Las condiciones sociales, políticas y económicas del nuevo siglo muestran que el perfil del ingeniero actual es muy distinto al del ingeniero de hace varias décadas. En este sentido, numerosos estudios han demostrado que las metodologías de clase en las que se promueve que el estudiante sea el constructor de su propio aprendizaje (aprendizaje activo) son más eficientes en el la formación de las actitudes y habilidades que el ingenie, o requerirá en su vida profesional. Este artículo presenta la experiencia realizada en los últimos dos años al interior de algunos cursos del departamento de Ingeniería Civil, en los cuales se han implementado actividades que promueven el aprendizaje activo. Los resultados confirman la eficiencia de estos métodos y sugieren la necesidad de reflexionar sobre una reestructuración curricular integral del programa, que contribuya a la formación de los ingenieros que la sociedad necesita