Espacios abiertos del antiguo Colegio de San Francisco Javier en Tepotzotlán: propuesta de intervención paisajística en la huerta

Abstract

432 páginas. Maestría en Diseño.En 1540, la Compañía de Jesús, recibe el reconocimiento como Orden religiosa por parte del Papa Paulo III. Esta Orden arriba a la ciudad de México en 1572 y en 1580 llega a Tepotzotlán, para establecer un colegio para el estudio y aprendizaje de las lenguas nativas por parte de los religiosos, en donde reciben terrenos con casa y huertas, por parte del gobernador Don Martin Maldonado a cambio de quedarse y establecer un colegio para niños indígenas. Dos siglos después, los jesuitas habían construido un conjunto edificado que albergaba el colegio de niños indígenas, el de lenguas, el seminario de la orden, el terciorado, una casa de aprobación, dos templos, dos atrios, dos claustros, varios patios y una extensa huerta. Las construcciones de La Compañía de Jesús, debía plantearse bajo el modo nostro jesuita que sustentaba la solidez, la higiene y la austeridad, características que tenían las construcciones, en los aspectos formales y funcionales se adaptaban al medio físico de sitio donde se construían. En 1767, por decreto del Rey Carlos III los jesuitas son expulsados de los territorios de España. A partir de esa fecha el colegio de Tepotzotlán queda a cargo de la junta de Temporalidades del gobierno. El 9 de febrero de 1933, el antiguo colegio Jesuita de San Francisco Javier es declarado monumento por La Ley Mexicana de Protección y conservación de Monumentos y Bellezas Naturales de 1930, y quedan catalogadas las áreas que lo integran incluyendo los claustros, algunos patios la huerta, y el acueducto. En 1964 es intervenido a cargo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) para ser la sede del Museo Nacional del Virreinato. A lo largo de cuatro siglos las áreas abiertas del antiguo colegio han aumentado y evolucionado como parte del paisaje de sitio y del conjunto edificado, después de casi dos siglos y medio de la primera expulsión de los jesuitas del colegio, estos elementos en su mayoría aún conservan las características formales con las que fueron concebidos como el tamaño, la forma, la orientación, el simbolismo y en algunos casos, como el atrio de los Olivos y el claustro de los Aljibes, la función; lo que ha permitido de alguna manera conservar el lenguaje paisajístico, histórico y simbólico esencial con las características, elementos y valores que se les han agregado con el tiempo. Los claustros del antiguo colegio de San Francisco Javier, tuvieron su antecedente en los antiguos conventos europeos, en el cenobio de San Pacomio y el esquema de convento desarrollado por la Orden Benedictina. El simbolismo en la religión ha servido para representar la divinidad y difundir las creencias, a través de la palabra revelada o la obra creada; bajo esta última se tratara de reproducir los Arquetipos celestiales en la tierra, ejemplos de ello serán los templos, los edificios religiosos y los jardines concebidos bajo la idea de representar a Dios y sus creaciones en la tierra, serán concebidos con formas y elementos de significación religiosa, representados primero con las formas más simples el cuadrado, el circulo y la esfera, y los elementos de la naturaleza como la tierra, la cueva, el agua, el árbol y la piedra. Después de la contrarreforma católica, la simbología religiosa es ampliada las formas naturales como las plantas los animales, y las cosas, tiene un significado que las brinda un significado religioso que oscila entra la virtud de la bondad y la maldad. Los espacios abiertos del Museo Nacional del Virreinato, guardan algunas de las características simbólicas, formales y funcionales de la Orden religiosa por la que fueron creados, la huerta es un espacio de estos, en ella a pesar de no ser empleada para los fines que fue creada, conserva elementos históricos de su creación como el aljibe, el acueducto, la zanja real, los canales de riego y la antigua capilla, que se mantienen en el sitio y permiten complementar la lectura simbólica y paisajista del jardín, que sustentan la puesta en valor para protegerla y recuperarla

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