo varios episodios de crisis, entre los cuales se distinguen dos pertinentes a la integración europea: las negociaciones que produjeron el tratado de Niza en 2000 y las negociaciones a partir de la cumbre de Laeken (2001) para la redacción de una Constitución Europea que en 2005 acabó en fracaso. Una mirada a reportajes periodísticos e investigaciones posteriores presentan el inventario de adversidades sobrellevadas por el binomio Estados Miembros/Instituciones Europeas para superar dificultades y reformular el proceso de integración europea concluyendo favorablemente en el Tratado de Lisboa (2009). Tomando en cuenta lo anterior se precisa en el estudio de la integración europea la consideración de una interacción dinámica (¿conflicto?) constante de lo óntico y lo ontológico de la UE. Se concluye con una serie de recomendaciones prácticas que giran en torno a asumir el proceso de integración a múltiples niveles y velocidades (Grasa 2007) y el acercamiento –igualmente multidimensional– a nivel teórico en la comprensión de la Unión Europea como objeto de estudio

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