Nunca te había visto así, Susanita. Ya no eres la de antes. Ya no sonríes. Tus ojos ya no brillan como antes. Te vi cuando gritaste y no lo creía. Despeinada, ojerosa, sucio el traje y en chancletas. ¿Eras tú, Susana? No podía creerlo.Hacía más de un año que no te veía por la calle, como acostumbrabas: con Cariño a tu lado, caminan-do contigo haciéndote compañía, calladamente. Tú limpia y risueña, tranquila; él también. Callados los dos. Así los recuerdo. Hasta llegué a pensar que a lo mejor habían muerto, desaparecidos, la noche amaneciendo 20 de diciembre. Que a lo mejor dónde los gritos y el fuego te habían sorprendido esa noche cansada de andar vendiendo flores como hacías antes